Los piratas son hombres muy supersticiosos, y eso quiere decir que creen mucho en las leyendas y cuentos del mar. Uno de los más famosos es el del capitán Caloto y el canto de las sirenas.
La leyenda cuenta que un pirata de nombre Caloto iban con su tripulación a una isla a enterrar uno de sus muchos tesoros. El problema es que la tripulación se perdió por un error del mapa (lo estaban viendo al revés) y no daban con la isla.
Pero Caloto no creía mucho en las leyendas, por lo que pensó que nada malo podría ocurrir…, hasta que se vieron envueltos en una espesa niebla que no les dejaba ver casi nada. ¡Y para colmo se estaban quedando sin comida!
Las noches y los días eran largos, y sus hombres ahora tenían demasiada hambre y demasiado frío como para poder hacer cualquier cosa. Durante uno de esos días, uno de los hombres (el más joven de todos) gritó algo que dejó a todos boquiabiertos: “¡Las sirenas! ¡Escuchen el canto de las sirenas!”.
Nadie lo podía creer…, pensaban que era una broma del grumete, pero no. Poco a poco los hombres pudieron escuchar un canto hermoso, suave, como el de una madre cantándole a su bebé.
Caloto les dijo entonces que no las escucharan, que las sirenas daban mala suerte a los piratas haciéndoles enloquecer y arrastrando sus botes hasta el mar más profundo. Entonces los tripulantes se pusieron tristes, porque querían seguir el canto tan hermoso que escuchaban y no tener que taparse los oídos ni ignorarlo, por lo que decidieron no hacer caso a Caloto. Así, al día siguiente, pudieron escuchar y ver a las sirenas, que nadaban libres y alegres en el mar. ¡Qué hermoso baile y cantar tenían! Todas lucían unos cabellos muy largos y colas brillantes, con las que agitaban fuertemente el agua al nadar. Algunas incluso llegaron a saludar a los piratas, y otras simplemente se dedicaban a flotar y a chapotear de aquí para allá.
Uno de los piratas llegó a hablar con una de las sirenas, y después de hacerlo se convenció de que en realidad lo de que traían mala suerte era otra leyenda más, y que estaban allí para ayudarles. Entonces advirtió a los demás del mensaje que traían las sirenas y que decía que debían acompañarlas, pues otro grupo de piratas les seguía y planeaba conducirles a una isla desierta (sin tesoros ni nada) de la que no podrían salir.
Al capitán Caloto no le gustó mucho la idea, y seguía convencido de que las sirenas podían ser criaturas traicioneras y malvadas, por lo que exigió hablar también con alguna de ellas. La escogida fue Celeste, la que hablaba mejor el idioma de los humanos. La sirena Celeste pidió entonces a Caloto que se acercara a la orilla del barco y el capitán acudió raudo, ansioso de descubrir las verdaderas intenciones de aquel grupo:
El mar es nuestra casa, y conocemos todos sus secretos y a todos sus moradores a la perfección. Por eso sabemos que estáis yendo por el camino equivocado y que alguien os sigue los pies…pero podemos ayudaros- Dijo Celeste. No necesitamos ninguna ayuda- Contestó Caloto. Es la última oportunidad que tenéis. Solo tendréis que seguirnos cuando emprendamos de nuevo nuestro camino.
El capitán dudó por un momento, hasta que vio que toda la tripulación le observaba por detrás y le hacía señales para seguir a las sirenas. Entonces a Caloto no le quedó otra opción y todos comenzaron a seguirlas moviendo el barco a babor y a estribor cuando era necesario. Si el día estaba muy nublado o la noche era muy oscura, ellos siempre podrían seguir el canto de las sirenas y llegar sanos y salvos a tierra firme.
Finalmente pudieron comprobar que las sirenas no mentían y que les condujeron a buen puerto salvándoles de un destino incierto y acercándoles a la isla en la que siempre enterraban sus tesoros. Pasado un tiempo, no solo lograron llegar a la isla que querían, sino a muchas otras para conseguir más tesoros que poder guardar. Toda la tripulación del capitán Caloto agradeció a las sirenas su valiente y dedicado esfuerzo, y gracias a ello se convirtieron en una de las leyendas más grandes de los siete mares, la que decía que el mejor amor que pueden tener las personas que navegan por el mar y se enfrentan a mil y un desafíos, es el amor por la vida…¡Ese sí que era un canto bonito y mágico, como el de las sirenas!