En lo profundo de una ensenada florestal en la que los depredadores naturales habitan, se produjo el encuentro más grande de la historia el cual en esos tiempos llamaron Brightness Death; para mantenerlo en secreto, encendían incienso en la orilla de los ríos mientras invocaban al Díos del universo. Justo allí se alza un pequeño pueblo con olores extravagantes, a la que algunos dan el nombre de Blorett, pero a la que la mayoría de gente llama Demovill. Pues ese lugar era víctima de los trucos más retorcidos del infierno.
No muy lejos de ese lugar, a pocas millas de distancia, se abre un terrorífico acantilado, donde al cruzar por un estrecho puente metálico, puedes apreciar cómo sinfonía aleatoria el leve y suave zumbido de la brisa. Allí, ningún ruido puede distraerte, a menos que sea el cantar de una ave emplumada. Solo eso; el resto es tranquilidad pura.
Recuerdo que, siendo un niño, mi padre me llevó a un bosque de manzanos que derramaban sombras aún al otro lado del acantilado. Caminábamos sonriendo y tonteando para hacer menos aburrido nuestras trayectoria a casa, ese día nos llevamos el susto de nuestras vidas, pues al otro lado se escucharon varios disparos inrrumpiendo aquel calmante silencio que lo caracterizaba. Mi padre decía; "escuches lo que escuches no entres allí, la oscuridad puede consumirte".
Esta historia tuvo su inicio al principio de los años ochentas cuando aparecieron los primeros conquistadores del pueblo, que para ese entonces, se llamaba Death Hollow, sin duda alguna fue nombrado de ese modo por los peculiares desendientes Rusos y sus extrañas formas de dar agradecimiento colgándose de los árboles hasta morir, gente cansada de vivir en ese lugar y no poder salir por el simple hecho de que no sé lo permiten... A estas personas también le pusieron un nombre en especifico, los títeres de Bershka. Realmente, es como si las personas estuvieran siendo controlados por una fuerza sobrenatural del más allá. Algunos campesinos cuentan que estás tierras fueron maldecida por una familia Africana al ver sidos quemados vivos en el año 1881, aunque para otros, fué la familia Maxwell que hechizó la región minutos después de encontrarla. Y estoy en lo cierto cuando digo que este lugar oculta un secreto que va más allá de nuestros conocimientos.
Por supuesto que nadie sabe sobre estás teorías, pues la gente en el pueblo suelen ocuparse más de sus asuntos y preocuparse de vez en cuando por los títeres soñolientos; sienten que ellos piden ayuda, pero no saben como ayudarlos. Es por eso que no hay nadie que no tenga esa maravillosa anécdota vívida o que no sepa de algún hecho extraordinario, o que no sepa distinguir los espectros y demonios que los acechan en medio de la noche sombría; los búhos y los lobos son los principales testigos de estos sucesos, si pudieran hablar podrían afirmar que las figuras diabólicas empiezan atacar debido a la inmensa oscuridad del acantilado, y que el espectro que tiene el poder de influir en las personas es un demonio cuyo poder es transformarse en cualquier ser viviente.
Sin embargo todos sabemos quién es ese demonio. Es el que más influjo tiene sobre la mente y la imaginación humana, quien también heredó los hábitos de manipulación de su padre, a quien se le conoce en la tierra, en el cielo, y en el infierno por el nombre de Lucifer; el mismísimo rey de las tinieblas, quien usa su poder para convertirse en animales, personas, e incluso, objetos poco extravagantes... Para alguno fue difícil descubrir su identidad llamándolo por el nombre de Bershka.
A ver, reseñemos un hecho claro, tener "visiones espectrales" es la clave para diagnosticar que estás siendo un títere de Bershka, aseguro que quien resida aquí por un tiempo probablemente los tendrá. No importa que tan fuerte eres, una vez dentro las sombras y el juego no te dejarán inmune a sus diabólicas hazañas; Lucifer en cuestion de segundos se apoderará de tí.
Tengo muchas historias que contar con respecto a este lugar, sin embargo, esta es la mía. Pues fue aquí donde aprendí mi costumbres y tradiciones que aún conservo. Por eso siempre digo que vivir solo en esta inmensidad te hace sentir cómodo, porque estás en el lugar que perteneces, aunque a veces me pregunto si seguirán en Demovill los manzanos y las personas que me vieron crecer.
En este apartado rincón de la historia Rusa, esto es, hace unos veinte años, una hermosa mujer llamada Joselyn Dukele, que «vivía», por así decirlo, en Demovill, por el simple hecho de querer ayudar a los niños refugiados. Era algo natural de Joselyn, una jóven maestra con modales parecidos a los de la princesa Diana.
El apellido Dukele le quedaba de maravilla. Era alta, extremadamente delgada, de cabello corto y rostro enigmático, de cintura pequeña, tan pequeña que parecía que no tenía órganos, con dedos largos y finos que hacían juego con sus uñas carmín, en fin, ella era un imán de atracción. De su pequeña cabeza salían dos orejas que parecían congelarse cada vez que no traía el gorrito de su preferencia, y su ojos, esos ojos verdes de gato que podía llegar a hipnotizar de vez en cuando.
Todas las mañanas, le gustaba atravesar el camino más corto al orfanato, luego, se dirigía a la panadería que heredó de sus padres Marcus Dukele y Juliette Brace, dos reconocidos doctores que en su tiempo libre hacían y vendían suficiente pan para alimentar al pueblo. Era, sin duda, una costumbres familiar ayudar, por eso Joselyn agradecía a los dioses por tener los mejores papás.
Un viernes cuatro de febrero, el jóven Wilmer Livingstone, asistente personal del alcalde Joseph Maxwell, salió al banco a cobrar su cheque de la semana. Para los pueblerinos, era costumbre verlo correr específicamente ese día, y sober de memoria las palabras que daba como excusa para no cumplir con la promesa de contarles cuentos a los niños del orfanato, "No quiero llegar tarde al banco, vendré más tarde si es necesario", alegó una vez más corriendo por el corto camino de los prados, por dónde justamente pasaba Joselyn.
El destino sabía lo que vendría después de ese encuentro, fue inevitable para él enamorarse a primera vista, cuando debido a la gran velocidad en la que corría, tropezó con una piedra lo que provocó que pierda el equilibrio y que su tobillo izquierdo se doble, haciéndolo caer arriba de un disminuto cuerpo que apareció de la nada.
—Lo siento, fue mi culpa, no me percate de que vendrías por este camino—se disculpó la jóven mujer sin verlo, poniéndose de pie de un salto, continuando por el camino que Wilmer iba a tomar antes de tropezar.
—¿Quien eres?—le preguntó al aire, viéndola desaparecer en medio de la multitud.
De pronto tuvo el impulso de perseguirla y averiguar quién es, de donde es y el por qué se fué tan pronto; era algo que su mente le exigía, y que, por alguna razón, no podía controlar. Miró el lugar donde estaba sentado encontrándose con un brazalete que posiblemente fuese de la desconocida.
Wilmer describe ese momento como un cuento de adas, incluso, dijo, que casi olvida la cita con el banco y que se negó a buscar a aquella chica luego tener el dinero en manos. Pensó que ese momento se repetiría. Tal vez no ese día ni al otro. No lo sabía en realidad, pero estaba seguro que los dioses le ayudarían.
Seis semanas, y luego dos meses pasaron, parecía que no coincidían para encontrarse en ese lugar dónde reinaba la naturaleza, lugar en el que pronto se llenaría de decoraciones coloridas y de mesas campestres, pues se acerca la época de las fiestas enmascaradas.
Un día antes de que las fiestas dieran inicio, Joselyn tomó un descanso yendo al orfanato para dejar pan y uno que otros condimentos fácil de almacenar. Al entrar, notó que los niños estaban en la sala de juego junto a un hombre jóven de aspecto temible, alto, de ojos azules y piel de porcelana que sostenía un libro de fantasía titulado The Diary, en su muñeca izquierda, tenía un brazalete plateado que rápidamente reconoció como suyo.
—Oye, eso es mío—dijo acercándose a él, señalando el brazalete.
El chico levantó la cabeza un poco molesto ante la interrupción, llevando su vista a la voz femenina que le hablaba.
—¿Esa es forma de acercarte a una persona que no conoces?—dijo sonriendo—¿Eres turista?.
Y desde ese entonces empezaron una amistad en el que ambos querían tener la razón. Durante el mes festivo aprovecharon para ir juntos a las fiestas y al orfanato a leerle a los niños, luego, con el tiempo, esa rutina se convirtió en un noviazgo oficializado ante los ojos del pueblo. No pasó menos de un año cuando los padres de la Joselyn le prohibieron a Wilmer pisar un pie en sus tierras al enterarse que trabajaba en la casa del alcalde, e incluso lo amenazaron de muerte. Sin embargo eso no fue impedimento para que su amor fluyera, ya que pronto empezaron a verse a escondidas, pero conforme pasaban las semanas, descubrieron que cada vez era más difícil verse.
Así que Joselyn tuvo una magnífica idea el cuál trataba de pedirle protección al alcaide y a cambio ella trabajaría para él. Pero Maxwell al ver lo bella y hermosa que era, sintió envidia de Wilmer, por lo tanto no dudó en llamar a los padres de Joselyn y contarles los planes que estaban llevando a cabo ella y su enamorado. Cuando Wilmer se enteró que su jefe lo había traicionado estaba siendo trasladado a la comisaría del pueblo por orden de los padres de Joselyn. Eso hizo que la muchacha cayera en una severa depresión por treinta días y treinta noches, mientras que sus padres, arrepentidos, hacían de todo para animarla.
No fue hasta el primero de enero del siguiente año, dónde la transmisión televisiva del pueblo se vió interrumpida por un comunicado exclusivo donde decían que Wilmer Livingstone y Joselyn Dukele habían desaparecido sin dejar rastro. Y mientras los días en sus búsquedas pasaban, sin tener ninguna noticia de los desaparecidos, el sheriff tomó la decisión de cerrar la investigación. Los padres de Joselyn nunca aceptaron que habían perdido a su única hija, así que con la esperanza de que regresara, se quedaban día y noche esperándola en la entrada de su casa.
—¿Creés que nos perdonará?.
Juliette, con rostro de angustia y de derrota, sostuvo la mano de su marido consolandolo. Sabía perfectamente que su hija no regresaría a menos que ellos y Wilmer se llevasen bien, pero eso, eso iba más allá de sus valores.
—No tiene opción.
Wilmer y Joselyn vivían en la ciudad Harvey dónde esperaban a su primer bebé. Todo parecía ir perfecto, pues una vez más el destino había demostrado que nada es imposible en este mundo. La nueva familia Livingstone Bukele no podía pedir más, pues creían que se habían liberado de las garras del infierno.
En el año dos mil la muerte tocó sus puertas, pero el pueblo no se quedó callado e hizo una manifestación pacífica por más de dies años; pues encontraron las cabezas de Joselyn Dukele y Wilmer Livingstone colgando de un árbol con un letrero que decía Yo Reinaré.
A ese día lo llamaron "El Bautizo de la Muerte", pues Harvey jamás volvió a ser el mismo.
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