Cuando suceden cosas malas, las personas suelen preguntarse ¿Qué hice en mi otra vida para merecer esto?
Yo me pregunto si lo que he hecho en esta vida es lo suficientemente malo como para merecer todo lo que me ha pasado.
Todo el dolor que he sentido.
Todas las cosas valiosas que me han arrebatado.
En la vida siempre se gana y siempre se pierde, yo se eso.
Pero no me consuela.
“Tómalo por experiencia” me han dicho, o “Es parte de la vida”
Simplemente no puedo hacer eso.
Perder… claro que a ningún ser humano le gusta perder.
Pero el dolor que eso conlleva…
El sentimiento de pérdida es una herida que permanece, la llevas contigo.
Es la cicatriz que en cualquier momento puede abrir y sangrar de nuevo.
Oh, como quisiera arrancarme el corazón para ya no poder sentir.
Ni siquiera amor. Y mucho menos dolor.
Porque el amor siempre trae dolor, van de la mano.
No lo quiero, este dolor que es parte de la vida, este dolor que me hace humana.
A veces, quisiera ser como los demás me ven: alguien sin sentimientos, fría. O alguien fuerte.
Alguien que no puede desmoronarse con el más mínimo soplo del viento. Entonces, todo estaría bien.
Ser como mis seres queridos me ven: alguien cuya sonrisa siempre va a estar plasmada en su cara ¡Esa debería ser yo!
Alguien que siempre está, con quien siempre puedes contar. Pero no puedo serlo realmente.
¿Qué o quién debo ser?
Lo intenté, oh cuanto no lo intenté.
Me rompí en el proceso.
Tanto que ya no tengo arreglo.
¿Por qué todo se me escapa de las manos?
¿Por qué no puedo ser feliz? ¿Por qué cuando estoy tan cerca de lograrlo, todo a mí alrededor se desmorona?
¿Realmente el dolor va a hacerme más fuerte?
En momentos como este, realmente quisiera estar hueca.
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Dedicado a todos esos seres valiosos que se han ido de mi vida, y a todas aquellas personas, que aunque sea un momento, un mínimo instante… Por una pequeña fracción de segundo, se han llegado a sentir como yo.