Ella movía sus manos estaba nerviosa, pensando en su novio ¿Cómo le diría? Por lo que empezó a practicar
-Rupencio, seremos papás.. ay no puedo.
Por lo que recordó lo que su amiga le dijo hace días.
-Cecilia, debes ser directa, él debe saber y si no se hace cargo pues lo mandas a cagar.
-A ¿Quién van a mandar a cagar?.
-No te interesa María, ve a tu cuarto.
Por lo que tomo el mayor aire posible marco los números y espero a que atendieran
-Hola Cecilia, ¿Qué sorpresa?.
-Rupencio necesito hablar contigo. Estoy embarazada.
…
Ni bien oyó eso Rupencio soltó el teléfono, para luego salir en busca de Cecilia.
Mientras caminaba paso por aquella juguetería y vio aquel dinosaurio de peluche.
-Lo quiere Señor.
El solo sonrió.
-Sí, lo quiero.
-Marcos envuelve el juguete, para el señor.
Marcos, resonaba en su mente Marcos, para luego verlo aquel hombre sin ojos y la boca cosida.
—No, no otra vez. —Saliendo de allí corriendo, mientras las calles se deformaban y junto a ellas, la gente.
—Asesino, asesino, los mataste asesino.
—¿Los mato?
—Sí Juan los mató no viste las noticias, los mató.
Rupencio seguía huyendo de aquellas voces, tapando sus oídos para luego encontrarse con aquella imagen.
Cecilia muerta, apuñalada.
—Los mataste, los mataste.
Para ver su mano sujetando aquel cuchillo, para luego a ver aquel demonio sin ojos y boca cosida en el filo de este. Para empezar a reír, haciendo que aquellas voces aumentarán junto con su locura.
—Los mataste.
—Y lo volvería hacer, con tal de ver sufrir a Rupencio.
—Asesino, Asesino mataste a la mujer que te amaba, mataste a tu hijo.
—Yo no fui, fue aquel monstruo… fue Marcos lo sé, él me lo dijo.
—Ja, ja, ja querido Rupencio fuimos ambos, ambos matamos a Cecilia, ambos los matamos. Es el fin, Rupencio ya no queda más nada de ti, ya lo has perdido todo, ya nadie te recordara, desde ahora estas muerto.
Siendo apuñalado por el sin ojos, para luego ver como este tomaba su forma y se reía de su destino.
—Descansa en paz Rupencio.
Cayendo Rupencio a lado del cuerpo de Cecilia del cual gusanos salieron, para devorárselo completamente.
—Yo no la mate, ella se suicidio. —Para cerrar sus ojos, y luego despertar en aquel cuarto blanco, con aquella camisa de fuerza, despertar de otra de sus alucinaciones, desde que Cecilia se mato. Desde que Marcos la mato con su… —Yo no te voy a amar jamás.