Esta es la historia de dos hermanos, un tritón y una sirena. Tritón era el hermano mayor, y sirena la hermanita pequeña. Los dos vivían con su padre, el rey Tritón, y todo era risas y fiesta hasta que un día la sirena desapareció. El rey, muy triste, pensó que se trataba de uno de esos pescadores que siempre atrapaban peces y se los comían, por lo que se preocupó por su pequeña y decidió ir rápidamente a buscarla.
El tritón decidió no ir solo y acompañarse de sus fieles delfines y tiburones para tener más ayuda en la larga búsqueda. Pasaron semanas enteras sin comer, buscando pistas que les condujeran a la sirena, incluso se metieron entre tormentas marinas peligrosísimas, pero nada de aquello importaba porque solo querían encontrar cuanto antes a la pequeña sirena.
La búsqueda se alargó sin muchas noticias hasta que un día se encontraron con un barco pesquero. Decidieron seguirlo y el barco les llevó a un pequeño pueblo lleno de pescadores y en el que siempre tenían pescado fresco para vender mientras las gaviotas cantaban esperando comer algo.
El joven Tritón no solía frecuentar las costas humanas, ya que los seres de su reino siempre habían estado en guerra contra las personas de la superficie y nunca se habían llevado bien, por lo que prefirió esperar hasta estar seguro de poder encontrar a su hermana. Poco tiempo después pudo divisarla junto a una roca cercana en compañía de un humano.
Tritón no podía creer lo que veía, estaba confundido, su hermana estaba con un humano y lo peor no era eso, lo peor era que había otros humanos más, personas que la saludaban como si nada. El tritón fue hasta donde estaba y le pidió que regresara con él a casa, pero ella se negó.
La sirena no tenía pensado volver a casa, ya no, estaba feliz y se había casado con un humano, cosa que su hermano no comprendió, no sabía por qué ella se había fijado en un habitante de la superficie cuando habían tantos buenos pretendientes para ella allá en el reino de su padre, a lo que ella le explicó que solo estaba enamorada del pescador al que ahora llamaba su esposo.
El tritón intentó ser comprensivo, la intentó convencer para que volviesen, pero ella se negó, así que él decidió quedarse ahí por un tiempo; no quería dejar a su hermana en manos de cualquiera y menos de un humano, así que vivió ahí con ella por un mes y descubrió que los humanos no eran tan malos, o por lo menos, el pequeño pueblo en donde se encontraban.
Trataban muy bien a su hermana, incluso a él, los hacían sentir a gusto, así que el tritón parecía feliz por eso. En el fondo solo quería que ella fuese feliz y así fue, a pesar que su hermana no quiso volver más al reino de su padre, su hermano siguió visitándola todo el tiempo, comprendiendo que a veces, a pesar que la familia no está siempre con nosotros, no significaba que ya no se quieran y que no siempre se debía juzgar a alguien sin conocerlo, ya que se podía llegar a llevar una agradable sorpresa.