Un extraño comparte cuerpo conmigo. Usa mis expresiones, reparte mis sonrisas. Lo miro hacer y soy incapaz de expulsarlo de mi propia piel. Estoy asustado de él. Estoy asustado de mi mismo.
Él toma acciones por mí que jamás me atrevería. Dice con mi boca las cosas que siempre quise decir y que nunca me aventuré por temor. Siento que cuando él despierta, todos mis secretos serán expuestos, y es aterrador. Siento que podría destruirme si quisiera.
Sé que lo hará.
Puedo verlo en mis ojos. Aquel brillo en la mirada que compartimos siempre me acobarda, sin embargo su reflejo permanece imperturbable. Frío. Desafiante. Como si pudiera verme realmente a mí dentro, y a través del reflejo del espejo. Aunque hoy resulta más espeluznante de lo habitual. Casi puedo sentir su voz en mi cabeza instándome a reaccionar. Puedo reconocer que él está jodidamente emocionado. Su violenta inquietud hormiguea en mi piel y aún no sé con exactitud por qué.
"Espera y verás"... susurra sólo para mí y me estremezco. Nunca creí que mi propia voz me pudiera amedrentar de esta forma.
Sus pasos resuenan con mis pies pesados, y con una seguridad que no es la mía, se dirige hacia un lugar que no reconozco. Permanezco mentalmente aturdido una jodida eternidad cuando entiendo finalmente sus palabras. Cuando comprendo al fin sus planes.
La persona que amo se aproxima a mí con la mejor y más impresionante de sus sonrisas, sin saber que no soy yo en realidad. Un extraño habita en mí y temo que aquel demonio que convive conmigo planee dañarlo sólo por el placer de verme destruido, porque sabe que no puedo confrontarlo.