Linda era una perra muy pequeñita que vivía junto a sus padres. Todo eran comodidades y cariños para ella, pero Linda no respondía a todo aquel cariño de sus padres con amor y agradecimiento, al contrario. Linda disfrutaba rebelándose contra todo y plantando cara a sus padres con cualquier pretexto absurdo. Pero un día, su rebelión se convirtió en algo muy preocupante para sus padres: Linda no quería probar bocado. « ¿Por qué se comporta así?», se preguntaban sus padres sumamente preocupados por ella. No entendían el motivo de aquel extraño comportamiento, ya que procuraban preparar los mejores y más suculentos bocados siempre para ella.
La negación de Linda a comer llegó a tal extremo, que sus padres tuvieron que llevarla al médico para que le recetase unas buenas vitaminas con las cuales poder seguir correteando y ladrando de aquí para allá. Pero a pesar de aquel toque de atención, Linda continuaba comportándose de manera terca e imprudente.
¿Por qué he de comer cuando otros lo digan? – Exclamaba continuamente Linda, sin darse cuenta del alcance y de la peligrosidad de su acto.
De este modo transcurría el tiempo Linda, que iba enflaqueciendo poco a poco a ojos de todos los que la rodeaban. Pero un buen día, los padres de la perrita tuvieron la fortuna de escuchar el consejo de un gran amigo:
Tenéis que conocer a mi vecino. Es el perro más atlético de todo el barrio y seguro que hará buenas migas con Linda – Dijo el amigo de la familia entusiasmado.
Y de esta forma, Linda conoció a Thor, un fantástico galgo que había sufrido mucho en el pasado y que ahora dedicaba su tiempo libre a hacer amistades y a disfrutar de la práctica del deporte y del tiempo libre. Una vez enterado de su problema, Thor decidió contarle a Linda algunas de las experiencias que él mismo había vivido:
Los galgos no siempre lo tenemos fácil en la vida. Muchos humanos nos acogen para ayudarles a cazar pájaros, y demás animales, y tras agotarnos con jornadas extremadamente cansadas, nos abandonan casi sin despedirse de nosotros. Y pasamos mucha hambre, pero nadie nos da de comer.
Linda, asombrada y entristecida por la historia de Thor, se dio cuenta de lo cruel que había sido con sus padres. Thor y Linda pasaron juntos unos días extraordinarios, llenos de juegos y de paseos por montañas y preciosos valles. Hicieron tanto ejercicio y hablaron de tantas cosas, que al volver a casa, Linda se moría de hambre y de ganas de sentirse a la mesa junto a su familia.
¡Qué agradecidos estaban los padres de Linda a Thor! ¡Había conseguido salvarla!