No debí ir a ese bosque...
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Oscuro, frío, aterrado, sombrío... así describiría este lugar, este bosque donde ni siquiera puedes verte las manos de lo oscuro que se encuentra su interior a estas altas horas de la noche. . . .
Recuerdo despertarme esa mañana con el pensamiento típico de colegiala~
—No quiero ir al cole.
Escucho los pasos de mamá debajo de mí, recuerdo nuestra casa. Un ambiente acogedor, la puerta principal de una casa de dos pisos pintada de un color blanco hueso, la reja que separaba nuestro patio de la carretera, de igual color, y la gran cantidad de flores y plantas, a mamá le encantan; recuerdo un pasillo el cual te encontrabas al entrar por la puerta principal, este adornado de cuadros familiares y decoraciones de flores artificiales; a continuación la sala de estar con muebles cómodos y una tele no tan exagerada, a su derecha se encontraba la cocina y a su izquierda las escaleras a la segunda planta de la casa en la cual se encontraban los cuartos con sus respectivos baños.
Mi cuarto pintado de negro con una decoración de terror, molestó a mi mamá; si tuviera que describirnos, yo sería el demonio y ella el ángel. Solo somos ella y yo, papá desapareció cuando apenas tenía trece años; ¡Maldito infeliz!~
—María, baja de una vez que se te hace tarde y ya las chicas están aquí!— Grita mamá desde el primer piso.
—Ya bajo, solo dame un segundo— Contesto yo, mi cuarto estaba ubicado justo debajo de la cocina, eso me gustaba, aunque a veces tenía que soportar las canciones de mamá cuando cocina.
Me pongo un vestido de color pastel, con unas sandalias a juego; recojo mi pelo en una coleta y pinto mis labios de un color rosa claro, casi transparente. Odio esta ropa, pero si salgo a la calle con ropa negra mamá me mata.~
—Holis chicas, las hice esperar mucho— Río, al ver que una de ellas pones sus ojos en blanco.
—No, como crees, vámonos antes de que nos coja tarde— coge su mochila y se dirige a la puerta. Ella es Emilia, la típica chica fresa, su cabello color rayos de sol y sus ojos perfectamente maquillados, estos color azul, es buena amiga y a veces fastidia, pero si tengo que darle un riñón sin duda alguna se lo doy.
—No le hagas caso bebé, ella se acaba de dejar hoy con David, falta de sexo— Me susurra Beatrice, chica pelirroja con unos ojos cafés y pecas, las cuales se le veían super sexy.
Suelto una leve carcajada, la cual provoca la confusión en la mirada de mi madre.—Adiós mamá, te veo en la tarde— le di un beso y me dirijo a la puerta donde estaba Emilia con mirada de poca amiga.
—Beatrice, quería decírselo yo!— Hace un pequeño puchero.
—Ya vale, que se lo diga yo o tú da igual, al final se va a terminar enterando— Destaca la pelirroja.
A todo esto se me olvidó presentarme, mi nombre es María Alfian, tengo dieciocho años y me encantan las pelis de miedo por así decirlo. Soy rubia natural, aunque me teñí el pelo de negro desde los catorce, tengo una obsesión con ese color. Desde pequeña nunca le tuve miedo ni a una mosca y eso me trajo muchos problemas.
—Bien hola infierno— dice Beatrice.
—A mí me gusta la escuela— recalca Emilia. Acaso esta niña tiene algo en ese bulto de pelo.
— A ver cielo, tú eres de otro planeta y eso lo entendemos yo y Bea, sabemos lo trastornada que estás— suelto una carcajada.
—No es mi culpa que sean unas burras— Dice Emilia sacándonos la lengua.
—Hola chicas, que hacen— Dice el misterioso trigueño con ojos negros como la noche y ese cuerpo de atleta, en fin todo un bombón.
—Hola Ernesto— Respondo yo con los nervios de punta, sí, no le temo a nada; a excepción de este bombón creado por los mismos dioses, si no les ha quedado claro es mi crush.
—Hola mm, perdón como te llamabas— Me mira con algo de confusión en los ojos.
—María, se llama María— Responde Beatrice con cierto tono molesto.
Siento un poco de tristeza, vamos sé que no soy una belleza, pero estamos en el mismo salón, acuérdate de mi nombre tonto.
— Bea, déjalo—Digo yo algo nerviosa.
—Como sea— Dice él.— Yo y los chicos estamos organizando un recorrido por el bosque, quieren venir.
—N..— No deje que Emilia terminara de decir esa directa negación, esta era mi fantástica oportunidad de que él me tomara en cuenta.
—Si iremos, verdad, chicas— las miro esperanzadas.
—Bebe, estás segura— Me miro Beatrice.
—Sí que puede salir mal— las mire rogándole con la mirada, vamos por favor, es mi oportunidad.
—Vale, faltemos esta vez al cole, que puede salir mal— Dijo Emilia.
La abrazo— Gracias, preciosa— le beso la mejilla.
—Bien vámonos— Dice Ernesto.
Nos dirigimos a la entrada del cole, allí estaba el convertible de Ernesto, color rojo, hermoso a mis ojos.
En todo el camino las chicas no dijeron ni una palabra y no las culpo, nadie lo hizo, el ambiente estaba bastante tenso.
—Es aquí— Dice Ronal, chico moreno de ojos cafés, su cuerpo igual de ejercitado que el de Ernesto.
Nos paramos frente un aterrador bosque, las chicas estaban a punto de darse la vuelta y yo pues como dije anteriormente no le temía a nada.
—Que pasa princesas tienen miedo— Dice burlón Matías, Rubio de ojos verdes, con unas cuantas pecas por su cara, igualito de ejercitado; acaso Dios bendijo a este trío.
—No— Afirme.— acaso tú si— lo mire con una mirada un tanto burlona.
—Matías acaso, esta niña te está retando— Dice Ronal con un tanto de sarcasmo en su voz.
—Si tengo mucho miedo—Me mira con superioridad.
—Acaso te estás burlando idiota— Dice molesta Beatrice.
Enojada y como una tonta entro al bosque ignorando lo que decían mis amigas, un grave error.
—Vamos, Ernesto ve a buscarla, ya la he perdido de vista—Grita desesperada Emilia mientras se dirige con pasos rápidos hacia Ernesto.
—Qué culpa tengo, ya que ver en esto—Dice Ernesto sin interés.—Ella entró solita, no es así.
—Eres un completo gilipollas—Recalca Beatrice mientras se dispone a entrar.
—Hey bonita, yo tú no hago eso—Dice Matías.
—Y porque dices que debería hacerte caso—Dice molesta Beatrice mientras se da la vuelta para encontrarse con los ojos verdes de Matías.
—Porque el bosque es amplio y ella ya se debe haber perdido, volvamos y busquemos ayuda—Dice Ronal con cierta preocupación en su voz.
Y bueno, así fue como termine así, sola y abandonada. Los chicos fueron a buscar ayuda y pues me estuvieron buscando todo el día, pero fue en vano; pronto el sol se escondió y con ello el frío y los ruidos de los animales del bosque se hicieron presentes.
El bosque era demasiado grande y tratando de buscar una salida me empecé a cansar y a desesperar. Corrí por horas hasta que caí al suelo de la fatiga, llevaba horas sin comer nada. Pronto mi vista se volvió borrosa y pues todo se volvió negro...
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