Ivan sabía que estaba en problemas. No había podido pagar su deuda en los últimos dos meses, por lo que no se sintió demasiado sorprendido cuando un tipo imponentemente gigante se presentó en su casa una noche. No parecía del tipo negociador y se asustó, pero pronto comprendió que aquel gorila solo estaba allí para llevarlo con la verdadera persona que necesitaba una explicación por el retraso del pago.
El prestamista, aquel hombre que finalmente lo recibió en su oficina, no tenía en absoluto la apariencia de un gánster. Era increíblemente joven y apuesto. Aunque su semblante estaba cargado de agotamiento y mal humor, no interfiere en lo más mínimo con la belleza impactante de su aspecto, sino que le daba un aura feroz. Sin embargo, su expresión serena e impasible en vez de inculcar terror en él, lo llenó de una extraña calma.
Sin embargo, aquella calma superficial se derritió cuando vio sobre el escritorio delante de esa persona las cuentas de su deuda.
— Dos meses... —exclamó aquel tipo apuntando los números en rojo— ¿quiere calcular los intereses usted mismo?
Su pregunta llena de burla le hizo dar una punzada dolorosa. No era su deuda. Era la deuda de su jodido padre que los había abandonado un día, dejándolos a cargo de ella. Tenía que pagarla, no podía resistirse porque había puesto su casa como garantía y no podía dejar de ningún modo a su madre y su pequeña hermana en la calle.
Sus estudios fueron dejados en un segundo plano mientras conseguía más de un trabajo para poder solventar la deuda y mantener a flote su hogar, pero no lo había tenido fácil. Había sido estafado en el último empleo y no había podido conseguir el dinero, por eso mismo acabó allí. En aquella difícil posición.
Su largo silencio fue contraproducente.
— Los informes dicen que tiene una hermana pequeña a cargo...
Escuchó aquellas palabras y sintió terror. ¿Por qué comentará algo como eso? Ese tipo estaba claramente amenazandolo.
— No se meta con ella —susurró duro, interrumpiendo al tipo que aún no había acabado de hablar.
El gánster, Noel, pareció sorprendido un instante por la ferocidad de sus palabras y tras un momento de confusión sonrió ligeramente.
Noel realmente no estaba usándola como amenaza. Simplemente había recordado aquel detalle porque él mismo tenía una hermana pequeña. La niña se había quedado con su madre cuando sus padres se divorciaron. No podía verla por la naturaleza de aquel trabajo que heredó de forma reciente de su padre, pero secretamente aún cuidaba de ella. Sintió un poco de empatía por Ivan a causa de esta diminuta conexión, pero el chico lo había entendido mal.
— Trabaja para mí —dijo Noel y fue ahora el turno de Ivan de sentirse sorprendido. Estaba profundamente confundido por aquel brusco cambio de dirección.
Cuando reaccionó ya tenía en sus brazos libros de cuentas y una calculadora. Además de un contrato de confidencialidad redactado rápidamente. Sus ojos saltaron al ver cuál sería su salario... ¡realmente aquel tipo le estaba dando un trabajo! ¿Por qué?
No fue capaz de comprenderlo, pero tampoco tenía muchas opciones a su disposición. Firmó el acuerdo y comenzó de inmediato.
Noel suspiró exhausto. Sintió como si un gran peso fuera quitado de sus hombros. Recién comenzaba a hacerse cargo y tenía demasiado trabajo por hacer. La adición de Ivan había aligerado significativamente su carga. De alguna extraña forma que no comprendía, sentía que podía confiar en aquel chico.
Ivan no defraudó su convicción. Con él allí, las cuentas fueron ordenadas prolijamente. Era el cerebro detrás de los números mientras que Noel era la fuerza principal de cobranza.
Noel estaba bastante desconcertado. Mientras más lo observaba más en conflicto se sentía. No creía que Ivan fuera el tipo de persona que contrajera una deuda semejante.
Hizo una pequeña investigación y descubrió que la deuda era, en realidad, la deuda de su progenitor que había escapado hace mucho tiempo. Decidió entonces por cuenta propia hacer una búsqueda también sobre su paradero y logró encontrar a aquel hombre. Llevó a Ivan con él a verlo, pero no esperó que Ivan al verlo no actuara en absoluto. No se enfadó ni le recriminó, sino que lo observó en la distancia mientras el hombre reía felizmente con una niña en brazos. Su padre había formado una nueva familia.
Retiró la mirada y le pidió que regresara. Viajaron en silencio y después de un largo tiempo le dijo finalmente que se haría cargo de la deuda y se olvidaría por completo de que Noel lo llevó alguna vez a aquel lugar.
Noel no le dijo nada. Estaba en todo su derecho de odiar a aquel hombre, pero Ivan no lo había hecho. Ignoró todo y siguió trabajando dura y diligentemente.
Sintió un temblor en el corazón. Le gustaba su determinación, su fortaleza.
Quería conocerlo más profundamente. Sin embargo, Ivan era distante. Solo se preocupaba por su pequeña familia.
Sintió inesperada curiosidad por ellos también.
Sin que Ivan se entere, se ocupó de lo que para él eran las necesidades más inmediatas de aquellas dos mujeres. Aunque finalmente Ivan logró averiguar acerca de sus 'buenas obras' y se enfureció.
Sintió que las acciones de Noel fueron hechas por lástima. Sin embargo, ni siquiera Noel sabía por qué lo había hecho. Tal vez... ¿le gustaba Ivan?
Se negó a creerlo pero el pensamiento momentáneo se había arraigado fuertemente en su mente. Quizás había algo creciendo en su interior, pero sentía algo de temor porque no sabía qué era lo que sentía el chico por él. Sin embargo, cuando Ivan soltó en aquel momento que no quería nada de él y que iba a devolverle hasta el último centavo, no dudó en gritarle que si era así, entonces le entregaría toda su riqueza para que su deuda solo se volviera más y más grande y así la única opción que tuviera fuera permanecer una eternidad a su lado.
Su alterada confesión fue demasiado imprudente y honesta, pero la crudeza de sus palabras repercutieron en Ivan y su corazón, cogido con la guardia baja, se estremeció ferozmente.