Sentía calor, pero su cuerpo estaba completamente helado. Ríos de lágrimas amargas corrían por su rostro sin detenerse, aunque una risa salvaje brotaba de su garganta de forma aún más incontrolable, como si hubiera enloquecido.
¿Qué era real?
¿Qué era falso?
Se preguntaba.
Había sangre de él escurriéndose entre sus dedos, y la lluvia comenzó a caer como si quisiera lavarlas, pero ¿tenía eso algún sentido? Aun cuando no quedaran rastros, la lluvia no podría borrar nunca las marcas oscuras de su corazón pecador.
¿Qué era mentira?
¿Qué era verdad?
Se lamentaba.
Dolía profundamente y se sentía entumecido. Su propio corazón había muerto. Desgarrado en pedazos por sus demonios interiores. Su amante había sido asesinado por sus propias manos, y no importaba que tan negro fuera el corazón de aquella persona... ya no estaría nunca más a su lado.
¿Qué era blanco?
¿Qué era negro?
Solo había sombras indistinguibles.
La neblina de sus ojos cargados de lágrimas le entorpecían la visión. No había luz u oscuridad a su alrededor. Todo lo que veía era turbio y pantanoso. Todo era gris.
¿Qué era el bien?
¿Qué era el mal?
No había línea divisora. Todo estaba desdibujado. Borroso y difuso. La risa y el llanto se mezclaron ¿Había hecho bien al asesinarlo por un bien mayor? No estaba seguro. Tenía miedo de haberse equivocado. Tenía miedo, también, de haber hecho lo correcto.
En la bruma de su consciencia que iba y venía, vio una sombra moverse frente a él. Su risa tembló y desapareció gradualmente, sin embargo, sus ojos se descargaron con más furia, enceguecidos de dolor.
Era su silueta. Era su sombra. Indefinida. Vaga. Pero, aun así la reconoció.
¿Sueño? ¿Ilusión? ¿Alucinación? No le importaba. Él le sonrió con ternura y la pacífica sonrisa en su boca hizo temblar su corazón marchito. Le dijo algunas palabras, sin sonido alguno, completamente ya sin voz.
Leyó sus labios e inmediatamente se derrumbó del dolor.
Él le había confesado finalmente su amor, pero ya no había un futuro para los dos. Le agradeció haber tomado aquella dura decisión de arrancarle el corazón, aunque sabía que la culpa no se borraría y dejaría una huella profunda en él. Le dijo que lo esperaría el tiempo que fuera necesario, sabiendo incluso que querría ir a su lado rápidamente. Le dijo su nombre por última vez antes de desaparecer.