Bambi nació en el bosque, en un lugar bien escondido entre grandes árboles. La noticia corrió entre los animales y todos fueron a verle, porque su padre el Gran Príncipe del Bosque. El Búho fue el primero que vio el recién nacido.
-¡Enhorabuena, mamá! ¡Qué hijo tan precioso ha tenido la señora! Es un verdadero príncipe. – dijo el búho.
La madre de Bambi miró hacia arriba. -Muchas gracias-, dijo con dulzura. Después acarició a su hijo con el hocico.
– ¿Cuál es el nombre del niño?-preguntó el conejito.
– Bambi. -respondió la madre.
– Bambi. -repitió el conejito. Es un bonito nombre. Yo me llamo Tambor.
Y se fue dando saltos con su madre y sus hermanitos.
El bosque estaba precioso en verano. Los árboles se erguían silenciosos contra el cielo azul y la tierra parecía una alfombra de flores, que abrían sus corolas rojas, blancas y amarillas. Bambi fue a pasear con su madre por los caminos de hierba. Por todas partes encontró Bambi amigos. Se quedó muy asombrado cuando vio a las zarigüeyas colgadas de una rama cabeza abajo.
-Creo que nunca aprenderé eso, -dijo Bambi girando la cabeza para mirar a las zarigüeyas.
Al llegar a un pequeño claro el bosque, Bambi y su madre encontraron a Tambor y su familia.
-¡Bambi!, ¡Ven a saltar conmigo! -Dijo Tambor.
Bambi echó a correr al lado de Tambor. Pero al ver a una familia de pájaros, Bambi se detuvo a mirarlos.
-Son pájaros, Bambi. -dijo Tambor.
-Pajaritos. – repitió encantado.
Cuando una mariposa se posó en su cola, gritó: -¡Pajarito!
-No, Bambi. -le explicó Tambor. También vuela, pero no es un pajarito. Es una mariposa.
Entones Bambi vio una mata de flores amarillas y corrió hacia ellas.
-¡Mariposas!. -exclamó.
-No, Bambi. –dijo Tambor. Eso son flores.
De repente Bambi se quedó mirando atentamente. Del macizo de flores surgía algo distinto, era una cabecita negra con dos ojitos brillantes.
– ¡Flor! -dijo Bambi.
– Eso no es una flor, es un zorrillo.
-¡Flor! -repitió nuevamente el pequeño.
-Puedes llamarme flor si quieres – dijo el zorrillo. No me ofendo. La verdad es que me gusta.
En ese momento nuestro pequeño amigo ya tenía un nuevo compañero de juegos.
Un día la madre de Bambi le llevó a pasear hasta un lago. Cuando vio su imagen dentro del agua, se extraño muchísimo, apareciendo a continuación otro animal igual a él. El pequeño exclamó: ¡Ahora hay dos dentro del agua!
-No Bambi, esta es Falina, tu prima, que también ha venido a pasear con su madre – le explicó su madre.
En ese momento Bambi y Falina se hicieron amigos y fueron al bosque a jugar pero de pronto, oyeron el ruido de muchos cascos golpeando el suelo; los animales empezaron a huir del bosque. Todos se parecían a Bambi y Falina, pero tenía grandes cuernos y corrían a gran velocidad.
Entre ellos estaba el Gran Príncipe del Bosque, el más valiente y fuerte de todos. Se paró junto a Bambi y su madre y les avisó: -¡HAY HOMBRES EN EL BOSQUE!
Más tarde, escondido junto a su madre, Bambi, que era muy preguntón, quiso saber:
¿Qué animal es el HOMBRE? -Preguntó Bambi.
Su madre le explicó:
– El HOMBRE es un animal de escopeta. – Dijo su madre.
– ¿Y aquel grandote que nos avisó quién es? -Preguntó Bambi.
Aquél es el Gran Príncipe del Bosque. Es tu padre Bambi, – le dijo su madre.
Algunos meses después vino el invierno. Una mañana Bambi se despertó tiritando de frio. Cuando miro a través del bosque, vio que todo estaba cubierto de blanco.
-Es la nieve, Bambi. -Dijo la madre. Ven a caminar por ella.
Cautelosamente, dio sus primeros pasos por la nieve, y vio que sus patas se hundían en el suelo. Tambor patinaba sobre el lago cubierto de hielo y Bambi trotó por la ladera abajo para ir a jugar con él, pero no estaba acostumbrado a caminar sobre hielo por lo que sus patitas finas y largas resbalaron cayendo sentado en el frío suelo. Cuando miró, Tambor se reía a carcajadas. El invierno era una época penosa para los animales del bosque. No había hojas ni brotes para comer. A veces, Bambi y su madre tenían que arrancar corteza de los árboles, pues no había otro alimento.
Por fin, cuando parecía que no iban a encontrar nada más, se produjo un gran cambio. Un día la madre de Bambi cavó en el suelo y encontró hierba debajo de la nieve. Era primavera otra vez. El sol brillaba nuevamente y todo volvía a estar verde. Bambi, Tambor y Flor habían crecido. -Es la época del cortejo-, dijo el Búho. Al cabo de poco tiempo, Bambi oyó una voz:
-Hola, Bambi, ¿ya no me conoces? Soy Falina.
Bambi la miró encantado ya que Falina había crecido y estaba muy guapa. Al rato los dos se fueron juntos a pasear por el bosque. Ahora Bambi sabía que “cortejar” significaba enamorar.
Un día Bambi advirtió en el aire la presencia del hombre. Luego oyó los ladridos de los perros de los cazadores que se acercaban. Oyó disparos y se sitió herido. En aquel momento apareció el Gran Príncipe del Bosque y dijo:
-¡El fuego del campamento de los hombres ha incendiado el bosque! Nuestra única salida es el río.
Ayudado por su padre, Bambi consiguió llegar al otro lado del río, donde encontró a Falina y a los otros animales que había huido del bosque, salvándose todos del gran peligro que les acechaba.
Cayó la nieve y después de ella llegó otra vez la primavera. Bambi era ahora el Gran Príncipe del Bosque, Tambor quiso invitarle a conocer a su familia y también Flor le llevó a ver a la suya.
Bambi se sintió encantado con los hijos de sus dos amigos. ¡Eran lindísimos! Luego les invitó a todos a visitar a Falina, que había tenido dos preciosos cervatillos. Tambor y Flor felicitaron a Bambi, que ahora era padre de un pequeño príncipe y de una princesita.