¿Sabéis donde se encuentran las mejores castañas del mundo? Pues en un pueblecito encantador en el que vive la señora Rabbit. En dicho pueblo, cada semana tiene lugar un mercadillo en el cual diferentes vecinos de la zona acuden a mostrar y a vender sus mejores productos.
La señora Rabbit era la productora de todo lo que rodeaba a sus castañas. Cuidaba sus castañares a las afueras del pueblo, recolectaba las castañas en el otoño, y después las vendía en su puesto del mercado, asadas, tostadas, y sin tostar.
La señora Rabbit era conocida por su gran amabilidad, siempre atenta a las preocupaciones y necesidades de sus vecinos y demás comerciantes que siempre procuraban visitarla durante su estancia en el mercado. Su amabilidad y lo riquísimas y sanas que eran sus castañas, hacía que vendiera y vendiera sin parar, lo que además de bueno para su negocio, la convertía en la mujer más agradecida del mundo.
Pero un día la suerte pareció irse de su lado. Recién recogidas y tostaditas las castañas, se desató una fuerte tormenta en el pueblo, anegando la mayoría de puestos del mercado, incluido el de la señora Rabbit. No daba abasto en correr de un lado a otro bajo la lluvia, intentando recuperar sus preciadas castañas, el sustento de su día a día. A pesar de su agilidad natural, la señora Rabbit ya acusaba dolores propios de la edad, y no podía recoger todo lo que la tormenta había desplazado de su puestecito.
Los pájaros, vecinos del pueblo y muy amigos de la señora Rabbit, no dudaron en ponerse en marcha ante la terrible situación. Llegaron a recorrer muchos kilómetros para dar con todas y cada una de las castañas que la señora Rabbit había recolectado y perdido de vista en tan solo un segundo. Sin las castañas, la señora Rabbit perdería todo lo que tenía, y con todo lo que hacía por los demás los pajarillos no podían permitirlo.
Gracias a la inestimable ayuda de los pájaros, a la semana siguiente la señora Rabbit pudo de nuevo abrir su pesto en el mercado con normalidad. ¡Qué contenta estaba y qué orgullosa de sus amigos! El puesto de la señora Rabbit estaba lleno a rebosar. Vecinos de incluso otras localidades bastante más lejanas, habían acudido para preguntar a la señora Rabbit por su estado y por los detalles de aquella aventura. La señora Rabbit, por su parte, no dudó en hacerles saber a cada uno de ellos lo importante que es tener a gente que te quiera y se preocupe por ti a tu alrededor. Estaba convencida de que nadie, al margen de su tamaño o condición, era un amigo pequeño.