La lluvia nubla mi vista, la brisa hace temblar mi cuerpo, que inútilmente intenta cubrirse con las prendas empapadas y con la palma en la frente.
Estoy solo, pero eso no mejora la situación.
Un bosque en plena penumbra, el ululeo de un búho y un aullido desconocido, es ridículo, pero incluso ahora, estando en un posible peligro, no puedo evitar compararme, reprocharme, reclamarme por no tener unos músculos que me ayuden a trepar hasta la copa de ese roble, sabiendo que mi hermano mayor si podría.
Es patético, que no sepa ubicarme, ni siquiera en un lugar que ya conozco, que he visitado tantas veces, del que incluso vi un mapa, uno que ahora no tengo.
Triste, pero es la primera vez que entiendo que inteligencia no lo es todo.
La teoría no sirve de nada sin la práctica.
Ya comprendo, ya puedo ver que mi alto desempeño académico no se compara con la experiencia de vida, cualidades que minimice de mis hermanos y que ahora, me ayudarian a salir de aquí con vida.
Ridículo, muy Ridículo...
Pero alguna vez tendría que despertar, bajarme de esa maldita nube; que son las expectativas de mis propios padres.
Es difícil, pero la vida así es y yo ya no puedo seguir actuando como si no ocurriera nada.
El bosque es irónicamente, el menor de mis problemas, una metáfora distorsionada de mi propia desesperación, una canción que mi mente repite para que olvide el verdadero peligro que me acecha en la oscuridad.
Odio sentirme débil, detesto la sensación que me provoca el miedo de que alguno de esos gruñidos resulte ser un lobo que desee destrozarme.
La oscuridad me rodea, la tormenta empeora y yo no soy capaz de detener mi carrera, una marcha frenética provocada por un animal que no soy capaz de distinguir.
Huyó.
Siempre ha sido así, siempre he estado huyendo... de mis problemas, del celo que siento por mis hermanos, de las expectativas de mis padres pusieron sobre mi, de mis problemas....
El peligro me respira en la nuca, lo sé, puedo sentir sus colmillos a punto de rasgar mi piel, su cálida respiración que me invita a rendirme, como la presa fácil que soy, pero no lo haré.
Mi corazón está a punto de explotar ¿este será mi final? una muerte solitaria y ridícula, destrozado por un perro subdesarrollado, tengo miedo, estoy temblando...
¿será que mi cerebro acaba de darse cuenta de que estoy agotado? no siquiera esa broma logra tranquilizarme.
Veo unos ojos brillantes, estoy acorralado, sin salida, en la oscuridad, unos colmillos acompañados de un gruñido, mismo que me hace dar un salto contra la pared de piedra, detrás de mi.
El miedo es el mecanismo de defensa que nos ha mantenido con vida, desde tiempo innumerables.
¿Pero quien debería temer?
La presa o el depredador que da caza a alguien que disfruta disfrazarce de presa.