Patito era un pato como otro cualquiera, salvo por el hecho de que le apasionaba el deporte. La idea de que los patos son torpes había alejado de ese mundo a toda su familia, pero él estaba convencido de que con esfuerzo e ilusión nada de eso sería cierto. En concreto, lo que más le gustaba del mundo era nadar. Y no es que se dedicara a chapotear en las charcas, como hacían los demás patos, sino que Patito gustaba de nadar a mariposa, de espaldas, y varios estilos más. ¡No se le resistía nada!
Patito descubrió una mañana que en su escuela iba a organizarse una competición deportiva para celebrar el fin de curso. Estaba muy emocionado porque, entre las pruebas que iba a haber, también se encontraba la natación y en pleno lago. Muy contento acudió a su casa para contarles a sus papás lo importante que era aquella competición para él y cómo iba a esforzarse para participar en sus pruebas. No dejó de escuchar a Patito su mamá con cierta preocupación, puesto que se aproximaba el fin del curso y había mucho que estudiar. Pero como las ilusiones de Patito eran también ilusiones para sus padres, decidieron apoyarle y darle permiso para participar en aquellos juegos deportivos.
Desafortunadamente, tal era el empeño de Patito por participar en aquella competición, que fue dejando de lado y cada vez más el resto de sus tareas y materias escolares, lo cual era una verdadera lástima, porque Patito era un gran estudiante y con muy buenas notas. Sus padres y sus profesores estaban muy preocupados y con razón. De esta forma, los padres de Patito decidieron hablar con el muy en serio:
No queremos que dejes el deporte porque sabemos que te gusta mucho y que lo haces muy bien. Sin embargo, no puedes descuidar tus estudios porque son muy importantes para que seas un patito de provecho el día de mañana. El secreto está en organizar nuestro tiempo, para que podamos hacer todo lo que necesitemos y nos propongamos. – Dijo muy serio el papá de Patito. Te prometo que estudiaré más, papá. – Respondió Patito con entusiasmo.
Pero pronto Patito se olvidó de nuevo de su promesa volviendo a las andadas y a su anterior actitud. Y fue entonces cuando sus padres y sus profesores decidieron ponerse algo más serios para que patito entrase de una vez en razón:
– Si no apruebas este curso, no podrás participar en los juegos deportivos. – Espetó mamá con tristeza.
¡Y funcionó! Tan grandes eran las ganas que Patito tenía de nadar en el lago, que comprendió la importancia de las recomendaciones de sus mayores. Poco a poco fue recuperando el tiempo perdido y administrando con paciencia y sabiduría el mismo, sacando en consecuencia el curso con buenas notas. Y lo mejor de todo, pudo participar en los juegos deportivos que festejaban el final de aquel curso y lo hizo de la mejor forma posible: ganando la carrera a nado en mariposa en el lago. Y es que dedicarle un poquito de tiempo a cada cosa y esforzarse con responsabilidad, tenía excelentes recompensas. Patito lo sabía muy bien… ¡había vivido unas auténticas olimpiadas!