En el medio del bosque se encuentra un pueblo pequeño, que por motivos extraños es muy difícil de encontrar, las personas que habitan el pueblo tenían la costumbre de no decir mentiras, aunque le costarán la vida ninguno de ellos decían mentiras, ellos creían en la leyenda del pueblo: Sí decías mentiras, el conejo del otro lado del puente, te llevará.
Aunque en leyendas antiguas y cosas de ese estilo, no creía Kary.
Kary es la hija de unos campesinos, tiene unos díez años y era la más conocida por siempre decir mentiras e incluso no dudaba en decorarlas a sus padres.
Un día temprano por la mañana, Kary le miente a sus padres para comer unas manzanas a escondidas, luego empieza a jugar cerca del puente, nota un lindo conejo de color negro con los ojos rojos, está comiendo una zanahoria del otro lado del puente, Kary le llama mucho la atención cómo para querer tocarlo; ella comienza a persiguir al conejo hasta adentrarse en el medio del bosque, luego llega el momento en que, el conejo se detiene al lado de un árbol muerto, Kary no pierde la oportunidad para inclinarse para tocarlo con mucha felicidad al ser viviente que ha perseguido con tantas ganas.
A continuación cuándo toca el conejo, éste se desaparece, Kary se asustó pero decidió pensar que fue parte de su imaginación.
Comienza a anochecer y las personas del pueblo empezaron a buscar a Kary por todos lados, pero al no conseguirla díez hombres cazadores que conocían bien el bosque, decidieron en ir a buscarla junto a sus perros sabuesos a esas horas de la noche.
Kary por suerte logra conseguir el puente en dónde está la gente del pueblo.
—Pensé que había olvidado el camino a casa —dijo Kary con alivio.
Al cruzar el puente logra ver a todos los habitantes del pero todos ellos están totalmente inmóviles, cómo si el mundo hubiese quedado en pausa a excepción de Kary.
Los perros sabuesos los llevan a los díez hombres a las pisadas de Kary, hasta encontrar el árbol muerto en dónde yace sin vida en el suelo, el cuerpo de Kary.
Kary en el pueblo comienza a buscar la casa de sus padres, al encontrarlos ella los toca pero estos desaparecen, las luces de las velas de todas las casas se apagan dejando el pueblo con sólamente la luz de la noche.
Kary corre hacía el puente de nuevo en dónde vuelve a encontrar el conejo pero está vez está parado e, n dos patas y tiene el tamaño de una persona real, al ver a Kary le dice con un tono de voz grave: "bienvenida al otro mundo Kary, mí mundo"