Voy caminando por la plaza central de mi cuidad, de pronto una chica llama mi atención, es una joven rubia, su cabello se mueve a causa del viento. Parece darse cuenta de que la observo porque voltea a verme y me sonríe y yo le devuelvo la sonrisa. Es entonces cuando veo sus hermosos ojos verdes, sus labios están pintados de rosa claro y su piel blanca resalta aún más con su atuendo rojo. Ella voltea a ver a todos lados y luego camina hacia mi. Mis manos tiemblan y por Dios que tengo muchos nervios.
¡Por Dios!
¿Por qué me siento así?
Mis pensamientos hacen que me distriga y luego al levantar la vista, ella está frente a mi.
- Hola.
Dice con una voz dulce y amable. Yo le sonrio.
- Hola.
Digo con voz clara, sorprendentemente. Temía no poder hablar frente a ella. Jamás había sido tímida pero ella me intimida y eso es extraño.
- Disculpa, soy nueva en esta cuidad y pues... No tengo amigas. Me mudé hace poco tiempo y creo que me perdí.
Dice apenada, baja la mirada y yo solo puedo pensar en lo hermosa que es.
- ¿Me dices dónde está está dirección?
Dice entegandome un papel, lo tomo y leo el pequeño papel. Tiene una hermosa letra, parece una persona perfecta. Al centrarme en la dirección veo que queda a dos casas de la mía. Sonrió como una idiota y ella frunce las cejas.
- Que coincidencia, queda a dos casas de la mía. Es un edificio ¿Verdad?
Ella asiente, luego sus ojos verdes brillan más aún y sonríe aliviada.
- ¿Puedes decirme si estoy lejos?
- No estamos lejos, estamos a dos cuadras.
- Uy, entonces camine en círculos o algo así.
Ambas sonreímos y ella continúa de pie frente a mi. Yo miro a un costado y luego decido arriesgarme a invitarla a un lugar.
- Oye... Te invito un licuado de frutas, conozco un lugar bellísimo. ¿Aceptas?
Ella mira alrededor y luego sonríe y asiente.
- acepto.
Caminamos una al lado de la otra y ella me observa y fingo no darme cuenta.
- Solo queda cruzando la calle. Es un lugar color naranja.
- Ay, lo veo. Es hermoso.
- Vengo siempre porque amo el licuado de durazno.
- ¿En serio?
Dice poniéndose frente a mi y sus manos toman mis brazos.
- si.
- Mi fruta favorita es el durazno.
Ambas sonreímos y luego caminos hasta aquel lugar. Al llegar pedimos los licuados y nos sentamos frente a una ventana que nos deja ver la calle.
- ¿Por qué te mudaste?
Ella baja la mirada y me culpo por ser tan curiosa.
- Perdón, no debí preguntar.
Ella me mira y sonríe a medias. Luego mira la calle y habla.
- Estoy peleada con mis padres, ellos me odian por... Por ser una tonta.
De pronto empieza a llorar y sus ojos rápidamente se ponen rojos. Se limpia las lágrimas con el dorso de su mano y no me mira.
- Lo siento mucho... ¿Por qué dices que eres una tonta?
- Porque mi papá me dijo que ese muchacho era malo para mí, y no le hice caso. Estoy embarazada y ese mal hombre no quiere saber nada de mi... Soy muy joven para ser madre, estoy sola y tengo tanto miedo.
Ella llora aún más y cubre su rostro con sus manos. Yo la abrazo fuerte y ella se aferra a mi.
- No estás sola, desde ahora te acompañaré en todo este proceso. Decidas lo que decidas.
Ella se separa un poco y nuestro rostros están muy cerca.
- Ya tengo cuatro meses... Si lo quiero tener. Amo a este bebé.
- Entonces juntas pasaremos por todo el embarazo, ya nada de lágrimas porque el bebé se pondrá triste.
Ella sonríe y luego sus mirada y la mía se unen por largos segundos.
Me atrae... Creo que, me gusta.
Dije en mi mente. Ella me dejó de mirar cuando una mujer nos llevó el licuado.
- ¿Que tal llevas el embarazo?
- Muy bien, solo tengo antojos y algunos mareos. Por suerte no tengo náuseas y vomitos.
- Que genial.
Ella prueba el licuado de durazno y hace un gesto de satisfacción que me hace pensar más en que me gusta.
No, no me gustan las mujeres.
Me reprochó en la mente pero lo cierto es que estoy sintiendo algo muy fuerte por ella y creo que ella lo sabe.
Cuatro meses más tarde conocí todo sobre Lucia, así es su nombre. Tiene 18 años y acaba de terminar el secundario. Sus padres son doctores, ella tiene una herencia de su abuelo que ya puede manejar a su antojo porque ya es mayor de edad, así como lo dejó escrito su difunto abuelo. Ella quiere estudiar Medicina, quiere especializarse en Pediatría, lo cual me parece genial. No tiene contacto con su familia, ellos viven lejos y tampoco desean saber de ella.
Respecto a mi, acabo de cumplir 20 años, cambié mi color de cabello de negro a castaño claro, también estoy pensando en hacerme mi primer tatuaje, pero eso debe esperar. Mi mamá es ama de casa y mi padre es profesor en una universidad. Estoy estudiando informática, amo todo lo que tenga que ver con tecnología.
Lucia y yo fuimos a cada cita médica juntas, ella sabe que me gusta pero jamás hablamos de eso, creo que ella también se está enamorando de mi. Lo sé porque su actitud me dice todo el tiempo que le declaré mi amor. Lo haré pronto.
- No decido un nombre.
Dice Lucia, yo me siento a su lado. Estamos en su departamento. Es grande y tiene dos habitaciones además de un balcón con vista a la cuidad.
- Ayúdame a escoger Fer.
Así me llama ella y las personas más allegadas a mi. Mi nombre es Fernanda, no me gusta pero en los labios de Lucia, me encanta.
- mmm... Francesca.
Ella niega con la cabeza y hace una muñeca de desagrado.
- Camila
Lucia levanta ambas cejas y sé que le agrada ese nombre. Pero de todos modos continuo.
- Renata.
- Muy bonito.
- Entonces... ¿Tus ideas son?
- Había pensado en Camila.
Me pongo de pie y sonrió mientras ella también lo hace. Es increíble la conexión entre ambas.
- No es cierto.
- Claro que si... Pero hay un problema, ahora también me gusta Renata.
Me vuelvo a sentar y apoyo mi cabeza en su hombro. Su perfume llega a mi nariz y cierro mis ojos disfrutando ese aroma.
- Fer... Tenemos que hablar.
Dice seria de repente. Me enderezó y la observo. Lo que primero siento es miedo y luego ansías.
- ¿Pasó algo?
Pregunto temerosa, ella se coloca frente a mi y suspira.
- Yo sé que te gusto... Me di cuenta desde el primer día. Cada vez que pasaban los días me di cuenta que eres muy amorosa conmigo, es decir, eres amorosa con todo el mundo, pero conmigo aún más. Eres tan linda que, por Dios, no se que me sucede.
Sus ojos se tornan cristalinos y baja la mirada, vuelve a mirarme y su labio inferior tiembla. Mientras yo voy perdiendo la respiración de a poco.
- Estaba muy confundida, yo estaba segura de mi orientación sexual, hasta que te ví. El primer día que te ví fue el más hermoso en mucho tiempo. Me hiciste muy feliz, me llenaste de energía positiva y amaste a mi bebé desde que te lo dije.
Por primera vez en mi vida me quedé sin poder hablar, ella estaba hablando de sus sentimientos con algo de temor y yo solo la miro sim decir nada.
- Tu risa es mi melodía favorita, cada vez que te vas me haces mucha falta. No puedo estar ni un segundo sin ti... Luché con este sentimiento por la frase típica, "Que va a decir la gente", y ¿Sabes?... No me importan los demás, solo me importa mis sentimientos y lo que siento es que... Te amo Fer.
Eso fue lo más hermoso que escuché en mi vida, su voz preciosa diciéndome "Te amo" quedará en mi mente por siempre.
- ¿Vas a decir algo?
Dice con lágrimas sobre su mejilla. Está asustada y acaricia su vientre.
- Yo estoy completamente enamorada de ti y de tu hija. Te amo desde el día que te ví.
Ella se relaja y sonríe. Se ve tan hermosa con su vientre abultado y sus mejillas sonrojadas.
- También me costó aceptar mis sentimientos hacía ti pero no quería incomodarte o asustarte.
- Eres muy obvia.
Dice riendo, limpia sus lágrimas con su mano y se pone de pie. Es en ese momento cuando un líquido recorre sus piernas y moja el piso.
- Fer.
- Se te rompió la fuente.
- Pero falta un mes.
Dice asustada, entonces corro a buscar los bolsos y ella se queda en la misma posición.
Tardamos en llegar al hospital, ella sufre las contracciones que son más seguidas y por lo visto cada vez más dolorosas. La llevan a una habitación y dicen que debe caminar porque aún falta dilatación.
Cuando por fin está por nacer la niña, no dejan que entre con ella pero insistimos tanto que me lo permiten. Ella toma mi mano y luego todo está listo para ese momento tan extraño, extraño porque es hermoso pero muy doloroso y asusta un poco. Yo solo trato de darle fuerzas a Lucia, beso frente y en ese momento se escucha un llanto.
Lucia trata de recuperar la respiración, yo sonrió y volteo a ver dónde está la niña pero aún la están limpiando.
- Es una niña y está muy bien.
Dice la enfermera, ambas nos miramos y sonreímos mientras nuestros ojos se llenan de lágrimas recordando todo el proceso que pasamos juntas hasta llegar a este momento tan especial.
La enfermera se acerca y la bebé está envuelta en una manta, se la coloca en el pecho de Lucia y ella besa su cabecita.
- Hola preciosa... Hola hija mía... Te amo.
La imagen que tengo es hermosa y agradeadezco haberle dado mi teléfono a un enfermero para que tome fotos.
- acércate a mi.
Me acerco para darle un beso en la mejilla pero ella corre un poco su rostro y nos besamos. Sus labios y los míos se mueven lentos y me gusta. Siento algo extraño en mi pecho y no quiero que deje de besarme jamás. Pero nos separamos un poco para respirar y ella observa a la bebé.
- Camila, ella es tu mamá Fer.
Sorprendida miro a Lucia y a la niña y sonrió aún más. Mis lágrimas caen sin parar y beso la mejilla de Camila y luego vuelvo a besar los labios dulces de Lucia.