Hace frío, acerco un poco más el suéter de lana a mi cuerpo para conservar mejor el calor.
“...44, 43, 42…”
Es gracioso hace un rato estaba corriendo por todo mi departamento preparándome ya que se me ha hecho tarde para ir a trabajar, y ahora estoy aquí parado en mi cuarto semáforo en rojo, realmente es gracioso, que cuando más deseas desesperadamente algo, más contratiempos se te presentan para lograrlos.
mmm… O será que…¿ésto solo me ocurre a mí?.
“...28, 27, 26…”
Y, no solo hablo de los semáforos en rojo, también el hecho de que no habían taxis disponibles, también el accidente que paró por completo la calle obligándome a bajar del autobús y por eso mismo he tenido que caminar a la oficina, sin mencionar que aún me hacen falta seis manzanas para llegar.
“...22, 21, 20, 19…”
Oh, ¿pero qué veo? ¿Desde cuándo está abierto este supermercado de la esquina?. Ahora que lo pienso, siempre que voy en el colectivo utilizó ese tiempo para ver un capítulo de mi serie favorita, tal vez aproveche la oportunidad y pase comprando un par de medias ya que del apuro, olvide ponérmelas, al final, no importa cuánto corra, debo resignarme a que definitivamente llegaré tarde.
“...4, 3, 2, 1… luz verde”.
Me dispongo a dar el primer paso cuando, alguien toma mi brazo, volteo hacia el individuo que me sostiene, instintivamente observo sus ojos y es el momento en que todo se detiene, definitivamente me doy cuenta que el cuerpo es inmensamente sabio y podría jurar de que por sí solo tiene memoria, cada vello de mi cuerpo se eriza comenzando desde el brazo que yace prisionero, hasta la punta de mis pies doloridos, un sudor frío comienza a sentirse en el hueco de mi espalda, cinco años de sufrimiento han bastado para quedar gravado en mi cuerpo, como arena fina que se coló por mis poros y se esparció en cada una de mis células.
ㅡ¿Liam?, ¿eres tú?
Me estremezco con cada palabra, su voz desesperada atraviesa mi pecho, y mi mente revive una serie de imágenes que pasan rápidamente, son todos los recuerdos que me había esforzado por enterrar en lo más profundo de mi cerebro, aquella noche calurosa que nuestro destino era cortado con finas tijeras afiladas por la mismísima parca.
Mis ojos están fijos en él, me vuelvo una masa plantada en la tierra sin capacidad de comunicarse.
ㅡ Liam, tu… ¿Qué haces aquí?¿dónde está Marion?ㅡ suelta con voz temblorosa y con un rostro blanco al borde de poder confundirse con el papel.
Siento como toma con más fuerza mi brazo, casi al punto de sentir sus uñas en mi carne.
ㅡ !Su-su-éltame! ㅡgrito.
Agito mi brazo con desesperación, trato de sostener el aliento que se escapa en cada una de mis agitadas exhalaciones, siento como una mano sostiene con firmeza mi dolorido pecho y me doy cuenta que es mi propia extremidad sosteniéndome.
Milagrosamente siento como mi brazo cautivo es liberado, suspiro ruidosamente y reúno el vigor suficiente para sostener la mirada en el “sujeto” frente a mí.
Gracioso ㅡ pienso irónicamente.
¿Gracioso?, Gracioso es el hecho de que esta persona frente a mí ha burlado el tiempo, si aún no sintiera sus dedos quemando mi piel, podría asegurar de que es un espejismo de mi mente jugándome una mala broma, tal como lo ha jugado conmigo atormentándome en terribles pesadillas de medianoche esta última década, comprimo mi deseo de tocar el fantasma pálido frente a mí.
Diez años han pasado desde que vi a este hombre, y es gracioso que me sienta como aquel joven hambriento, huérfano y tartamudo que dejó aquella noche en la estación a su suerte. Es gracioso que en un instante mis años de terapia para el habla sean tirados por el caño.
Trato de recuperar mis sentidos, miro a mi alredor y veo cómo las personas caminan a nuestro lado, algunas sumergidas en sus pensamientos y otras charlando con sus compañeros sobre temas que por el momento no logro procesar.
—¡Corre!— Sugiere una voz susurrante en mi mente.
Es gracioso que en momentos donde la mente se nubla, es el instinto de conservación de la especie grabado en un millón de años en nuestros ADN, es la que te obliga a salir de dicha situación y ponerte a salvo. Ahora, no tengo idea de como, pero estoy corriendo a toda velocidad sin rumbo, sin mirar atrás…
Después de unos metros, que honestamente sentí como kilómetros, me oculto en un callejón oscuro detrás de un bote de basura, y es cuando estoy consiente de los efectos co-laterales del desafortunado encuentro, mis pies tiemblan, como una pareja danzante y siento que tengo mi corazón el cuello apunto de salir.
Miro al cielo, y sonrió nerviosamente a mi amiga imaginando su cara redonda y sonriente en las nubes, me doy cuenta que el sujeto que yo juraba estaba muerto desde hace años sobrevivió… y de todos los lugares del mundo, está aquí, en esta ciudad, en la misma calle que inocente y descuidado me disponía a cruzar.
Me siento en el suelo incapaz de sostenerme a mi mismo, de forma familiar hago una bolita impenetrable y segura con mi cuerpo, esperando de que mi pasado sea piadoso y pase de largo, cae la nieve sobre mi cabeza y me sumerjo en un negro abismo donde el tiempo y la realidad, son seres desconocidos.
Yunno|08/02/2022