nuestro triste final siente tu anhelo.<<<
Bajo las sombras de una iglesia abandonada, se encuentra escribiendo una carta:
Querido, Nathan:
La ignorancia fue nuestra perdición.
No hay sitio a donde ir cuando el centro del país ha sido tomado.
Fueron a por un buen final para los justos y acabaron aniquilando nuestros hogares.
Alrededor todo es miedo y desesperanza.
Los instrumentales musicales fallan y las cuerdas se cortan, al igual que la vida de quienes los acompañaron.
Fueron su avaricia y arrogancia quienes, desesperadas, propiciaron la toma de la bastilla moderna.
No estaban en París ni en épocas antiguas, por lo que contaba la historia que un día, cuando se creyó agotada la maldad, la luna lloró por los ríos de sangre que cubrirían la ciudad.
Desde el mismo momento en que el mal se arraigó con largas y fuertes raíces, las dulces frutas comenzaron a menguar, el agua a escasear y los temperamentos a temblar.
Nunca han conseguido amar sin odiar, la petulancia un defecto constante y la arrogancia parte de la personalidad.
Cuando oían a un niño preguntar: “¿Por qué el sol se esconde cuando la luna va?”, contestaban que no había nada especial en realidad, pero que no existía luz sin oscuridad, o eso decían los viejos versos.
Y cuando parecía que no habría más, agregaban:
—Lo cierto es, que hemos perdido la fe.
Mientras otro bribón, más entendido que el otro, secundaba:
—¿Dónde está Dios? Es el que viene y castiga en tu forma de amar. Con un hilo de bordar, escribió sobre superficies blandas y el alma del humano se partió en dos. Se posó en la ciudad, sin vida eterna, temiendo el juicio final. Luego todo era risas y libertinaje, hasta que la primera plaga sacudió a la ciudad por la ira de Dios. La oscuridad se apoderó de los pequeños inocentes y los enfermó. Las madres, en un solo grito, oraron piedad y los padres, suplicaron perdón. A la sexta noche, el hombre tosió púas de los alambrados con los que dividió. La pureza de la tierra, disuelta en una cucharada de ambición pagana. ¿Dónde estaba el calor del sol? Sus cuerpos cansados persistieron en buscar. El viento contravino y es su constancia la que mandó. Avergonzados de sus pecados, a las damas del mar se atrevieron a reclamar, cuando fueron ellas las víctimas de traición. Los alimentos se echaban a perder cada vez con más facilidad y entonces, nada tenía sentido. Estamos perdidos.
Ríe si te atreves, ¡todo es tan hilarante e impersonal!
Algún día sabrás que te llevo conmigo entre mis pensamientos más recurrentes; entre el caos, la muerte y la tragedia.
Si el reencuentro se realiza, no vuelvas a soltarme, te lo imploro. No olvides mi nombre, besos y noches a tu lado cuando los sueños no impartían el miedo a no volver a despertar.
¿Qué fue de ti? Anhelo noticias cuando sé que no llegaran. Las vías tecnológicas han colapsado y no hay cadetes, por lo que confiaré esta carta a la suerte.
Si hubieras respondido cuando te llamé, no estaría tan sola entre lo que un día fue, aunque no me malinterpretes, no es un reclamo, sino una simple observación de una joven dama ociosa en su escondite, lo suficientemente estúpida para no temer hacer ruido y que la descubran.
Cabe aclarar que: tonto, es aquel que muere por la causa.
¡Maldita su estampa de hombres y mujeres, sacrificados por la patria!
Les han engañado fijo. No hay quien, con niño en brazos, corra a la línea de fuego dejando atrás lo que de verdad importa.
Me niego a creerlo o deberé aceptar que todo está perdido.
Somos lo que vemos; nuestras acciones y versos.
Somos simplemente, humanos.
PD: No permitas que te atrapen. Debo estar a tu lado cuanto antes.
ATT: Grace.