—Cierra la puerta. —Demando con fuerza después de entrar al baño y subirme al lavamanos.
Tus manos son rápidas y por instinto abro más piernas pensando en que quiero que me toquen ya. Veo cómo acabas con los cinco metros que nos separan en menos de un segundo y te avientas contra mi boca.
—Maldita sea, —susurras con la respiración cortada.
Puedo sentir como entre mis piernas la humedad crece y crece con cada beso. Te he besado otras veces, hemos hecho esto otras veces, sin embargo, siempre has sido delicado como si yo fuera una flor que está a punto de romperse. Detengo mis besos al sentir tus manos paseando con la suavidad de siempre en mi cintura.
—¿Pasa algo malo? —Preguntaste asustado.
—Sabes que me gusta hacer esto contigo.
—Y a mí también.
—Cuando nos colamos en espacios donde la gente puede entrar es mi momento favorito. —Tú estás escuchado, siempre lo haces. —¿Crees que soy delicada?
—No, no lo creo en absoluto. Eres fuerte y brillante como un diamante.
—Entonces puedes hacer algo por mí ¿no es cierto?
—Lo que tú quieras. —Retrocediste para mirarme por completo.
—¡Tócame con más fiereza! Tus besos son fuertes, pero necesito que mi cuerpo se pegue a ti.
Tus manos viajan a mi trasero de inmediato arrastrándome con la fuerza que siempre he sabido que tienes, suelto un jadeo al sentir tu erección.
Aquí vamos.
Aprietas mis pompis varias veces con fuerza, siento que estoy enloqueciendo con esa repetición que no me deja pensar del todo. Mi vestido está estorbando y tú traje ya parece excesivo. Esa corbata azul que combina perfecto con tu traje gris no puede ser más tentadora.
—¡Bájate! —Tu voz autoritaria me arrastra más y más hondo. Solo atino a gemir mientras le das un fuerte tirón al vestido.
—¿Está roto? —Solo gruñes y aprietas mi trasero para empujarme contra la pared. A la mierda el vestido.
El mosaico verde se estrella en mi cara y yo chillo de felicidad, la emoción incontrolable y que sale de mi cuerpo en forma de gemidos se hace presente.
—Amárrame por favor. —Suplico.
¿Quienes son este par de personas que están aquí? Porque hasta hace media hora éramos solo los típicos enamorados que derraman miel a donde van y estoy segura de que en media hora seremos de nuevo esas personas.
Siento como tú linda corbata se enreda en mis muñecas y cuando creo que vas a tomarme así me das un giro para que tu boca capture mi pecho derecho.
—¡Ay Dios! —Suelto en otro gemido, hoy estoy llena de ellos.
—Solo soy yo y puedo hacer un mejor trabajo. —Te agachas para colocar tu cabeza entre mis piernas, ambos sentimos humedades diferentes de nuestros cuerpos.
Tu cuerpo sigue siendo grande y musculoso a pesar de los años en la universidad, nosotros solo nos hemos vuelto más apasionados por razones evidentes. La fuerza en tu espalda se remarca y por Dios, cuánto te amo. Podría hacer esto toda mi vida.
Detienes el recorrido de tu lengua cuando yo he terminado y te levantas del suelo. Los puntos que siempre te he dado son en parte porque te importa que yo disfrute. Comienzo a regresarte la sensación con mi mano, tu cabeza va hacia atrás y puedo disfrutar del poder que me da ser la causante de tu placer.
—¿Deberíamos seguir? —Murmuro al escuchar unos golpes en la puerta del baño. Continuo mi trabajo, tu rostro me indica que estás en una lucha para responder.
—Me gustaría seguir, quizá en el baño de a lado. —Tu voz suena entrecortada. —O aquí, me da igual… Dios… no pares por favor.
—O en el jardín. —Levantas una ceja. —¿No has dicho que vivirías en un lugar así?
—Sí, pero odio los bichos. —Asiento y continuo el movimiento dispuesta a ayudarme con la boca. —Espera… —se escucha otro golpe en la puerta, pero no me detengo. —Eres indiscutiblemente una diosa.
Me alejo de ti al terminar, levanto mi vestido y para mi nula sorpresa sí, se ha roto. Una carcajada explota entre los dos, admiro la capacidad que tenemos de transformar nuestra situación en cosas completamente distintas sin sentirnos decepcionados.
—Te amo demasiado.
—Lo sé, —respondo por inercia.
Dejas un beso en mi frente y comienza a arreglarte para salir de ahí, improvisando un nuevo vestido con tu saco. Las explicaciones que tendremos que dar al salir de aquí serán largas.