Pájaro cautivo.
Categoría: Relato corto.
🪶Autora: Yunn.
· Las tres sábanas favoritas de la tía Susan — listo.
· El anticuado candelabro de la abuela que fue obsequiado por su amiga “íntima” la reina — listo.
· Los zapatos importados de alpinismo del tío Ned— listo.
· Vendas, ropa para soportar las noches frías, las joyas que me dejó mi madre en secreto, y el viejo Don Miguel escondido en el auto con el motor encendido al final del camino… — listo, listo y listo.
Melody, repasaba una y otra vez en su mente la lista. Sonriendo para sí misma con una pizca de perspicacia en su mirada, preparando su último golpe, su escape de las manos de sus captores.
Esos mismos seres que ante la mirada de los burócratas hipócritas disfrazados de amigos, cada noche llegan danzando uno tras otro con sus caras sonrientes y cargadas de maquillaje, con trajes blancos, le daban nauseas cada vez que se hacían llamar su “familia”. —¿familia? Ja, son bestias hambrientas de codicia y lujuria—
Mientras, dentro de los fríos muros de mármol blanco era encerrada con un ave con las alas rasgadas, y el picó roto. Sentía como su carne adquiría el mismo color blanquecino perdiendo sus colores con cada día que permanecía entre ellos. Se asfixiaba y nadie podía oírla gritar.
Desde que era pequeña nunca supo porque, pero el desprecio que sufría por parte de su propia sangre era latente en cada acción, en cada mirada, en cada momento, en cada palabra.
Era una dama, joven, fuerte y audaz, ahogada por la mano cruel de su abuela y humillada por sus tíos. Melody había perdido a sus padres y a su hermana gemela cuando era joven, en un voraz incendio.
Cada noche se paraba junto a la ventana curiosa por saber cuántos tonos de verdes pintaban los campos y praderas, cuantos colores, además del azul opaco de sus sábanas eran posibles de ocultarse tras las montañas a través del cristal. Quería saber si el agua de los manantiales que brotaban de las vertientes escondidas en las rocas tenía el mismo sabor insípido del agua que le traía el ama de llaves a su habitación los tres tiempos de comida desde hace más de tres años.
Era hoy. Esta era la noche para poder responder sus preguntas y ser libre.
No siempre fue así, hubo un tiempo cuando Melody era pequeña y sus padres vivían. Todo era maravilloso, vivían los cuatro juntos, recuerda a su padre contándoles historias increíbles y fantasiosas, sobre hermosas princesas, guerreros valientes y feroces dragones maquinas vivientes escupe fuego. Recuerda las canciones que su madre y su hermana tarareaban al tender las sábanas blancas en el patio. Y ahora son eso, un conjunto de recuerdos cargados de añoranza y pesar.
Una batalla silenciosa se forma en su pecho, el retumbar de su corazón parecido a los tambores que anuncian el peligro, la ansiedad que el plan tenga éxito o sea un destre y caiga sobre ella más desgracia.
— ¿Esto sentirán los jóvenes guerreros antes de la primera batalla? Cuando están listos para dejar el nido y enfrentarse al mundo solo con su poder y astucia— piensa.
En su interior estaba encendido un fuego intenso, sentía como se esparce atraves de sus nervios, músculos y le quema la piel. Melody no tenía miedo de romper el cristal con el candelabro pulcramente pulido, tampoco tenía miedo de cortar su piel con los restos de cristal que quedaran atrás, incluso no le tenía miedo a la muerte, la muerte sería bien recibida, al final... escapar de esta vida, es el objetivo.
Melody, solo teme a estar encerrada un día más, a ser azotada por la brutal mano de su abuela, las hirientes palabras que llegan donde el cuero no logra cortar, heridas que no sanan con el tiempo, sino que, se coleccionan una sobre otra acumulándose en su corazón y creando una costra mohosa que solo con el gesto amigo del tiempo y Dios, confía que sanará.
《Ding, dong, ding…》— Suenan a la distancia las campanas de la vieja capilla.
Es la señal.
El momento llegó. Cogió con ambas manos el tesoro de la bruja arrugada de su abuela, planto ambos pies en el suelo, tomó impulso para dar el golpe salvador y la puerta tras ella se abré de par en par con un fuerte estruendo, Melody mira sobre sus hombros con su cara carente de color y expresión, un par de brazos la sostienen con fuerza, un líquido amarilloverdoso es inyectado en su brazo, y el pájaro guerrero se marchita lentamente, derribadose lentamente sostenidos por estos brazos firmes.
Un zapato blanco cae al suelo junto al ave con un sonido sordo, haciendo eco en los barrotes de la jaula blanca.
***
En medio del ajetreo, la puerta nuevamente se abre lentamente, dejando entrar una extraña aura de nerviosismo. Sin esfuerzo, obliga a todos los que estan adentro de la habitación a arquear sus espaldas y a aguantar la respiración.
Una voz grave e inteligente resuena fuerte entre los postes blancos y rígidos aún petrificados por la expectación del acontecimiento reciente:
🧐— ¿De nuevo Doctor Robert?, creí haber dicho que cambiará el medicamento. Me estoy cansando de este circo, es la tercera vez este mes.
— Estamos en proceso Sr. Director, aún estamos esperando las respuestas de los exámenes de sangre, no sabemos si su corazón podrá soportar la nueva droga. — dice una voz más joven y cargada de pesar.
Lentamente, el joven doctor se inclina y con su mano acaricia la suave y cansada cara de aquella mujer frente a él.
Tiene la sensación que está en un mundo distante ahora, revoloteando entre los árboles y descansando entre las nubes blancas del cielo. Atravesando continentes, bebiendo de ríos cristalinos y bailando entre las flores del campo.
📌Hospital Mental Melow Bruck: Caso: 0254B, Nombre del paciente: Agatha Brush, 78 años, novelista.
Sintomas persistentes: Delirios y alucinaciones.
Fin.