La noche caía con su enorme manto oscuro sobre la lejana fortaleza ubicada en la cima de aquella alta montaña, la pálida luz de la luna azúl iluminaba los extremos de aquel imponente castillo.
Un sendero de tierra se lograba divisar entre la espesa vegetación que rodeaba la fortaleza y adornaba gran parte de la montaña. El frío viento acariciaba el lugar con sus helados dedos mientras entonaba la macabra melodía con su ronca y espeluznante voz.
El Castillo tenia extraños muebles que provenían de épocas ancestrales, su aspecto se parecía a las antiguas residencias. El polvo cubría cada sector del lugar, las paredes de la sala principal tenían misteriosos signos grabados; cerca de la escalera había retratos y pinturas de paisajes. Todos cubiertos de polvo.
Unos pasos retumbaron en el interior de aquel recinto, la luna azúl iluminaba la siniestra figura que iba aproximándose hacía aquel desgraciado que tuvo la mala suerte de pasar por el lugar equivocado a la hora equivocada y en estos momentos permanecía encadenado en el suelo.
Allí donde los sirvientes del monstruoso ser que habitaba el castillo lo dejaron para convertirlo en el próximo alimento de la bestia. Por más que lo intentara, nada conseguiría ya que lo sujetaron con fuerza. Con cada paso que el monstruo daba aquel joven cautivo se estremecía. La siniestra sombra lo envolvió. "Será mi fin". Pensó el joven con resignación y desesperación.
Tenía tantas cosas por hacer aún, no quería morir, no podía morir todavía. No así, no en esos momentos en los cuales había conseguido llegar a la meta deseada en su vida profesional y sentimental.
Su traje oscuro estaba en malas condiciones por el momento y el lugar donde se encontraba, su blanca camisa permanecía adherida a su cuerpo por el sudor.
Las cadenas conseguían amarrarlo al suelo con crueldad, los ecos de los pasos le indicaban que podría tratarse de un joven de su misma edad.
Sin embargo no tuvo tiempo de meditarlo ya que su anfitrión se detuvo a unos cuántos metros de distancia. La luz azulada fue bañandolo con su débil resplandor.
El cautivo quedó sin aliento al contemplar al ser más hermoso que jamás había podido observar. El joven llevaba su rubia y sedosa cabellera suelta, sus ojos rojos tenían una profunda mirada. Blanca piel, labios carnosos parecían estar hechos únicamente para ser besados. Su esbelta figura resaltaba con aquel pantalón negro, el rubio sonrió mojándose los labios mientras unos afilados colmillos crecían y sus ojos cambiaban de color volviéndose escarlata incandescente.
En menos de un segundo Bakugo, así se llamaba aquel hermoso ser, estuvo a su lado y su cuerpo fue impulsado por una invisible fuerza que lo obligó a colocarse de pie al tiempo que las cadenas se rompían. El rubio acarició su tórax mientras iba aproximándose a sus labios, cuando ambos pudieron sentir el aliento del otro rozar la piel se detuvo.
El corazón del jóven Todoroki latía con fuerza. Cuando Bakugo depositó su mortal beso en sus labios un agudo dolor lo invadió íntegramente y la oscuridad se adueñó de su persona.
Instantes después recuperó la conciencia, su cuerpo seguía inmóvil. Lo primero que sus ojos vieron fue el cuerpo del bello vampiro a su lado mientras la vida se le escurría como agua por los dedos.
Fue consciente de la propia muerte de Bakugo al instante en que el hilo de la vida se cortó, su bello cuerpo se transformó en polvo inmediatamente.
La repentina sed quemó la garganta del neófito Todoroki hasta llegar a las mismas entrañas ¿Qué le estaba sucediendo? Él jamás sintió semejante agonía a causa de la sed.
A los pocos segundos fue conciente de la presencia de alguien más y en su mente sintió la repentina sensación de peligro.
Aunque tenía esa sensación no era capaz de moverse de ese duro suelo debido a la increíble debilidad y sed.
La luz de la luna azúl iluminó al nuevo ser que allí permanecía ahora contemplando cómo los restos del jóven vampiro se expandían por el recinto.
Los ojos del recién llegado se posaron sobre los del jóven cautivo ahora transformado en un vampiro según su perspectiva de las cosas.
- Ahora es tu turno - exclamó él recién llegado de verdosa cabellera y mirada verde esmeralda - Serás exterminado como el monstruo que eres.
- Te equivocas - contestó Todoroki - Yo no soy...un monstruo
- Silencio - dijo el otro jóven sacando de su vaina su filosa espada
El joven vampiro sentía cómo poco a poco su cuerpo empezaba a responderle, el entumecimiento se desvanecía con cada segundo que pasaba.
Pero la sed seguía allí, enloqueciendolo. Sentía como si algo en su interior ardiera a medida que iba despertándose en su cuerpo una especie de ser extraño, ya que hasta el momento no se hubo percatado de su presencia interna.
Los temblores se sucedían seguidos de fuertes espasmos.
- Detente...no...no lo hagas - susurró el joven vampiro de cabellos bicolor con sus últimas fuerzas aunque sabía que sus palabras eran inútiles ya que el otro sonrió con siniestro placer al incrustarle el arma en su pecho.
El dolor lo enloqueció pero eso bastó para que aquel ser dormido en su interior despertara.
Su respiración se entrecortaba con cada segundo que pasaba, la sangre que se le escurría por la herida iba debilitando su lado humano. Un helado viento gélico lo envolvió al completo.
La oscuridad iba adueñandose de su interior. Lo último que vió fue el rostro de quién lo apuntaló sonreír con placer. En sus labios pudo leer la frase "te lo mereces monstruo" antes de desvanecerse.
Cuando recuperó la consciencia estaba de pie, sus manos manchadas con sangre fresca. Sus ropas sucias con sangre y tierra también, Hasta su rostro estaba cubierto de ese líquido rojo ¿Qué sucedió?
A su mente regreso el dolor causado por aquella arma en su pecho. Pero al tocarselo pudo comprobar que la herida había cicatrizado.
Esa gran cantidad de sangre no era suya. Con la vista buscó al joven que provocó esa herida en su pecho y previamente mató al vampiro rubio que lo hubo transformado. Fue recién conciente de todo.
Horrorizado contempló el cuerpo del otro jóven descuartizado y exparsido por doquier. La sangre no solo manchaba su cuerpo sino las paredes también.
Fue recordando cómo alguien despertaba en su interior al ser apuntalado y tomo el control total de su cuerpo.
Retrocedió mientras veía con ojos desorbitantes el cuerpo del exteminador de vampiros
- ¿Qué ocurre? ¿Qué soy yo?
Un trueno retumbó fuera sobresaltándolo, miró a todas partes ya que se sentía observado. Amenazado y en peligro.
- No fue mi intención, él me violentó...quiso matarme. De hecho me apuñaló.
Aunque no había nadie allí a simple vista, el joven vampiro seguía sintiéndose acorralado. Sin soportarlo más se dirigió a la puerta del lugar para salir de allí pero la luz del amanecer se lo impidió.
Una sensación de dolor total lo impulsó a retroceder. El sol junto a la luz diurna se convirtieron en sus peores enemigos. Fue entonces que lo comprendió todo.
¡Era un vampiro! Retrocedió ocultándose en las sombras del castillo, ahora su nuevo hogar, su fortaleza. Él no eligió ser ese monstruo sin embargo ahora nada podía hacer para remediar la situación.
El mundo nocturno era su lugar, los vampiros eran su gente ahora. Su transformación se fue completando con el correr de las horas.
Comprendió que la sensación de peligro y de estar acorralado que hubo sentido era la presencia del amanecer.
Mientras no lo alcanzaran los rayos del sol estaría bien. Podría ocuparse de sus enemigos ahora, los cazadores de vampiros.
Una siniestra sonrisa iluminó su rostro mientras se adentraba en la oscuridad de su ser, desapareciendo entre las sombras del castillo.
Pero no deseaba estar solo, anhelaba recuperar a ese hermoso vampiro rubio y tener a su lado a ese peculiar cazador.
De repente supo qué hacer. Él tenía el don de la resureección mientras que Bakugo, el vampiro rubio poseía el don de la transformación y si regresaba a la vida al joven de verdes cabellos poseería el don del exterminio de su propia raza.
El vampiro Todoroki utilizó su don de resurrección y pudo revivirlos a ambos, solo que el cazador de vampiros se había vuelto un vampiro más.
Cuando todo acabó era de noche. Bakugo sonrió con placer al golpear a Deku, el otro vampiro, quien lo hubo asesinado.
- ¡Esto es por atacarme por la espalda maldito! ¡Ahora estamos a manos!
Deku sonreía nervioso pudiendole perdón una y mil veces más al rubio. A partir de ese momento serían los líderes de la zona, ya que sus dones eran los más poderosos de los de su raza.
La sed quemaba sus gargantas y el viento les llevaba el aroma de un delicioso humano rondar cerca. Los tres sonrieron con crueldad al tiempo que salían del castillo a cazar.
- ¡Recuerden caninar detrás de mí! - rugía Bakugo - ¡Después de todo éste es mí castillo, ustedes son los intrusos!
- De acuerdo Kacchan, lo haremos - dijo Izuku algo nervioso
- ¡Soy Bakugo no Kacchan!
- Si Kacchan - respondió Deku sudando frío ya que se sentía inseguro en su nueva raza.
Todoroki se limitó a sonreír para sus adentros al oírlos. Aquella sería una grandiosa experiencia.
FIN