Damian sacó su móvil del bolsillo y enfocó su cámara en dirección a Beth. La muchacha caminaba con los pies hundidos en la arena. Incluso a través de la insensible lente parecía destacarse su personalidad fría e inconmovible. El aura distante y cruel de una persona completamente indiferente al mundo que la rodeaba.
La playa estaba desierta y solitaria, y mientras caminaba en silencio, la suave brisa nocturna le acariciaba de forma enternecida los cabellos. Ella estaba cubierta de luz de luna y la imagen final que el chico fotografió fue tan hermosa que el corazón de Damian dolió.
Todavía más cuando ella finalmente pareció darse cuenta de su presencia, y giró el rostro hacia él, a la vez que le regalaba una amplia y exquisita sonrisa llena de cariño e intimidad. Damian rápidamente también retrató aquella expresión. Había una calidez que solo estaba presente cuando lo miraba a él y en la fotografía quedó eternamente registrada.
Ella había nacido de las sombras. En un lugar donde la luz del sol ni siquiera se atrevía a merodear. En aquel inhóspito sitio, la naturaleza fría y despiadada de Beth pasaba desapercibida. En cambio, aquí era diferente. En el mundo humano la luz era abundante, los paisajes eran magníficos y ella... ella ya no estaba sola.
Allí, y con él, había conocido una parte de sí misma que desconocía.
Su sed de sangre fue reemplazada por una fuerte obsesión con el chico. Atrapada por la curiosidad, estaba encantada con el descubrimiento de cada gesto gentil y tierno que Damian tenía hacia ella.
El sádico placer que sentía cuando su piel era desgarrada en arañazos sangrientos se convirtió en deseo de sentir los suaves labios de Damian acariciando sus cicatrices. En aquel extraño lugar, desconocido para ella, el dolor era mínimo. Él se aseguraba de que nada le hiciera daño, ni siquiera ella misma se atrevía a lastimarse.
Ella aprendió muchas cosas. Aprendió a diferenciar el bien del mal. Aunque no estaba segura de algunas sutilezas que divagaban en grises.
Ella no era buena.
Nunca lo había sido.
Sin embargo, las cosas que estaban catalogadas como dañinas ponían triste a Damian y ella no quería eso. Sentía que podría cambiar por él.
Aprendió a distinguir entre las cosas que le gustaban y cuáles no. A amar y odiar también.
Se sentía más cómoda en la noche.
Se sentía cómoda con él.
Sin embargo, ¿cuánto podría durar esta calma superficial? No lo sabía ni quería averiguarlo.
Ambos eran de mundos diferentes y aunque Beth había aplacado sus demonios para estar con él, sabía que no sería suficiente. Su corazón albergaba oscuridad, y Damian estaba rodeado de luz.
Aquel momento era como un eclipse. Ella era la luna distante y él el sol ardiente.
Estaban destinados a encontrarse por un corto periodo de tiempo, pero su separación era inminente.