Sentado frente al televisor, en su cómodo sillón, el autor Fernando Trujillo veía una película por HBO, se trataba de Constantine el hechizero que expulsa demonios protagonizado por el buen Keanu Reeves. En la vida real el autor desconocía quién carajos era Keanu Reeves. Le importaba una mierda, solo quería ver una buena película mientras tomaba una cervecita.
Y valla que Constantine era una buena película.
En la película, Constantine hablaba con un colega, por teléfono, mientras ese consultaba unas páginas en un grueso libro que se llamaba la Biblia del diablo.
Fue entonces cuando el autor, con su pequeñito en su regazo jugando con sus regordetas manos con el control remoto, se preguntó: "¿Qué pasaría si en la vida real existiera un hombre sin alma?
¿Qué pasaría si Fernando Trujillo Sanz fuese un hombre sin alma? Se imagino con el cabello gris, con los ojos grises; una personalidad fría carente de toda emoción. Sin sombra. También se imagino como una hombre solitario obsesionado con las páginas de un libro que se llamaba "la Biblia de los Caídos".
Fue cuando se le ocurrió la mejor historia de fantasía oscura de la historia, la mejor obra de su carrera como autor.
Fin