Querida Megane.
Sangre Dallas
Capítulo: 1
Mégane
Nada había cambiado, mi familia era la misma que hace generaciones
atrás. Todos eran personas alocadas que disfrutaban sus vidas al 100%
Yo, en cambio, había decidido ser diferente, para no terminar con
un final desastroso. Con una vida completamente desperdiciada. Yendo a
beber con mi prima, drogándome, acostándome con todo lo que se movía
y destruyendo la ciudad donde vivía. ¿Hacer eso? No, gracias. Ese tipo de
vida no me apetecía y no lo haría nunca.
Mis padres eran las personas mas disfuncionales del mundo, no los recuerdo
bien. Me quedé viviendo con Jared, el primogénito de la tía Jane que me
adoptó como su hija junto a su esposa Rose Mary y me cuidaron como si
fuera su verdadera hija. Me brindaban todo el amor que tenían.
Pero, apesar de eso, el vacío de mis padres quedaba igual. Ellos seguían estando
en mi mente hicieran mis padres adoptivos lo que hicieran.
A pesar de todo, la sangre no se podía negar. Me había pasado mi vida
intentando no ser como los demás de mi familia, pero la tentación era tan
fuerte que la única manera de vencerla sería cediendo a ella. En lugar de
eso, yo me encerraba en mi habitación y meditaba las cosas
tranquilamente repitiéndome una y otra vez:
«Recuerda lo que te dijo mamá en la carta, que debes intentar ser mejor persona, no fallar. Todo para que no termines como ella»
A veces, cuando me acordaba de la carta que me había dejado cuando era
pequeña me entraban unas enormes ganas de llorar pero me aguantaba.
Llorar sólo empeoraba el dolor de no tenerlos conmigo.
En las noches me imaginaba que ellos venían a mi cuarto y me deseaban las buenas noches y se quedaban conmigo hasta que me dormía. Lo
hacía, dormía soñando con ellos, pero con un hueco en el corazón que no
me dejaba respirar y despertaba asfixiándome.
En otros de mis sueños, veía sus ojos, grises y castaños que me observaban desde el otro lado de la habitación e intentaban darme
fuerzas. Yo me levantaba para abrazarlos pero antes de que pudiera hacer
algo, ellos se esfumaban como la niebla y me dejaban sola en un abismo
de oscuridad. Yo rompía a llorar y despertaba ahogándome por las
lágrimas.
Yo iba a la iglesia y era parte del coro con mi prima Catherine (Cat) de
cariño—. Aunque ella no era muy religiosa ni mucho menos, ella hacía un
buen uso del apellido Dallas y se hacia y deshacía en locuras con su novio Jasson,
que nos llevaban a Peter y a mi a la fuerza.
Peter era un viejo amigo de la familia, un chico que había conocido a mamá cuando apenas era un pre-adolescente y ayudó a papá de salvarla cuando su padrastro la secuestró. No estaba segura de su edad, pero era
alto, y tenía un hermoso pelo negro que te daban ganas de tocarlo.
Moví mi pelo con una mano pues me molestaba en el rostro. Escuchaba atentamente lo que tenía que decir el pastor de la iglesia. Cerré los ojos un
instante y medité las palabras que él decía. Sonreí para mí misma y
enfoqué mi vista en el publico por un instante para luego ver a mis
compañeros del coro. Alex, un chico que estaba enamorado de mi, según
me habían contado, me miraba con sus brillantes ojos azules pero cuando
fijé mi vista en él la desvió. Cat parecía que se dormía pero de vez en cuando miraba su novio que estaba en una de las primeras filas en los
asientos, lo que más destacaba de el era su vestimenta, demasiado
informal, y su pelo rubio oscuro desordenado.
Cuando el pastor nos pidió que nos levantáramos de nuestros asientos
para orar, Catherine casi se tropezó pero yo la ayudé a no caerse
atrayendo las miradas de algunos hermanos de la iglesia. Ella pesaba
mucho desde hacía unos meses así que la solté y ella trastabilló. La
esposa del pastor, Margaret, nos lanzó una mirada fulminante y yo sentí
como la sangre comenzaba a acumularse en mis pálidas mejillas. Cerré
mis párpados y me sumergí en la oración de despedida.
-En el nombre de Cristo Jesús, señor nuestro, amén-dijo el pastor al
final de la oración.
-Amén –sonó la iglesia al unísono.
Todos se levantaron para salir de la iglesia pero yo me quedé sentada pues los del coro son casi siempre los últimos que salían. Esperábamos....
que todos salieran mientras cantábamos una última canción y luego
iríamos a cambiarnos y saludaríamos a los hermanos mientras nos
marchábamos.
Habíamos terminado de vestirnos, yo llevaba una blusa blanca y un short
de mezclilla con unas vans negras, Cat llevaba un vestido olivo. Salíamos
del vestidor cuando mi prima me lanzó una mirada perversa.
Teníamos un asunto pendiente; mi cumpleaños # 16, el cual había estado
esperando por mucho tiempo. Aunque Catherine también, ¿ella por qué?
Pues a los 16 la abuela Amber fue que hizo las cosas más disparatas. Cat
esperaba que yo me desviara de la iglesia y al fin la dejara.
No lo haría. Debía de tratar de ser mejor persona, por mamá. No podía
cometer los mismos errores que parecían estar siempre presente en esta
familia.
-Al fin afuera -dijo Cat cuando estábamos afuera. El viento mecía
nuestros pelo y molestaba. Me hice un moño y despejé mi rostro—. Mi
hermano dijo que podíamos salir a dar una vuelta. Es tu cumpleaños, nena – Jared era el hermano mayor de Catherine.
-Lo sé - le dije y suspiré. Mi prima alejó su pelo con molestia del rostro
pero no se lo recogió-. Pero no estoy de ánimos para ir a beber. Sabes que no me gusta –susurré-. Y acabamos de salir de la iglesia.
-Oh por Dios, Mégane —comenzó a decir–. No me digas que te afectó lo que
dijo el estúpido de Jared esta mañana en el cementerio.
-No es eso - le aclaré y me cruce de brazos por el frío-. Lo que pasa es que... quiero ser mejor persona –ella estalló en carcajadas. Frunci el ceño 🤨
y esperé a que su ataque de risa terminara.
-Oh, Mégane -dijo tratando de controlarse y poniendo una mano en mi hombro
—. Nunca lo serás, recuerda que la sangre Dallas y Stone corre por tus venas. Naciste para ser mala, hacer sufrir a los hombres, fajar y hacer de la vida una fiesta.
-Mamá no dijo eso —dije contradiciéndola y apartando su mano.
-Tu mamá está muerta -me recordó fríamente-. Así que no valen las
mierdas que dejó en esa carta, si no hubiera sido tan masoquista nada de
esto hubiera pasado.
-Si ella no hubiera sido tan masoquista -dije secamente y me acerqué
más a ella, yo no estaría aquí.
Cat guardó silencio y sabía que estaba molesta. Ella era demasiado
directa, lo que era bueno a veces pero nunca medía sus palabras. Miles de
veces había dicho cosas que me herían bastante. Siempre me decía lo que
quería escuchar, pero eso no significaba que no me doliera.
Nosotras desde pequeñas habíamos sido muy unidas, siempre juntas.
No me imaginaba una vida sin mi alocada prima. Había salido a su madre; la
psicópata Jane Dallas, una mujer algo voluptuosa con las características
familiares, ojos marrones y pelo lacio. Era la tía más rara que tenía pero también la más divertida. Aunque me odiaba, y a veces me hería de todas las formas que ella sabía hacerlo sin tener que ponerme un dedo encima.
-Idiota –me dijo finalmente y ambas reímos dejando el momento incómodo atrás-. Por favor, Még, vamos a casa a quitarnos estos vestidos
de monja y vamos a una disco -tocó su vestido con algo de repulsión y yo reí. Te tengo un grandioso regalo de cumpleaños.
-De acuerdo -le dije luego de un suspiro para complacerla y ella sonrió.
Me tomó del brazo entrelazándolo con el de ella y nos subimos a mi auto.
Había conseguido mi licencia de conducir y por eso Jared me compró un
Twingo. Se lo estaba pidiendo desde que cumplí quince y él me prometió
que me lo compraría en mi cumpleaños. Esta mañana me había
sorprendido con él en el garaje, tenía un moño encima y yo lo había estrenado yendo al cementerio.
-¿Qué maldita tacañería es la de Jared?—soltó Cat en el asiento de copiloto inspeccionando mi auto-. Es lindo, pero, ¿no podía comprarte
un Jeep?
-Yo le pedí este auto-le informé acariciando el guía—. Me gustan los
Twingo's.
-Eres rara -dijo levantando una ceja—. Vámonos rápido que estoy ansiosa porque veas mi regalo –miró por la ventana y saludó con la mano a su novio, el cual se marchó como niño bueno con sus padres.
Hasta a mi me entraban ganas de saber cuál era el regalo que Cat tanto
que mencionaba. No estaba muy emocionada por mi cumpleaños a decir
verdad. Jared quería hacerme una fiesta por mis dieciséis pero yo no quise y ahora la revoltosa de mi prima me quería llevar a beber para lo cual no estaba de humor.
Vivíamos en Londres, Inglaterra. La familia se había mudado a este país cuando Jane y Edward iban a entrar a la universidad.
- Llegamos -le dije viendo la enorme casa que crecía a medida que nos
acercábamos.
Mi casa, donde vivía con Jared y Rose Mary estaba al final de la cadena de
mansiones de la familia Dallas. Todos vivíamos uno cerca del otro en el mejor lugar de Londres. Los primeros que comenzaron esto fueron los
abuelos luego de que se casaron. Luego, los gemelos Jane y Edward se
mudaron y así sucesivamente. También vivían cerca los mejores amigos
de la abuela, Caro y Shawn Mendes. Una feliz y extraña pareja, Caro era
una señora castaña muy agradable y Shawn un canadiense de pelo
oscuro.
Estábamos frente a la casa de Catherine. Estaba al lado de la abuela y era
del mismo tamaño, casi. Era de un color beige y blanco. Mientras yo
conducía por el recinto de la mansión miraba al frente a las enormes
puertas de madera que nos esperaban.
Bajamos y le pasé las llaves a uno de los guardias de la mansión. Cat me
sonrió y caminamos hasta las enormes puertas, que sinceramente me
asustaban. Con mi prima podía esperar cualquier cosa, no podía
imaginarme qué sería su regalo.
Tremenda sorpresa que me llevé al entrar a la mansión, la cual estaba
decorada elegantemente y había un letrero que decía «Felices dieciséis,
Mégane». Pero eso no era nada, claro que no. Lo que me sorprendió y me
alarmó fue que dentro de la casa de Cat estaba toda la familia.
Genial.
Mi familia era demasiado grande, y era como para no quererlos a todos en
una misma casa. Imaginen las reuniones familiares. Eran todo un revoltijo.
Les hago las presentaciones para que no se pierdan: El abuelo Cameron y
la abuela Amber que habían procreado a los gemelos Jane y Edward -y a
mi padre, Marco—. Jane se casó con Cameron Lí-Sellers, el director de una
universidad, y Edward se casó con Danielle, hija de los mejores amigos de
la abuela. Jane tenía a Jared y a Catherine –Y a Jessy, pero no
hablábamos de eso-y Edward tenía una hija, Rosalíe, de unos veinticinco
años.
Ahora, estaba también de la familia de Lí, su primo Matt y su esposa Lycia.
Son muy amigables y me caen bien. Son una de las pocas personas
normales en la familia. Tenían dos hijos gemelos, Carl y Nelson, de la edad
de mis padres, además de la mejor amiga del tío Lí, Caryol, pero estaba de
viaje.
-Felicidades, cariño -dijo la abuela abrazándome con sus cálidos brazos.
La abracé por igual y pude sentir su perfume Coco Mademoiselle. Era una
mujer de casi setenta años, pero su belleza no se había esfumado, sus ojos brillaban de felicidad, la cual siempre irradiaba.
Y asi tuve que pasar por los brazos de todo el mundo que me quería
abrazar; el abuelo, los tíos y mis primos hasta llegar a Jane. Aquella alta y
hermosa mujer que me daba algo de miedo. Unos hermosos ojos
marrones que brillaban y un cuerpo esbelto envuelto en un hermoso
vestido rojo. Me miraba con una mirada penetrante que me hacia
estremecer. Ella mantenía sus distancias.
-Felicidades -dijo fríamente. Ella obviamente no me abrazó pues era la hija de su hermano muerto favorito.
Hubo un extraño silencio luego de eso, los demás estaban pendientes de
sus asuntos. Los sirvientes iban de aquí para allá brindando a los
invitados bocadillos y bebidas.
-Bien dijo Cat interponiéndose entre ambas. Sabía perfectamente que
su madre me odiaba. Siempre me contaba lo que decía de mi, y no eran cumplidos precisamente-, adorar a Dios es cansado con tanto alábale que el es bueno y tanto fuego nos dio calor-se abanicó con una mano y
le sonrió a su mamá que había levantado una ceja-. Vamos a subir arriba
a cambiarnos.
-Espero que sea a eso, ya las estoy creyendo lesbianas-dijo Jane con las
manos en la cintura.
-Sí, sí ajá -dijo Cat a su madre y me agarró del brazo. Cat y yo subimos
las enormes escaleras blancas hasta su cuarto, el cual amaba profundamente, es tan grande y bonito.
Las paredes eran blancas y negras, las cortinas eran de seda y la cama
estaba en una esquina como un enorme y confortable sofá. En las paredes
habían posters de sus bandas favoritas y actores, Cat era una fanática de
la música yel cine, aunque su fanatismo había decaído desde hace un
tiempo.
Entramosa su closet y de allí sacamos dos vestidos, que digo vestidos,
esos sólo son pedazos de tela que lo único que hacían era taparnos el
abdomen pues los senos y el trasero casi se veían. El de Cat, era un
hermoso vestido color crema de encaje que le quedaba muy ceñido al
cuerpo. Se puso unos zapatos del mismo color y tomó su melena para
luego soltarla que calló como cascada sobre su espalda. El mío era un
vestido azul de mangas que era algo abultado. Al menos con él no se me
notaba tanto mi pequeña cintura pero aún así era demasiado corto.
-Ay, Dios-dije mirándome en el espejo de cuerpo completo. Cat había
logrado maquillarme un poco y soltó mi pelo por detrás mientras me
miraba- No puedo salir así Cat, no quiero que todos vean mi V4g!Na.🤔
-Pero si tienes bragas, įo no?-me preguntó mirándome desde el espejo
yyo voltee a verla.🤨
-¡Claro que sí! -respondí, indignada por las suposiciones de mi prima-.
Pero sabes perfectamente lo que quiero decir. Además, toda la familia
está ahí abajo, cómo saldremos?
Cat me dio una de sus sonrisas como diciéndome: «i¿Acaso no me
conoces?!». Su mirada lo decía a gritos. Por amor a Dios, era la hija de Jane Dallas, encontraría hasta la forma de escaparse de la cárcel. A veces me daba un poco de miedo pero se me pasaba cuando recordaba que a mi
no sería capaz de hacerme algo malo.
Ella tenía un pequeño pasadizo en el lado de una de las puertas que había
hecho hace mucho, se me había olvidado por completo. Lo tapaba un
enorme poste de la película Dune y ella con sumo cuidado lo quitó y vio
en el interior.
- ¿Te vas a quedar ahí parada como el purro de Edward cuando ve a
Danielle?-me preguntó descaradamente comenzando a entrar en el
pasadizo.
Yo reí, luego me quité los tacones y la seguí. El camino era obviamente
oscuro y húmedo, me daba algo de claustofobia. ¿Cómo había ella hecho
esto? Fácil, con una motosierra y unos cuantos martillos que conseguimos
en la habitación de Jane, hasta ese momento me daba miedo saber que
hacían allí.
-Listo -dijo ella saliendo ya de allí. Salí detrás de ella deprisa y me limpié
el vestido. Habíamos llegado justo al patio cerca del garaje-. Bien, nos iremos en el auto de papá.
Hacía algo de frío, la verdad. La luna ya estaba en su punto y brillaba
suavemente. Podía escuchar desde donde estaba la música que venía desde dentro de la mansión. Sólo esperaba que no se dieran cuenta de
nuestra tardanza y fueran a buscarnos.
- ¿No se molestará? —le pregunté algo alarmada al darme cuenta de lo
que había dicho y poniéndome los tacones. Ella ya se había puesto los
suyos.
-No me hará nada, cariño –me contestó y me guiñó un ojo.
Entramos al garaje y escuchamos movimiento en la casa, al parecer nos
estaban buscando. Cat rápidamente entró a un mercedes y yo busqué la llave en uno de los cajones que había en una esquina. Me subí al auto con
el corazón a mil y ella sonrió para apretar un botón que hizo que la puerta
del garaje se abriera. Entró la llave y encendió el auto. Me dio una sonrisa
antes de arrancar y marcharnos.
Bajé el cristal de la ventanilla y dejé que la brisa nocturna inundara el
auto. Cat encendió la radio y una movida canción de Maroon 5 comenzó a
llenarnos. Mi prima iba tarareando la canción con entusiasmo y yo hacia
lo mismo. A pesar de no tener ánimos para ir a beber me consolaba la
compañía de mi prima que siempre ha estado ahí para mi.
Ya allá, en una de las mejores discotecas de Londres, nos estacionamos en
el lugar de siempre y caminamos hasta la puerta de entrada. Nos dejaron
pasar sin siquiera preguntar nuestros nombres pues ya nos conocían y nos
adentramos a la oscuridad con luces de neón de la discoteca.
Habían muchas personas, gracias a Dios no estaba nadie que yo conocía.
La discoteca era enorme y era una de las mejores en la ciudad, "The
NewMan". Aunque éramos menores, el guardia de la puerta era muy
amigable con nosotras pues Cat era novia de su hermano.
Nos acercamos a la barra, llena de hermosas copas de cristales y bebidas
multicolores. Pedimos unos tragos para luego sentarnos en unos asientos
altos y acolchados.
-La casa invita -dijo el chico rubio de la barra pasándonos los tragos. Cat
y yo nos miramos para luego arrojarle las bebidas encima. Rápidamente
su blanca camisa se volvió rosa y su cara roja—. ¿Están locas?
Regla número uno de la abuela para cuando saliéramos: No aceptar
bebidas de extraños pues no sabíamos que podrían haberles puesto.
- Nos querías drogar -dijo Cat dejando su copa bruscamente en la barra,
por poco y la rompía—. Mejor voy y compro unas cervezas en la esquina.
-¿Crees que no te conozco, mocosa? —le dijo el tipo achinando los ojos.
Me alejé un poco de la barra pues ya sabía lo que se venía—. Eres la hija de
Jane Dallas y Cameron Lí-Sellers, los voy a llamar, sólo tienes dieciséis...
Tomó su teléfono pero antes de que pudiera hacer cualquier cosa Cat lo
tomó del cuello de su corbatín negro y lo acercó demasiado a ella, el tipo
se puso pálido al instante y a mi me entraron ganas de reír. Me cubrí la
boca con una mano y desvié mi mirada de los ojos del chico.
-Escucha, intento de humano -le comenzó a decir y apretó su agarre
sobre el corbatín—, si te atreves a amenazarme de nuevo, te corto los
testículos y hago un licuado con ellos.
Luego les agrego alcohol y los vendo aquí como margarita, ¿entendido?-
El tipo sólo pudo asentir, Cat le sonrió como si nada hubiera pasado y yo
me moría de risa por dentro. El tipo comenzó a hacer dos tragos más
mostrándole a Cat todo lo que le ponía para que no lo volvamos a acusar
de intentar drogarnos.
Me daba algo de risa el muchacho, estaba aún con las mejillas sonrosadas
tal vez por lo que le hizo mi prima. Hasta tenía su pelo cobre despeinado y
de vez en cuando se pasaba una mano por él.
Al terminar se acercó a nosotras algo temeroso, lo que me dio algo de
pena, y dejó los tragos en la barra.
-Aquí están sus tragos SIN drogas – dijo él y nosotras los tomamos con
una sonrisa en nuestros rostros.
Catherine me hizo chocar mi trago con el suyo y luego se lo bebió de un
sorbo. El chico la miró por unos instantes pero luego se alejó. Acerqué la
bebida a mi nariz y la olfatee suavemente. Rápidamente el alcohol golpeó
mi olfato y la alejé de mi.
-Vamos a bailar-gritó mi prima y me tomó del brazo aunque yo negaba
con la cabeza—. Y dale un sorbo a eso.
Yo no estaba acostumbrada a beber, a veces le daba un traguito para que
Cat no dijera nada pero cuando me acerqué el vaso a la boca ella hizo que
me diera un trago demasiado grande. Casi me atraganté pero alejé las ganas de toser de mi y la seguí.
Fuimos a la pista de baile con nuestros tragos en mano. Las luces
parpadeantes me estaban dando dolor de cabeza. Junto con el trago y el
humo hacían una muy mala combinación. Cat se acercaba a mi para bailar
sensualmente pero yo apenas podía mantener los ojos abiertos.
Me dieron ganas de toser pero me cubrí la boca para no hacerlo.
Las personas a mi alrededor se veían muy felices, y otras muy pasada de
tragos. Hacía un tremendo calor porque las personas eran demasiadas y
estaban muy pegadas unas de otras. Un chico paso a mi lado pero chocó
conmigo y trastabillé.
-No me digas que ya estás mareada -dijo Cat pero no le hice caso pues
sentía unas manos agarrarme desde atrás. Voltee y me encontré con unos
hermosos ojos miel.
-¿Peter? —pregunté con una sonrisa ya que su rostro se difuminaba por
la falta de luz normal, aún así pude ver que asentía.
Lo abracé y beso mi pelo, yo sonreí como tonta.
Peter fue, como les había contado, el hombre que fue a buscar a papá
para que lo ayudara cuando el padrastro de mamá la había secuestrado.
No era tan alto, pero sí algo fuerte. Tenía unos brillantes ojos marrones y
un abundante pelo oscuro.
-¿Qué hace aquí la nena religiosa? -me preguntó con una sonrisa.
-Cat me arrastró hasta aquí-dije haciendo puchero señalando a
Catherine que bailaba con Jasson. Me acerqué al oído de Peter y le susurré
-: Sácame de aquí.
-¿Por qué? —preguntó riendo y me tomó de la cintura—. Creo que , tú y yo
nos podemos divertir mientras tanto.
Entonces, me tomó de la cintura y unió sus labios con los míos.
Peter yo y éramos... ¿Novios se podría decir? Bueno, yo tal vez era una gerontófila y él un pedófilo de primera, no podía evitarlo. Él me había apoyado siempre y había estado conmigo, además de que me gustaba
bastante y extrañamente ese extraño enamoramiento se había reforzado
desde que había vuelto de un viaje hace meses.
Siempre hacia esos viajes donde iba a visitar a su familia.
-¿Mégane?- dijo Cat separándonos bruscamente y la miré con el ceño
fruncido-. Vamos al baño.
-¿Para qué? —dije y volví a buscar los labios de Peter para besarlo y él me
respondió, pero ella nos separó otra vez.
-Dije que vengas y ya.
Miré a Peter y él me sonrió para luego asentir. De mala gana la seguí y
fuimos ambas al baño. Al entrar, ella se aseguró de que no había nadie
dentro y cerró la puerta con cerrojo. Mientras, yo me acerqué al espejo del
baño y me hice un moño pues ya me comenzaba a dar calor. Comencé a
hacer caras raras y Catherine buscaba algo en su cartera. Se veía o muy
nerviosa o muy emocionada. Voltee a vera apoyando mis manos en la meseta del lavamanos y ella levantó la vista con las mejillas sonrosadas de excitación.
- Bien-comenzó ella a decir acercándose a mi-. ¿Estás lista para tu
regalo?
No, no lo estaba. En vez de emocionada y lista estaba nerviosa y asustada!
No es que pensara que me daría una pequeña caja y que ésta explotaría en mi cara. Pero de Catherine Lí se podía esperar todo.
Aún así, suspiré y le respondí—: Sí.
Me pasó un sobre, yo lo tomé curiosa. Lo abrí, saqué el contenido y los
sostuve en mis manos. Me quedé de piedra al contemplar el regalo de mi prima.
No podía ser posible...
--Mis padres me dieron permiso para ir, sólo falta convencer a Jared y a
Rose Mary-dijo mi prima algo tímida encogiéndose de hombros. Levanté
mi vista para verla pero volví a bajarla.
-¿Iremos a Moscú? —le pregunté viendo los boletos aún sin poder
creerlo.
#continuara...