Era más que evidente que él no sobreviviría esta noche, su herida es muy profunda y está perdiendo mucha sangre, y solo puedo mirarlo y escuchar como su corazón da sus últimos latidos y sus pulmones se inflan con dificultad antes su nerviosismo y tengo miedo. ¿Por qué tengo miedo? Si todo lo que está pasando es mi culpa, de no haberme acercado, él ahora estaría vivió y lejos de aquí.
—Tranquila, voy a estar bien. — Su voz se quiebra.
—No hables, por favor… solo no cierres los ojos. — Lo abrazo buscando algo sin razón.
No había notado cuando dejo de temblar, para solo comenzar a retorcerse del dolor por el veneno que está recorriendo por todo su cuerpo, todo de él está desapareciendo menos su sonrisa porque aunque el mundo se caiga a su alrededor, si hermosa sonrisa con la cual llego a enamorar volvía una y otra voz.
Estoy tratando de encontrar la manera de salvarlo, pero no los encuentros estamos lejos de casa, solos en un bosque en donde hay criaturas de pesadillas, criaturas como yo, pero él no me teme, pero si logro salvarla tendré que irme lejos, para que no le hagan daño. Para que yo no le haga daño.
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Un mes antes.
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—¿Qué sucede Giselle? - Toma mi mano.
—Tengo algo que mostrarte. — Mi voz se quiebra y mis ojos se cristalizan. — Por favor no me odies. —
—¿Por qué te odiaría, cariño? - Suelto su mano. — ¿Qué sucede? -
Comienzo a sacarme la ropa, hasta solo quedar en ropa interior, su mirada de confusión desaparece luego de unos segundos al saber lo que soy, le pedí que abriera las cortinas para que la luz del sol entrara, alumbrando una parte de la habitación. Tengo miedo, pero no de morir, miedo a que él me tema a mí y me odie, no podría soportarlo.
Cuando me acerco, el sol me muestra lo que soy realmente, mi piel se quema de a poco pensando que me prendería fuego, pero no fue así, al sentir como su cuerpo choca contra el mío para apartarme de la luz. Me dejo en el suelo y cierra las cortinas para que no me siga quemando, si eso no me llego a sorprender lo suficiente capas que lo siguiente tampoco.
—Escúchame, no me importa lo que eres, no quiero que abras esas cortinas. ¿Entendido? - Su voz tiene un todo autoritario y rudo. — ¿Entendiste Giselle? -
Solo puedo asentir con la cabeza y con mis lágrimas en mis ojos, su cuerpo abrazo el mío. Cayendo hacia atrás hasta quedar en el suelo en donde su rostro se oculta sobre la curva de mi cuello para darle un beso y quedarnos abrazados. Hasta llegar la noche.
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Presente.
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¿Por qué no me detuve? ¿Por qué no me aleje de él cuando tenía tiempo? Pero mi egoísmo, provoco que ahora este a punto de morir y no puedo hacer nada para ayudarlo, luego de casi 300 años encontré a mi alma gemela y de nuevo el destino me lo quita de las manos, después de conocernos. No importa cuantas veces luche por este amor, solo puedo verlo crecer y de unos segundos ¡Pum! Desaparece durante muchos años.
Capas que no vi, las consecuencias que esto podía llegar a provocar en un futuro, y ahora te tengo en mis brazos cubriendo tus heridas para que no mueras, este es el precio que tengo que pagar por enamorarme de un humano y poner en riego tu vida.
Los minutos fueron pasando y al final el veneno logro su cometido, detuvo tu corazón, pero te llevaste el mío también, mis lágrimas caen sobre tu mejilla mientras te muevo intentando que vuelva a mí.
Te dejé en el suelo y comienzo a caminar mientras me limpió tu sangre de mi boca, mis manos, incluso mi ropa, fue imposible no buscar una razón para volver y quedarme hasta que saliera el sol y me consuma por lo que te hice, pero no boy a negar que es mi naturaleza. Lo siento, pero era evidente que morirías en manos de una vampira. En manos de un monstruo. En mis manos.