La vida de Diana y Mateo parecía perfecta. Desde que se conocieron en la universidad, habían sido inseparables. Pasaron cuatro años de relación hasta que finalmente decidieron mudarse juntos y formalizar su amor en una hermosa boda.
Todo era felicidad, hasta que Diana descubrió la terrible verdad: Mateo le había sido infiel con una compañera de trabajo. La traición de su amado la dejó destrozada, y aunque intentaron hablar las cosas, ella no podía olvidar la sensación de engaño y deslealtad.
La noche siguiente, Diana salió con sus amigos para intentar despejar su mente y tratar de superar la decepción. Fue entonces cuando se encontró con Camilo, un amigo de Mateo que conocía desde hacía años.
Carlos siempre había sido un confidente para ella, un hombro en el que apoyarse cuando necesitaba desahogarse. Pero esa noche, las cosas fueron diferentes. Diana se encontró compartiendo confidencias con él, riendo y disfrutando de su compañía. Y, por primera vez desde que descubrió la infidelidad de Mateo, se sintió viva de nuevo.
Camilo la escuchó con atención y le dio consejos sabios y certeros. Diana se sentía cómoda y segura con él, y cuando llegó la hora de despedirse, él le dio un suave beso en los labios.
Diana se sintió revivida por ese beso, y aunque al principio se sintió culpable por haber hecho algo así, pronto se dio cuenta de que no tenía nada que lamentar. Después de todo, Mateo había sido infiel primero.
Esa misma noche, Diana decidió que quería vengarse de Marcos y, sin pensarlo mucho, decidió encontrarse con Camilo otra vez. Ellos se besaron de nuevo y después de algunas copas más, terminaron pasando la noche juntos.
Al día siguiente, Diana se sentía extraña. Había logrado su venganza, pero ¿a qué costo? Había traicionado su propio código de ética y se sentía incómoda con lo que había hecho. Y, para empeorar las cosas, aún no podía sacarse a Mateo de la cabeza.
Esa misma noche, Mateo apareció en su puerta, pidiéndole una segunda oportunidad. Le explicó que la aventura había sido un error y que la amaba más que nunca. Diana se sintió confundida, pero cuando lo vio ahí, parado frente a ella, se dio cuenta de que lo amaba también. Decidió perdonarlo y trabajar juntos en la recuperación de su relación.
La infidelidad de Mateo no desaparecería nunca, pero Diana decidió que quería seguir adelante con él. Y aunque nunca le contó sobre su aventura con Camilo, encontró la fuerza para perdonar y seguir adelante.