Ser madre es la experiencia más hermosa que uno como mujer puede vivir, el saber que dentro de ti crece una nueva vida, que a medida que pasan los meses está más cerca su llegada, cuando sientes por primera vez sus movimientos y lo mejor es cuando por fin lo puedes tener en tus brazos para cuidarlo, amarlo, protegerlo y enseñarle todo lo que necesita saber para enfrentar este mundo donde cada día aumenta la envidia, el egoísmo y la traición.
Siempre se habla de lo hermoso que es ser madre, pero pocos son los que se ponen a meditar en los sufrimientos que atraviesa para convertirse en madre, el pensar que jamás podrás ser mamá porque tú pareja te dice que la ciencia médica le ha dicho que no puede tener hijos, pero tú igual lo aceptas porque lo amas y sabes que allá arriba hay un Dios grande, justo, perfecto y que para él no hay nada imposible y que si en sus planes está que tú y tu pareja sean padres no hay esterilidad que valga, pero a pesar de saber todo eso, no puedes evitar llorar y caer en depresión cada mes que te vuelve a llegar la menstruación, pero lo más doloroso es ver niños a tu alrededor y lo único que te llega a tu mente es que tal vez nunca puedas disfrutar de ver crecer a tu bebé, de dar sus primeros pasos, que diga sus primeras palabras.
Cuando Dios te premia con el milagro de ser madre, te emocionas, pero con la emoción tan bien llegan muchos miedos, durante el embarazo te encuentras entre la vida y la muerte, pero no te importa sacrificar tu vida con tal de cumplir el sueño de ser mamá.
Cuando por fin tienes a tu bebé contigo, algunos pensaran que todo lo malo acabó y que de ahora en adelante habrá solo felicidad, pero la verdad es que aquí es donde empieza los verdaderos retos que te harán definir que tipo de madre eres.
Muchas de nosotras sufrimos de depresión en silencio, no hablamos con nadie por el miedo a ser juzgadas y mal interpretadas por las personas que te rodean, porque tal vez pensaran que no querías ser mamá y que te arrepientes de haber tenido un bebe, pero la verdad es que solo necesitas a alguien que te escuché y entienda que tú amas a tu hijo más que a tu propia vida y que si te tocará volver a pasar por lo mismo, lo volverías a hacer sin dudarlo, porque ser madre es lo mejor del mundo.
Pero no por eso eres de piedra, como madres sentimos miedo de no cumplir con nuestras expectativas y fallarles a nuestros hijos que son nuestro mayor tesoro, cuando tú bebé se enferma te sientes inservible porque no puedes ocupar su lugar para evitar que el sufra, solo puedes cumplir con las indicaciones del médico y esperar a que sane pronto, nadie nos explica que la maternidad es el paso más importante y serio que vas a dar en tu vida, que no es solo tener un bebé y ya, se trata de estar para el en todo momento, cuidarlo hasta de el mismo si es necesario, nadie te contó que muchas veces cuando todos ya duermen a ti te tocará seguir despierta porque el bebé no quiere dormir y tú eres la única que puede dormirlo.
Nadie menciono que más de una vez llorarias por no saber que hacer, por sentirte la peor madre y que no mereces tener un hijo, nadie hablo de la depreciación postparto, ni te preguntan cómo te sientes y al final lo único que te queda es sufrir en silencio, tratar de ser la mejor madre posible cada día por tu hijo y esperar a que un día haya alguien que te escuché por primera vez, que no haya personas que te juzguen por como crías a tu hijo y nunca se ponen en tu lugar.
Otras personas solo les importa saber cuántos hijos vas a tener, te dicen que como mínimo deben ser, en momentos pareciera que tú no les importa, que solo te ven como una incubadora para procrear bebés y tú en tu interior solo piensas que si a penas pudistes sobrevivir a el primer embarazo y te vuelves un ocho solo con un bebé, no te imaginas con más, no porque no los quieras sino por el miedo a no ser suficiente para cuidarlos.
La verdad es duro ser madre pero nunca lo cambiaría por nada, porque es lo mejor que me pudo haber pasado en la vida, solo me queda seguir luchando y ser la mejor mamá cada día para mí hijo.