Caminar por un amplio valle cubierto de flores colgada de su calida mano con la puesta de sol calentando nuestras espaldas, mientras deseo que el tiempo se congele se ha convertido en mi rutina y aunque la despedida sea una pesadilla de la que no podemos huir, las sonrisas de nuestros labios no se borraran porque hemos disfrutado cada segundo de nuestra maravillosa compañía.
Cuando el sol alumbra en el alba y las lágrimas chorrean por mis mejillas me choco de vuelta a la realidad, la soledad me invade hasta lo mas profundo de mis huesos recordandome que solo te puedo ver como un recuerdo, un borroso recuerdo. Deseando que la noche llegue lo mas pronto posible para volver a soñar que nunca te fuiste de mi lado y aunque no pueda ver tu rostro claramente, siempre esperare con ansias nuestro reencuentro y haré que soñar contigo sea mi deseo matutino.
Hasta que nos volvamos a encontrar en otra vida.
Te extraño, mi amado.