Eras la estrella más brillante que vi jamás.
Eras el poema más efímero que jamás desee terminar.
Eras la pintura más hermosa que jamás logre plasmar en el lienzo de mi mente.
Eras la compañía que jamás pedí.
Eras la canción que jamás esperé que se convertiría en mi favorita.
Eras el laberinto del que jamás quise escapar.
Eras la única persona que jamás desee que desapareciera, que me abandonara.
Eras la única existencia que me mantenía con vida, con un pequeño atisbo de esperanza. La única que podía lograr que en mi rostro se viera algo contrario a la tristeza y al desprecio hacia este enorme, extraño y desconocido mundo. La única que logró hacer que deseara despertarme un día más y que odiara el momento de volver a estar en mi habitación escondido del mundo exterior.
Eras como la luna que me ilumina en las noches más oscuras, pero que jamás pude alcanzar.
Eres el recuerdo que jamás quise olvidar.