Érase una vez un joven que se quejaba continuamente de la vida. Siempre estaba triste y frustrado por lo que no tenía, en lugar de agradecer por lo que sí tenía. Un día, su sabio abuelo le pidió que lo acompañara a caminar por el campo. Mientras caminaban, el abuelo le preguntó al joven qué veía a su alrededor. El joven respondió: "Solo veo hierba y árboles". El abuelo le preguntó de nuevo: "¿No ves los pájaros y las mariposas revoloteando alrededor? ¿No escuchas el sonido del agua fluyendo en el arroyo cercano?".
El joven respondió que no había prestado atención a esas cosas porque estaba absorto en sus propios problemas. El abuelo le dijo: "La vida es como este campo. Hay belleza y maravillas a tu alrededor, pero debes abrir los ojos y el corazón para poder apreciarlas".
A partir de ese día, el joven comenzó a ver la vida de manera diferente. Comenzó a prestar más atención a las pequeñas cosas y a ser agradecido por ellas. Descubrió que la vida tenía mucho que ofrecer, si solo se tomaba el tiempo para apreciarlo.
Cuando el abuelo estaba enfermo,no tenía quien le ayudase. Ya que su nieto, se centro en estudiar la naturaleza. El anciano pereció sólo y sin nadie que lo apoyase.