¿Qué queda de infierno para nosotros? ¿Acaso ya no sufrimos demasiado en vida? ¿Por qué nos arrodillaríamos ante un Dios que no da señales? ¿Acaso sí merecemos el infierno por pensar así?
No entiendo por qué debería temerle a la muerte, el después o el infierno con esta vida, esta vida en la que no puedo comer sin pena, opinar sin miedo, ser felíz sin preocupaciones o ser yo misma sin rechazo.
Estoy tan cansada que podría morir si duermo más, tan hambrienta que podría vomitar con un bocado, tan sola qué sufro la compañía y tan enojada que me duele la felicidad.
Entonces, ¿QUÉ NOS QUEDA DE INFIERNO? o incluso ¿QUÉ NOS QUEDA DE VIDA?