Capítulo 1.
Una noche, cuando el reloj marcó las 3:33, un joven llamado Aron andaba en busca de conocimiento. Luego de pasar meses investigando en distintas bibliotecas, páginas y foros de internet, viajó a las bibliotecas más grandes del mundo. Logró dar con unos textos que trataban del año 1754; en ellos se decía que, haciendo cierto ritual, podrías contactar con los entes del otro mundo. El ritual necesitaba ciertos materiales para poder ser llevado a cabo: un espejo antiguo de marco dorado, tres velas de cera negras, una ramita de enebro y un medallón con una gota de sangre dentro.
Aron, sumido en su obsesión, creó un triángulo con las tres velas, colocó el espejo en el centro, y dispuso la rama de enebro a la izquierda, con el medallón a la derecha. La habitación quedó sumida en oscuridad, a excepción del suave resplandor de las velas. Los textos que había encontrado le habían proporcionado las palabras exactas que debía pronunciar en un idioma antiguo y desconocido. Cada frase brotó de sus labios con cuidado y reverencia, resonando en la habitación como un eco de poder ancestral. A medida que recitaba, el espejo parecía cobrar vida, centelleando con una luz tenue y misteriosa. El aire se volvió espeso con anticipación mientras Aron completaba el ritual, sintiendo cómo la habitación vibraba con energía sobrenatural. Sin embargo, cuando las últimas palabras abandonaron sus labios, un escalofrío recorrió su espina dorsal. No hubo respuesta inmediata, solo un silencio inquietante y la sensación de que algo había cambiado en el ambiente.
Aron recorrió la habitación con la mirada para ver si algo había cambiado, pero para su sorpresa, todo seguía igual. Respiró profundo y volvió a mirar al espejo. Su reflejo, iluminado por la tenue luz de las velas, le pareció un tanto decepcionante. Sin embargo, al encontrarse cara a cara con su propio reflejo, notó que algo era diferente. Un velo de oscuridad parecía haberse posado sobre sus ojos, dejando una impresión de profundidad y misterio. La inquietud lo invadió, y Aron, sorprendido, se apresuró a encender las luces. La habitación se iluminó con destellos cegadores, y cuando su mirada volvió al espejo, su reflejo había desaparecido por completo, como si nunca hubiera existido. Aron, temblando, se deshizo de todos los materiales del ritual, pero la sensación de inquietud persistió.
Durante semanas, no salió de su casa, acosado por una sombra inquietante. El sentimiento de ser observado se volvió su constante compañero, afectando su capacidad para dormir por las noches. Sus sueños se convirtieron en un remolino de imágenes incomprensibles, y los susurros se deslizaban desde las sombras más profundas de su mente. Aron se percató de que había dejado una puerta abierta entre los dos mundos, una conexión peligrosa que lo acechaba. Decidió emprender una búsqueda desesperada para entender y cerrar la brecha que había creado. Sabía que debía actuar rápidamente para preservar su cordura.
Aron recopiló los relatos que había tomado sin que nadie se diera cuenta y los estudió durante días, buscando pistas para cerrar la brecha que había abierto. Sin embargo, las respuestas parecían esquivarlo, ocultas en las páginas de los textos antiguos. A medida que el tiempo avanzaba, su salud física y mental comenzaron a deteriorarse. Meses pasaron en una búsqueda frenética de soluciones, acompañada por súplicas desesperadas dirigidas a fuerzas superiores en busca de orientación.
Nunca llegó una respuesta clara. Los susurros persistieron y su reflejo no regresó.
17 de noviembre de 2018. Aron Martínez fue hallado muerto en su habitación.
Capitulo 2.
La ciudad seguía envuelta en una bruma de inquietud tras el descubrimiento de la muerte de Aron Martínez. Su historia, como un eco susurrante en las calles, había capturado la atención de aquellos dispuestos a escuchar. Entre la multitud, un reportero llamado Alex Moreno se encontraba fascinado por los retazos oscuros que emergían de la vida de Aron. Su curiosidad había sido despertada por el misterio que rodeaba la desaparición, y decidió cavar más profundo en busca de la verdad.
Alex tenía una habilidad innata para desenterrar secretos ocultos, y había encontrado su propia brújula en la forma de su amigo de la infancia, Diego, quien ahora era un respetado policía. En una tarde lluviosa, Alex se reunió con Diego en un café apartado. Entre sorbos de café, Diego compartió detalles que no habían salido a la luz pública, revelando la fascinación de Aron por los textos antiguos y la trama oscura que había tejido a su alrededor.
"Estoy seguro de que estás subestimando esto, Alex," dijo Diego, con la mirada fija en su taza. "Aron estaba obsesionado con la idea de que había abierto una puerta, algo más allá de nuestra comprensión."
Esa conversación marcó el punto de no retorno para Alex. La chispa de interés que había sentido se convirtió en una llama ardiente de determinación. Cada detalle que recopilaba sobre Aron y su búsqueda aumentaba su convicción de que había más en esta historia de lo que parecía a simple vista.
Inmerso en sus investigaciones, Alex comenzó a desenterrar indicios sutiles que parecían apuntar a un enigma oculto. En los diarios de Aron, encontró referencias a sombras inquietantes que podía ver moverse por el rabillo del ojo. Párrafos enteros describían sueños turbios en los que una figura oscura y distorsionada emergía de las sombras. Los susurros de la oscuridad se insinuaban en sus pensamientos, como si las propias palabras escritas en los diarios llevaran una energía inquietante.
Aron había dejado pistas en sus diarios, palabras cargadas de desesperación y advertencias que parecían dirigirse directamente a Alex. Cada frase escrita en la tinta desgastada parecía un llamado silencioso, un rastro que Aron había dejado conscientemente para que otro lo siguiera. Eran como susurros atrapados en el papel, luchando por liberarse y revelar el secreto que acechaba detrás de las sombras.
"Aron había dejado pistas en sus diarios, palabras cargadas de desesperación y advertencias que parecían dirigirse directamente a Alex. Cada frase escrita en la tinta desgastada parecía un llamado silencioso, un rastro que Aron había dejado conscientemente para que otro lo siguiera. Eran como susurros atrapados en el papel, luchando por liberarse y revelar el secreto que acechaba detrás de las sombras.
Los días pasaron en un torbellino de investigaciones frenéticas. Alex no dudó ni un instante en su misión. Había cruzado un umbral invisible, una línea entre lo mundano y lo misterioso, y ahora no había vuelta atrás. Los diarios de Aron resonaban en su mente, una advertencia urgente que resonaba como un eco en un pasaje oscuro. Si la brecha no era cerrada, la oscuridad caería sobre nuestro mundo, una sombra impenetrable que amenazaría todo lo que conocemos.
Una noche, mientras el cansancio pesaba sobre sus hombros y el eco de los diarios seguía latiendo en su mente, Alex se encontró de regreso en su casa. Fue entonces cuando la sensación de ser observado se apoderó de él. Sus sentidos se agudizaron, y sus ojos escanearon las sombras que rodeaban su camino. Un callejón oscuro y olvidado capturó su atención, y en ese instante, vio algo que lo dejó sin aliento. Un joven, con ojos que parecían reflejar un abismo insondable, lo miraba fijamente desde la oscuridad. Alex luchó contra el escalofrío que le recorrió la espina dorsal, su instinto gritándole que no debía dejar de mirar. Fue entonces cuando la verdad lo golpeó como un relámpago. Era Aron. Pero no el Aron que había conocido. Este Aron llevaba consigo una presencia inexplicable, una aura que parecía retorcer la realidad a su alrededor.
La figura oscura y distorsionada se alejó, desvaneciéndose en las sombras, y la noche recuperó su tranquilidad. Pero esa visión dejó una marca imborrable en la mente de Alex. No pudo dejar de pensar en lo que había presenciado. Noches enteras se vieron consumidas por ese suceso, mientras su mente y su intuición luchaban por encontrar respuestas. El joven Aron, la advertencia de la brecha y la oscuridad inminente se entrelazaban en su pensamiento, formando un rompecabezas desconcertante que parecía a punto de revelar su secreto.
Capitulo 3.
Alex se sumergió en un mar de libros antiguos y manuscritos desgastados, buscando respuestas sobre el misterioso ritual que Aron había intentado realizar. La biblioteca se convirtió en su refugio, y cada página que pasaba revelaba un fragmento de conocimiento que lo acercaba a entender el enigma que había atrapado a Aron en su telaraña oscura.
Los objetos del ritual cobraron vida en las páginas de los libros, y Alex comenzó a descifrar su propósito intrincado. El espejo antiguo, símbolo de la conexión entre los mundos, servía como un portal a lo desconocido. Las velas de cera negra, encendidas en la oscuridad, eran faros que guiaban a través de los reinos ocultos. La ramita de enebro, con sus propiedades protectoras, actuaba como un escudo contra las energías incontrolables que acechaban. Y el medallón con la gota de sangre, un sacrificio personal que sellaba la puerta que se abría.
Mientras Alex descubría los misterios de cada objeto, un conflicto silencioso comenzó a tomar forma en su mente. La oscuridad que Aron había enfrentado parecía palpitar en los bordes de su conciencia, una sombra que amenazaba con envolverlo. Pero su determinación no vaciló; él estaba dispuesto a entender y a cerrar la brecha antes de que fuera demasiado tarde.
La noche caía en el mundo exterior mientras Alex se perdía en sus investigaciones. La figura distorsionada de Aron seguía apareciendo en su mente, su presencia inquietante impulsándolo a seguir adelante. Pero a medida que avanzaba, se dio cuenta de que no estaba solo en su búsqueda. Algo más lo acechaba en las sombras, un sentimiento de que había atraído la atención de fuerzas más allá de su comprensión.
El siguiente paso de Alex era claro: debía enfrentar la oscuridad directamente y comprender la verdadera naturaleza de la brecha que Aron había abierto. A medida que se preparaba para su próximo movimiento, no podía evitar sentir que la historia estaba lejos de haber alcanzado su punto final. El enigma de los objetos del ritual, la figura distorsionada de Aron y la oscuridad inminente parecían ser piezas de un rompecabezas mucho más grande, uno que estaba destinado a cambiar su vida para siempre.
Capítulo 4.
Alex se sumió cada vez más en su obsesiva investigación, sin prestar atención a su estado físico y mental. Sus días y noches se mezclaban en una espiral de pistas y teorías, mientras su apartamento se llenaba de papeles, fotos y mapas cubiertos de anotaciones.
Diego, preocupado por la salud de su amigo, decidió intervenir. Se reunió con Alex en un café tranquilo, buscando razonar con él y convencerlo de que abandonara la peligrosa búsqueda. "Alex, esto te está consumiendo", dijo Diego con voz suave pero firme. "Necesitas detenerte antes de que te haga daño. Hay más en la vida que esta investigación."
Alex levantó la vista, sus ojos inyectados en sangre reflejaban su determinación. "Diego, creí que un verdadero amigo comprendería mi necesidad de hacer esto, de descubrir la verdad. Pensé que estarías a mi lado en esto, pero veo que no es así."
Con esas palabras, Alex se levantó de la mesa y salió del café, dejando a Diego con una mezcla de preocupación y culpabilidad. Las palabras de Alex lo atormentaron, y se sintió culpable por no haber encontrado una manera de ayudar a su amigo antes de que llegara a este punto.
Capítulo 5.
Esa noche, Diego no pudo sacarse las palabras de Alex de la cabeza. Se sintió atrapado entre su deber como amigo y su preocupación genuina por el bienestar de Alex. Finalmente, tomó una decisión. Conducía hacia el apartamento de Alex, con la esperanza de disculparse y ofrecer su ayuda de verdad.
Sin embargo, al llegar, no hubo respuesta cuando tocó el timbre. Preocupado, decidió entrar. Encontró a Alex en el suelo, inconsciente. Sin perder tiempo, llamó a una ambulancia y lo acompañó al hospital. Pasaron dos días angustiantes antes de que Alex finalmente despertara.
El diagnóstico fue hipoglucemia, un efecto secundario de la falta de cuidado de su salud debido a la intensa investigación. Diego estaba allí cuando Alex fue dado de alta y lo llevó de regreso a su casa. Mientras se sentaban en la sala, Diego le preguntó suavemente sobre lo que había descubierto hasta ahora.
Mientras Alex compartía lo que había reunido, Diego miró los papeles esparcidos por la mesa y las paredes, cubiertos de conexiones y teorías. Con cada palabra, Diego entendía la profundidad de la búsqueda de Alex y cómo había caído en una trampa de su propia creación.
Fue entonces cuando Diego sacó un archivo que había traído consigo. "He estado usando los recursos de la policía para investigar también", dijo Diego. "Hay algo que encontré, algo que podría estar relacionado con todo esto."
Diego compartió con Alex la información que había descubierto en la base de datos de la policía. Entre las pistas estaba una creencia antigua y oscura: los doppelgängers, entidades que supuestamente robaban identidades y se ocultaban en las sombras. A medida que Diego hablaba, Alex sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral.
"¿Doppelgängers?" Alex murmuró, su mente trabajando a toda velocidad. Recordó los susurros en las sombras, las figuras distorsionadas y la búsqueda obsesiva de Aron. Todo comenzó a encajar, como piezas de un rompecabezas que finalmente formaban una imagen coherente.
Diego notó el cambio en la expresión de Alex y lo miró con curiosidad. "¿Qué pasa, Alex? ¿Has oído hablar de ellos?"
Alex asintió lentamente, su voz apenas un susurro. "Sí, he oído hablar de los doppelgängers. No como una leyenda, sino como una verdad oculta detrás de todo esto."
La historia tomaba un nuevo giro, y Alex y Diego se encontraban en el umbral de descubrir la verdad detrás de los doppelgängers y su conexión con la investigación de Aron. El misterio estaba a punto de revelarse, pero aún quedaban desafíos por delante que pondrían a prueba su valentía y determinación.