Octavio respondió a la llamada de su pequeño hermano dejándole entrar en su cuarto un rato. El pequeño fantasma se colocó cómodamente sobre la cama de su hermano mayor y comenzó a relatar entusiasmado todo lo que sabía o creía saber sobre Luna Llena. La idea de Chupetín de escabullirse del Pantano del Olvido durante la noche de Halloween no atraía demasiado a Octavio, que era muy perezoso y comodón, y eso que ya eran dos contra uno, puesto que Viví se había apuntado a la conversación y al aventurero plan de Chupetín. Pero Octavio tuvo una idea: enviar a Rayo para que investigase el pueblo de Luna Llena antes de que tocasen las doce de la noche y así poder decidir si merecía la pena desobedecer a su madre, Donatella Mamá Bruja. De este modo, Rayo emprendió el camino hacia Luna Llena desapareciendo entre las sombras y la oscuridad.
Al llegar allí Rayo se llevó una sorpresa: había vampiros, fantasmas y brujas por todas partes… ¡eran como sus dueños! Y con aquella información partió Rayo velozmente en dirección a casa de nuevo, haciendo honor a su nombre. Una vez allí relató con muchos detalles a Octavio, Viví y Chupetín, todo lo que había tenido ocasión de ver, y decidieron que tenían que verlo con sus propios ojos al menos por una noche, porque… ¿habiendo chicos y chicas como ellos al otro lado, por qué tenían que estar solos y aburridos en el Pantano el Olvido como mamá decía?
Aquella misma tarde, y mientras planeaban su marcha en la madrugada, Ramsés Papá Momia regresó a casa con todos los familiancestros. Pero ni siquiera Viví podía atender ya a sus tatarabuelos y demás familiares. ¡Estaba loca por ver lo que había en el famoso pueblo de Luna Llena!
Con miradas y risas cómplices, los tres disfrutaron de la cena familiar aquella noche de Halloween. Donatella se había esmerado, como siempre, con sus manteles engalanados de calaveras y sus centros de mesa repletos de flores negras. ¡Estaba precioso el comedor! Tras la cena, Octavio, Viví y Chupetín decidieron preguntarle a mamá si podían acudir a la laguna para jugar un ratito con los monstruos. Aquél era el plan que habían establecido: hacer creer que irían, como solían hacer, a la laguna, para poder visitar el pueblo de Luna Llena sin que se enterasen Donatella y Ramsés. Rayo pensaba acompañarles para que estuviesen seguros, y Sócrates, el búho, no pensaba perder detalle de su camino con su mirada mágica capaz de rastrear a kilómetros de distancia.
Una vez llegados al pueblo no podían creer lo que veían. ¡La decoración de su casa y los esmeros de Donatella Mamá Bruja no tenían nada que envidiar a lo que se veía en Luna Llena! Telarañas, momias, calabazas, fantasmas, brujas, vampiros…niños y niñas iguales que ellos corriendo felices y riendo a carcajadas. ¿Por qué se habían perdido todo aquello durante tantos siglos? Octavio y Viví no salían de su asombro intentando comprender y, entre tanto, Chupetín ya se había pegado un buen atracón de golosinas y piruletas. Aquellos niños, que acumulaban caramelos y chocolates en cestas, le daban dulces sin parar… ¡era un paraíso!
Octavio, Viví y Chupetín, pasaron la noche más mágica y divertida de todas sus vidas. Octavio, incluso, quedó prendado de la belleza de una vampira con grandes colmillos blancos extraordinarios. Jamás había visto nada igual, puesto que vivían solos en el Pantano del Olvido. Solo había oído hablar de los vampiros en los grandes libros que Ramsés Papá Momia guardaba en su biblioteca, y en los relatos repetidos de su tatarabuelo Dracu, el único vampiro de la familia al que había tenido ocasión de conocer. Solo Viví, que era una chica muy inteligente, pudo darse cuenta finalmente de que aquellos niños no eran como ellos. Sin embargo, no le importó. Estaba tan contenta de poder compartir historias y bromas con más brujitas de su tamaño, que no dijo ni una palabra a sus hermanos.
Fue una noche fabulosa. El viaje hasta Luna Llena sin duda había merecido la pena y, cabizbajos, regresaron al Pantano del Olvido acompañados de su gato Rayo. Viví, por su parte, además de una gran noche y un premio al mejor disfraz, volvió a casa con un secreto extraordinario que no contaría a nadie nunca jamás. Ahora ya sabía que mientras visitasen Luna Llena durante la noche de Halloween, nunca serían descubiertos por nadie y podrían disfrutar de lo lindo como un niño más.
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