Se que es difícil ver más allá de lo que he dicho y echo en todos estos años, también para mi lo es, en especial los primeros años, llenos de la para nada convencional enseñanza de Andrea y mi torpe, muy torpe experiencia sobre el mundo real; según ya habia dado por cerrado ese ciclo, después de todo «soy un genio», «lo sé todo y lo que no, es porque no me interesa» a veces asegurar tanto algo, termina por convertirlo en verdad, y así era, nunca me habia interesado establecer lazos con nadie, bueno, nadie aparte de lo establecido, mis hermanos, Andrea y Grace a medias, ¿amigos?, vaya, viéndolo de esa forma creo que no se me da muy bien lo de los amigos, aunque creo que estoy consiguiéndolo con Leo, le agrado y el me agrada, eso me es suficiente, pero de los demás no puedo decir lo mismo.
Mas bien diría que mi popularidad se mantiene gracias a la malísima y para nada perturbadora herencia genética de Dann, curiosamente la gente se fascina específicamente con esos rasgos, incluso cuando son muy invasivos, los abrazan y admiran con un genuino orgullo en su voz, ahora entiendo la estupidez de los protagonistas de las pelis de terror. «Michigan, ¿cierto? podría reconocerlo en donde fuera», dije a la vecina justo después de traer a los niños del parque, casi siempre consigo risas nerviosas o un ilusionado «¿haz ido?», o lo que pasó esa vez, una larguísima plática que no me apetece en lo absoluto, pero que consigo disfrutar como cualquiera, aunque no por lo que se esperaría.
Gina me ha dado la contraseña de su caja fuerte.
Un diminuto e imaginario Silvestre da un salto de victoria sobre mi hombro y yo me muerdo la mejilla para disimular la excitación que me provoca salirme con la mía . «¿Enserio fue tan fácil?» es sorprendente dirigir una platica a algo en especifico, hemos empezado con lo de Michigan y hemos terminado con un reportaje entero del ultimo partido de los Buffalo Bills, el equipo favorito de Peter —su esposo— definitivamente he cambiado, porque el toque no lo he perdido «aun podría joder a Peter si quisiera» la posibilidad de vengarme de la bravucona de Junior, se presenta como una sonrisa inclinada que soy incapaz de controlar.
Se me ocurren tantas formas para hacerlo, pero no lo hago, en lugar de eso, le doy las buenas tardes a Mercedes y cruzo la calle.
Imagino al pequeño Silvestre insultándome en todos los idiomas posibles, tirando de mi cabello mientras señala desesperadamente al otro lado de la acera, pero ya no puedo hacerlo, «ahora soy papá», y un padre de familia no anda por ahí jodiendo a diestra y siniestra….
«Al menos no de frente, lo sé, juego sucio»
Al parecer todas esas parrilladas no fueron una perdida de tiempo, es un gran avance que Silvestre Silvestre Vansua se piense dos veces las cosas, cuando lo único que desea hacer es desaparecer a Peter de su vista, para aterrorizar al retoño al otro dia con una simple pero efectiva pregunta «¿Y tu papá, Hailey?» Si eso sucediera, estoy seguro de que esa mocosa no volvería molestar a Junior en lo que le reste de vida, pero también sé que si Andrea lo descubriera seria fatal, así que paso.
Esos pensamientos nunca abandonan mi cabeza, en lugar de eso, se transforman, multiplican y aparecen en los momentos menos indicados. Señalan rostros, rostros que no conozco y aun así consiguen mantenerme alerta, me orillan a ser precavido, a medir cada uno de mis pasos. No estoy completamente seguro si la forma en la que me relaciono es la correcta, pero no puedo ver nada más que datos, expedientes flotantes e imaginarios creados por mi propia mente.