El viento soplaba con gran fuerza aquella tarde, él debía llegar al sitio donde habían quedado encontrarse para huir juntos por fin y comenzar una nueva vida. Mientras se dirigía al corazón del bosque por su mente pasaban las imágenes vividas durante las últimas horas.
Sabían lo que querían y estaban dispuestos a llegar al fin del mundo si era necesario con tal de lograr sus objetivos. Se amaban con toda la fuerza de sus almas y aunque los demás no lo entendían, ellos estaban seguros de sus sentimientos y anhelos.
Bastante tiempo perdieron intentando conseguir que los otros comprendan su amor y lo acepten. No obstante todo tenía un límite y ninguno estaba dispuesto a seguir sacrificando aquel maravilloso sentimiento en pos de caprichos ajenos.
Él avanzaba con pasos firmes y descididos pese al mal tiempo que comenzaba a reinar por doquier. Aquella tormenta que se hacía anunciar amenazaba con arruinar el tan ansiado y esperado momento, pero Deku no se dejaría vencer.
Ya había atravesado varias tormentas desde que lo conoció a él, su amado con quien compartiría el resto de la eternidad. Ninguna los venció y está no lo haría.
Los árboles eran azotados por la fuerza del poderoso viento, sus copas se sacudían con gran intensidad debido a esas furiosas e invisibles manos que los movían sin piedad alguna. Las estrellas se ocultaban llevándose consigo todo rastro de luz y esperanza; dejándoles solo la oscuridad.
El frío empezaba a hacerse notar penetrando en los seres vivos hasta llegar a lo más profundo de sus corazones.
El joven seguía avanzando con tenacidad, sus verdes cabellos eran fuertemente sacudidos por los helados e invisibles dedos del viento, su cuerpo permanecía envuelto con aquel manto frío que solo el clima invernal podía colocar consiguiendo que sus músculos se entumezcan.
Solo su voluntad lo movía en esos momentos. Tan profundo y tan grande era su amor por él, que no existía viento ni tormenta que pueda detenerlo en su empresa por ver a su dorado amor y hacer realidad sus ardientes deseos de amarse por siempre.
La colina donde disfrutaron los mejores momentos juntos estaba cerca, faltaba poco. Solo tenía que ascender un poco más y llegaría a la meta final. Imaginaba el encuentro de su amado, lo recibiría con su acostumbrada sonrisa y lo estrecharía en sus robustos brazos.
Luego le daría aquellos apasionados besos que tanto le fascinaban y excitaban.
El frío desaparecía de su cuerpo con aquellos pensamientos. Con la respiración entrecortada y jadeante llegó al fin a la colina. La noche estaba llegando. Deku miró a todas partes en busca de su amado, sus esmeraldina mirada se paseó por todo el lugar ansioso por verlo.
Pero la decepción pronto llegó a él, ya que este aún no había llegado. Su corazón latía como un tambor debido a sus ansias. ¿Qué le sucedió? ¿Por qué no había llegado aún? ¿Acaso le ocurrió algo malo? ¿Y si descubrieron el plan que ambos trazaron?
No, eso no pudo haber sucedido ¡Sería el fin de ambos! Él misma se ocupó de guardar las apariencias hasta el último instante con su propia familia para evitar ser descubierto.
Seguramente Bakugo hizo lo mismo. Sus manos comenzaban a sudar pese al frío, las horas fueron pasando pero su amado no llegaba. El nerviosismo se confabuló con su imaginación, haciendo que por su mente pasarán múltiples imágenes nefastas.
Sin embargo todo acabó cuando vió llegar del otro extremo a una figura. Deku observó con intensidad a aquel que se aproximaba. llevaba una túnica negra con capucha que le cubría el rostro. ¿Sería su amado? Por supuesto ¿Quién si no?
El recién llegado se detuvo a cierta distancia de él y con calma se quitó la capucha. Deku pudo ver los rubios cabellos de su amado, sus rojos ojos contemplarlo.
Una singular sonrisa se dibujó en su rostro mientras le extendía la mano derecha invitándolo a acercarse.
Deku no dudó un instante y acudió al llamado. Ambos se abrazaron con fuerza. Él sentía cierta frialdad provenir de su amado dorado, pero su corazón no quiso notar la señal.
Demasiado ocupado estaba en los brazos de la persona amada como para llevarle el apunte a la razón.
Pero cuando sintió un intenso dolor en su costado izquierdo que velozmente se propagó por todo su cuerpo quedó inmovilizado por décimas de segundos. De repente le comenzó a costar respirar, la voz de él lo devolvió a la realidad:
- ¿Qué sucede Deku? ¿Acaso creíste que de verdad huiría contigo? - aquello logro que la razón se imponga y usando sus máximas fuerzas se apartó de él - Fuiste muy ingenuo - una siniestra carcajada retumbó en el lugar lanzada por Bakugo, que en ese momento era iluminado por la luz de la luna que brillaba en el firmamento y Deku permanecía envuelto en las sombras contemplándolo con asombro - ¡Jamás me casaría con alguien como tú!
- Pero...Kacchan...¿Qué sucedió?- murmuró Deku mientras perdía demasiada sangre - Nos amábamos y....
- ¿Amarnos? ¿Yo a ti? Por dios Deku ¿En serio te creíste todas esas idioteces?
- ¿Nunca me amaste? - pregunto él con lágrimas en los ojos
- ¡Me das asco! - respondió Bakugo con crueldad
- ¿Entonces por qué...?
-¿Fingí? Fácil, solo quería destruirte junto a tu odiosa familia. Así nosotros seremos los únicos soberanos del reino.
Sin decir más volvió a atacarlo, Deku sintió un profundo desgarro en el pecho que le dolió mucho más que las heridas que su cuerpo físico estaba recibiendo.
Repentinamente su ser reaccionó pese a si mismo. Bloqueo el siguiente ataque devolviéndoselo. Pero él tan solo lo desvío y Deku aprovechó ese instante para huir empleando todo lo que le quedaba de energía y poder, para desaparecer en el aire como si de niebla se tratara. Bakugo quedó solo en la colina, furioso y frustrado.
- Maldita sea, logró escapar - luego sonrió malignamente - Pero las heridas que le provoque son mortales y pronto morirá - luego se colocó la capucha nuevamente y se alejó del lugar.
Deku apareció en una habitación mal iluminada donde había una cama de una plaza y media, una mesita de luz a su izquierda y sobre la misma una vela.
La puerta que estaba situada a la derecha de la cama permanecía abierta y precisamente en ese instante entraba un joven vestido humildemente de rojos cabellos y ojos color escarlata.
Al ver a Deku en semejante estado, sus ropas empapadas en sangre y su rostro pálido corrió en su ayuda. Evitó que cayera al suelo al perder el equilibrio por la cantidad de sangre perdida.
- Deku ¡Por dios! ¿Qué pasó? - dijo acostandolo en la cama. Le quitó las ropas ensangrentadas para curarlo. Vió que la herida del costado izquierdo era profunda y peligrosa. El joven pelirojo lo sabía, ya que su habilidad era la curación - No te preocupes amigo, te curaré.
Deku respiraba con dificultad, ya que el dolor se intensificaba más y más pero lo que más le dolía era la traición de Bakugo. Ese dolor no lograba resistirlo debido a que era mucho más intenso que el físico.
Las lágrimas humedecían su bello y pálido rostro mientras su amigo limpiaba su herida e iniciaba el proceso de curación. Cicatrizaría en una semana, lo sabía pero la otra herida no tendría cura. Eso también podía saberlo.
No podía hablar, no podía contarle nada a su amigo Kirishima, no de momento y él supo respetar el silencio de Deku.
Cuando quedó solo en la habitación, su amigo sabía que estaba fuera de peligro ya, la paz regresó a él una vez más. Allí pudo meditar sobre lo ocurrido hasta convencerse de que fue Bakugo su atacante. Por más que le duela esa era la verdad.
Fue cuando supo que todo aquello había sido una gran mentira. Una ilusión. Una maligna sonrisa iluminó su rostro.
Deku desapareció esa noche para perderse en la oscuridad del bosque y fusionarse con él. Ese nombre murió esa misma noche. Ahora, años después, se hacía llamar Izuku y su principal diversión era transformar a los hombres en monstruosas criaturas mintiéndoles sobre la supuesta cura de semejante hechizo.
Como ocurrió con el jóven Todoroki quien ingenuamente creyó que él lo había hechizado porque lo hubo rechazado. Si supiera que Izuku ya no siente amor por nada ni por nadie. Solo odio alberga su corazón.
En estos momentos se divertía mirando cómo La Bestia Del Bosque mataba a un nuevo jóven doncel de esplendorosa belleza.
FIN