Era la noche de Halloween y Margaret y su hijo Dani habían invitado a un viejo amigo a acompañarles y, tal vez, ver algunas pelis de miedo antes de dormir, pero el timbre parecía sonar demasiado temprano…
¡Hola Mark! Aún no está lista la cena, pero podéis pasar- Dijo Margaret a su amigo e invitado.
Se trataba de Mark, el amigo de la familia que había sido invitado a la cena, pero que misteriosamente había llegado acompañado de una persona que no conocían.
Margaret, disculpa que haya traído a alguien sin avisar, pero no he tenido tiempo. Os presento a mi amigo Tom.
En ese instante el hijo de Margaret, Dani, que bajaba las escaleras para unirse a la cena, gritó:
¡Ohh! ¡El aspecto es increíble! ¿Quién es? ¡Parece un vampiro real! ¿Te gustan los vampiros? –Preguntó Tom a Dani. ¡Me encantan! –Respondió Dani emocionado- ¿Quieres subir a ver mi colección de fotos y juegos de vampiros?
Tom se giró para ver la reacción de Margaret y de Mark y, ante sus sonrisas, subió sin dudarlo más tiempo.
Tom subió al piso superior, donde se encontraba la habitación de Dani, y entró en su cuarto. Dani se encontraba muy emocionado con la sorpresa de Mark, ya que no tenía muchos amigos y además le apasionaban los vampiros y todas las cosas de misterio. Necesitaba hablarle a alguien de todas sus aficiones y aquel muchacho, Tom, parecía ser la persona ideal.
¿Con que te gusta mi aspecto, eh? -Dijo Tom- Quizá yo pueda ayudarte a vestir como yo si quieres. ¿En serio? –Respondió Dani sorprendido- ¡Sería fantástico! Si te gustan tanto los vampiros, yo puedo ayudarte, porque a mí también me encantan. Pero hazme un favor, quita esa cruz que está en aquella pared…
Dani, emocionado con su nuevo amigo y con la idea de poder al fin compartir aficiones, fue corriendo a quitarla sin preguntarse nada más. Y tras ello se pusieron manos a la obra y fueron buscando las mejores cosas con las que dar con un disfraz de vampiro para Dani.
Ambos tardaron un buen rato en dar con lo que más se adecuaba a la ocasión, y finalmente bajaron a cenar. Dani bajó vestido de negro, con unas botas altas y una capa improvisada hecha con su sábana de dormir. ¡Ah! Y por supuesto unos colmillos que tenía guardados de anteriores disfraces.
Ahora sí me veo como un vampiro, ¡me veo como tú! ¿También tienes colmillos? ¡Sí, claro! ¡Todos los vampiros tenemos!
Dani no podía creer que aquel chico tuviera los mismos gustos y el mismo sentido del humor que él. Durante la cena, Dani preparó unas copas y echó zumo de granada que había preparado su madre para dar más ambiente a la cena de Halloween, y así, riendo y brindando pasaron la noche los dos nuevos amigos. Entonces, de nuevo en la habitación, Tom propuso algo importante:
¿Quieres hacer lo que los vampiros hacemos? ¿Y qué es? –Respondió Dani. Pues convertirnos en murciélagos. ¿En serio? –Respondió Dani maravillado. ¡Claro! –dijo Tom.
Y tras aquellas palabras el cuerpo de Tom se transformó y se convirtió en un murciélago para volver a su forma humana casi de manera inmediata, tanto, que casi parecía imposible de ver bien.
¿Has visto? ¿Estás preparado tú? –Dijo Tom a Dani. ¡Sí!
En ese instante ambos se transformaron en murciélagos y dieron muchas vueltas a través de la habitación. Después Tom propuso a Dani volar fuera de casa a través de los árboles y el cielo estrellado e iluminado. Y tras volar durante muchísimo rato regresaron a la habitación de Dani.
Yo tengo que irme ya –dijo Tom. Pero, ¿por qué no vuelves a tu forma normal? – Preguntó Dani extrañado. Porque así es más fácil volar e ir a otros lugares –dijo Tom-, pero ahora sabes cómo ser un verdadero vampiro cuando te apetezca.
Al cabo de un rato Dani escuchó la puerta y, al asomarse por la ventana, pudo ver como se despedían de su madre Mark y su amigo, alejándose tras ello poco a poco a paso tranquilo. Ya no era un murciélago…pero, ¿se trataba de un verdadero vampiro? La emoción no dejaba a Dani pensar con claridad y solo tenía clara una cosa…
¡Mamá! ¡Tenemos que invitarles a casa más! ¡Ha sido una noche increíble!