"¿A dónde vas?" Preguntó mi madre con un tono molesto al descubrirme escabullendome en silencio hacia mi habitación, huyendo de mi atolondrada y alegre familia. "A ningún lado contesté volviéndome a sentar con una sonrisa en el rostro. No es que no disfrute mi tiempo con ellos, es que mi mente estaba subiendo las escaleras, justo adentro de esa silenciosa habitación donde escondo a mis amantes.
Asi es, tengo escondidos en mi habitación a mis amantes, llevan tiempo metidos ahi, son tres, no los dejo salir por temor de que mi familia los vea, afortunadamente me hacen caso y esperan por mi cada dia porque están locamente enamorados de mi, aunque... debo reconocer que solo amo a uno de ellos, y que si pudiera echaría a los otros dos. Pero a esta altura no quiere irse.
Tras abrir la puerta el más energético de ellos me espera para besarme y abrazarme apasionadamente apenas logro poner cerrojo. Despeina mi cabello sin dejar de tocar cuerpo, me abraza con una fuerza que parece que va a romperme los huesos y me lleva con delicadeza a la cama.
Si fuera sólo eso no querría que se fuera, el problema es que habla demaciado. Habla de cada defecto en mi vida, de cada catástrofe que podría ocurrir a mi alrededor, de universos que no existen ni existirán, me culpa de todo lo malo en un mundo y me recuerda lo fea y patética que puedo llegar a ser. Él es Ansiedad, el que nunca calla.
Como su ignorará la presencia de Ansiedad en mi cama se abre paso lentamente mi segundo amante, su belleza intimidante me hace abrazarlo, su amor es de velas calientes, doloroso pero extrañamente adictivo. El problema con él es que pesa demaciado, cuando se sube sobre mi, paraliza mi cuerpo por su peso, aveces me aplasta tanto que no puedo respirar y mis lágrimas caen en el silencio. Pesa como el mundo mismo, como cada catástrofe que Ansiedad es capaz de inventar, su amor intenso las hace reales solo para mi. Su nombre es Depresión, él y Ansiedad me aman cada noche, me tiran en mi cama y no me dejan levantarme, mientras el tercero de mis amantes me observa cruzando las piernas a una distancia segura.
Al tercero lo llamo amante por cortesía, jamás me tocó un pelo, pero deseo enredarme con él cada noche, le sonríe seductor y niega con su dedo índice mientras los otros dos siguen en mi cama, si pudiera lo dejaría todo por huir con él, por sumirme en sus brazos y enredarme en su noche eterna, pero él se ríe de mi y vuelve a negar con el dedo cada vez.
Y es que mi amor por Muerte es correspondido a medias, no puedo estar con él mientras viva, y él ya no me querrá después de que muera.