Gem y Forth
– ¿Y si… probamos chocando como aquella vez? –dije mientras juntábamos la pila interminable de libros que habíamos adquirido para resolver nuestra situación.
Fue lo único que se me ocurrió después de haber pasado seis días del mes de abril y aún encontrándome en un cuerpo que no era mío. No me malinterpreten,《¡éste niño se parte en noventa mil pedazos de lo hermoso y bien formado que está!》 mentiría si dijera que no he tocado, apretado y mirado a través del espejo este cuerpo que llevo ahora, más de una vez. Y sí, ¡con puras ideas turbias!; pero la verdad es que quería volver al mío. Quería ser yo, mi yo real.
– No es una mala idea, ¿porqué no se nos ocurrió antes? –en seguida le dije al Cuarto. Como haría yo, debía intentar recordar cómo chocamos ese día en el que él salía del baño y yo corría freneticamente para llegar a tiempo a mi clase.
Chocamos tan fuerte que ambos terminamos en la enfermería, él con un chichón en la frente y yo con el pómulo prácticamente en la nuca. Despertamos así, él en mí y yo en él. Aunque es mayor que yo sólo por algunos meses, no compartimos aula. Pero están en el mismo piso, ya que los últimos años lo comparten. Ese día volvimos a nuestras casas, dándonos apoyo mutuo, para que no notaran que no actuabamos como siempre. Obviamente sabíamos nuestros números telefónicos y nos pasamos todos éstos días luego de la escuela, visitando bibliotecas, brujos y haciendo lo que fuera necesario, desde oraciones a todos los dioses, embrujos, invocación a cuanta alma se cruzara, algunas pócimas, tisanas y otras hierbas que masticamos, fumamos y luego vomitamos.
No hubo caso.
Pero ésto de volver a chocar no estaba mal, así que una vez que terminaron las clases y ya no quedaba nadie en el edificio, nos encontramos como habíamos quedado en la azotea. Ya casi anochecía, Cuarto estaba sentado en la esquina más alejada de la puerta. Cuando llegué, nos miramos a los ojos y como acordamos, iniciamos una corrida impetuosa que tenía como meta el choque que nos devolviera a nuestros cuerpos.
– ¡Aaaggh mierda, Gem!, creo que me rompiste una costilla – digo revolcándome en el piso y abrazando mi costado mientras comienzo a reír bajo y eso hizo que se escapara un quejido entre mis dientes.
– No lo logramos –mientras miro mis manos y me incorporo solo un poco. Me acerco para levantar su remera y asegurarme de no haberlo lastimado–. Wow, si que cuidaste de mí. Parece que estuviste ejercitando –deslicé mis ahora largos dedos sobre la piel.
–No hagas eso, no creo que quieras saber lo que despierta en mí este contacto –comencé a respirar más fuerte y entrecortado, Gem también. Esto era muy difícil.
– Cerremos los ojos, quizá así sea más fácil reconocernos –respiramos profundo y cerramos nuestros ojos.
Acercó su otro mano y acarició mi rostro, sentí su aliento sobre mi boca espectante y entreabierta. Nos besamos. Mientras nos besábamos pude sentir mi cuerpo. Entre beso y beso fuimos notándolo. Pero Gem me pidió que mantuviera los ojos cerrados, que así él lo haría también. Ahora podría sentirlo a él literalmente. Ese beso que empezó suave y tierno se hizo feroz y caliente. Noté sus manos ahora deslizándose por mis muslos firme y posesivamente. Me había subido a su regazo y rodeaba su cuello con mis brazos. Los dejé caer lentamente sobre su pecho, recorriendo cada milímetro sobre la remera hasta llegar al ruedo. Mis manos se colaron rápido. Podía sentir el calor que emanaba su cuerpo, podía olfatear su firme piel, podía oír placer en sus gemidos y podía sentir como sus dedos se aferraban a mis glúteos. Abrió más su boca y aproveché para meter mi lengua. La aprisionó y clavó sus dedos acercándo más nuestras pelvis. Ambos estábamos duros, muy duros…
Por un segundo creí que soñaba… otra vez. En cuanto comencé a besarlo lo noté y sólo atiné a decir entre besos que permaneciéramos a ciegas. Volví a mi cuerpo y solo quería sentirme y sentirlo. Cuarto era quien lideraba sobre mis piernas esos besos húmedos y sonoros; tan sonoros como mis gemidos, su sabor era dulce y cálido, su boca un manjar exquisitamente deborable, fue imposible frenar mis manos que temblorosas se fregaban sobre sus hermosas y tersas piernas, y sobre sus shorts hasta llegar a sus nalgas. Nos besábamos apasionadamente, su lengua llegó a mí boca y la atrapé mientras lo atraía hacia mí cuerpo. Quería más, necesitaba más. Sólo por un instante aflojé mi agarre, tome su rostro y pegué nuestras frentes. Debía… quería… necesitaba saber…
– Por favor, no desaparezcas, no quiero que sea otro sueño. En verdad necesito sentirte –mi corazón se estrujaba con furia, un suspiro doloroso escapó de mis labios–.
–¿Dónde más podría ir?, ¡estoy tocando el cielo con las manos! –ambos sonreímos y retomamos esos besos ruidosos, con labios ardidos y expectantes, con lenguas surfeantes, respiraciones jadeantes y manos endemoniadas que se inmiscuían bajo las remeras y dentro de nuestras prendas bajas. Lo queríamos todo del otro y ahora. Amasamos, apretamos y tiramos de nuestras tetillas. Hicimos un viaje de idas y vueltas, asiendo con vehemencia nuestros duros amigos, deseosos y abultados, a punto de reventar en manos del otro.
– "hmm", puedo…quiero hacerte mío –no dudaba, pero necesitaba aprobación y como no podía verlo, solo atiné a pozar mi dedo índice sobre sus labios.
Rodeé su mano con la mía, abrí la boca y chupé ese dedo como si no hubiera un mañana. Hicimos el camino hasta la parte posterior de mis shorts y liberé su mano para volver a tocar su pecho. Gem me despojó de los bajos y su dedo desarmó todos mis sentidos, ni decir del segundo dígito. Mi otra mano aún apretaba su eje, de mi boca salían sonidos que jamás pensé soltar, estaba completamente extasiado, sudando y asquerosamente sonriente.
– ¿ya puedo meterlo?, "nghm" ¡me vas a volver loco! –asintió frotando su frente con la mía e inmediatamente me besó lujurioso. Hice lo mío después de prepararlo. De a poco me hundí en su carne conteniéndo la respiración, estaba tan ajustado, era abrasador y suave.《Creo que me enamoré》Presioné hasta el fondo, hasta donde la base de mi amigo me permitió y esperé. Esperé alguna señal para darle rienda a esta danza que me estaba derritiendo internamente. Mis manos reposaron en sus caderas.
– "ahaah" … mataría por verte –dije mientras ahogaba mis gemidos en su cuello, sentía lentamente como se adueñaba de mí. Una de mis manos se detuvo en mi falo, con la otra me aferré al cabello de su nuca, dejando su cara al cielo estrellado.
– Ha-hagámoslo, quiero verte también – despacio fuimos abriendo nuestros ojos y buscando nuestras miradas. Fue la gloria misma, no hubo ni habría nada mejor y más hermoso que lo que tenía de frente.
– "mhha" dios, esto es maravilloso, es tan mara-villoso –sonreí prácticamente hasta que la comisura de mis labios rozaron mis orejas. Comencé a moverme, era tan rico sentirlo así, verlo mirando mi cara, sintiendo como sus dedos se adherían a mí piel. Volví a comer su boca a beber de sus sabrosos labios. Gemimos, apretamos y suspiramos. Bailamos tierno y lento al inicio, haciendo estocadas largas y suaves. Luego más cortas y profundas, llenas de chapoteos sonoros y vigorizantes. Rogaba llegáramos juntos al final, no quería acabar solo. – Terminemos juntos "ungh" por fa-vor "ahh".
Aceleró el ritmo de sus penetraciones y yo el de mi mano. Nuestras pieles brillaban, nuestros pechos se rozaban, era endemoniadamente delirante. Mi garganta estaba seca y rota, los sonidos se estancaron en ambos con esa última y profunda estocada. Sentí un relámpago veloz recorrer desde mi coxis hasta mis extremidades. Eyaculé entre nuestros torsos y el explotó en mi interior. El Big Bang fue un poroto en comparación de lo que acababa de suceder. Nuestras pieles estaban cubiertas de una fina capa de sudor y una ráfaga de aire nos erizó los bellos descubiertos. Nos aferramos con fuerza a las espaldas contrarias expulsando el aire contenido, tratando de recuperar la cordura.
– Te amo Cuarto, realmente te amo y no me voy a salir de tí hasta escucharte decir lo mismo –dijo mientras lamía sus labios y fijaba sus ojos en los míos intentando apaciguar su respiración.
– También te amo Gem –sonreí elevando mi cara al cielo– creo que las estrellas están celosas –.
Nos miramos a los ojos nuevamente y reiniciamos los besos que llevarían a otra ronda desaforada de amor pasional y libidinoso. Sabiendo que ese choque fue sólo el pie para amarnos infinito, para transformarnos en este par de seres amantes y amados, calientes y completos…