Efímera, sencilla, inocente, bella y frágil. Así era ella. Su espíritu brillante y acogedor le resultaba atractivo a muchos, en especial a esos seres que deseaban poseerla y causarle daño en el proceso.
Sus pequeñas alas se desplegaron al alcanzar la juventud, provocando que sus sentimientos inocentes y sin segundas intenciones le tendieran una vil trampa.
El resultado fue la destrucción de todo lo hermoso que para ella significaba la vida. Su alma se apagó lentamente, dando paso a la muerte de su primavera y con ello nació todo lo opuesto que alguna vez fue.
Ya no era una pequeña luciérnaga que iluminaba la existencia pasajera de quienes le rodeaban...
(Relatos de un peregrino)