El cielo se encontraba algo opaco, pues las nubes de color grisáceo eran las protagonistas del día de hoy.
Era el primer día de la última semana de noviembre, por lo tanto su memoria se veía inundada de sucesos de hace un año.
Un joven rubiecito sin expresión alguna, se encontraba sentado en una gran cama matrimonial que una vez compartió. En su regazo estaba un álbum de recuerdos y en una de sus manos la foto que convergió con quien se suponía es, o quizás fue, su esposo. Su celular a su lado sonó, anunciando que había llegado un nuevo mensaje, sabía que seguro era alguien de su familia o de sus amigos, pues estos tenían conocimiento de lo que pasó y el como le ponía esta fecha.
Se puso de pie y sus pies se movieron por voluntad propia hacia el sótano donde guardaba las decoraciones que usaba para esta fecha. Sebastian no iba con intenciones de buscarlas para usarlas, de hecho ni siquiera sabía que hacía su cuerpo en este cuarto, quizás sea el hecho que un día antes de que su esposo partiera, ambos habían venido juntos a sacar todo para decorar la casa.
Recuerda como lo alzó en el aire para que colocase la estrella que tiene ahora en sus manos, que decoraba al gran árbol que se encuentra lleno de telarañas a su frente.
Flashback
***
—Amor, ¿Ya encontraste la estrella? —preguntó a su esposo, no obteniendo respuesta—. Lucas, ¿dónde estas? —Lo buscó con la mirada.
—¡Booh! —El rubio salto espantado al escuchar un grito tras suyo.
—¡Sabes que no me gustan esta clase de bromas, Lynch! —Le miró con su seño fruncido, para darse la vuelta y salir, pero entonces fue abrazado desde atrás.
—Lo siento mucho mi amor. —Besó su cuello.
—No mientas, no lo sientes. —Bufó cruzándose de brazos, para sentir luego como le daba vuelta el pelinegro para que quedase frente a él.
—Prometo no volverlo hacer, pero no te enojes bebé. —Besó su nariz—. Perdón~ —dijo melosamente para besarle los labios luego.
—Pero no lo vuelvas a hacer, ¿vale? —Hizo un tierno puchero que fue besado al instante.
—Vale. —Volvió a besarle, para luego pasarle la estrella que anteriormente buscaban—. Vamos a ponerla, que es lo único que nos falta.
Sebastian asintió feliz, para dirigirse ambos a la sala, donde fue cargado por su esposo para que alcanzase a ponerla en la punta del árbol. Una vez puesta le encendieron las luces y se quedaron frente a el admirándolo un rato y dándose ambos un poco de amor.
***
Por medio de un suspiro dejó en un caja la estrella navideña y se puso de pie para ir a la cocina por un vaso de agua, pues se sentía muy agotado con sus memorias, como para digerir alguna comida. Mientras se servía este, miró a través de una ventana, y pudo ver como un par de hojas otoñales volaban y le fue inevitable recordar una de las tantas veces en las que salto en ellas al lado del dueño de sus pensamientos.
Y es que lo recordaba en cosas tan simples, como cuando se cruza en la calle puestos con tiras cómicas que tanto le gustaba leer en sus tiempos libres, como también cuando en esas noches se pierde viendo el cielo estrellado que antes solían apreciar juntos bajo un árbol.
Su recuerdo vivía latente en él, y aunque sintiese que lloraría en cualquier momento, de sus ojos no brotaba ni una sola lagrima, pues tal pareciese que se hubiesen acabado y que sus emociones se marcharon con el ser que más ha amado.
Ve como el Winter —un perro que una vez le regaló diciendo que este sería un hijo para ambos—, venir hacia él en busca de algo de calor, pues aparte del clima sabía que él también tenía su corazón algo congelado, pues se notaba como extrañaba al pelinegro, al punto de que siempre iba a su cuarto por uno de los zapatos para llevarlo a su camita.
—¿Qué quieres bebé? —preguntó arrodillándose para cargarlo y hacerle algo de mimos, recibiendo un pequeño ladrido de la pequeña bola blanca—. ¿Extrañas a papá? —Volvió a ladrar en respuesta tomándolo él cómo un «sí».
Vuelve a su cuarto con Winter en sus brazos y escucha nuevamente como suena su celular, empezando ya a odiar aún más el ruido que hacía y, es que un día como el de hoy fue que dicho aparato sonó por la entrada de una llamada de un número desconocido, al contestarlo con un mal sabor de boca, le anunciaron que había perdido al amor de su vida.
Se culpa y se maldice por no haberlo detenido, pues un día antes de que su esposo partiera, ya tenía un mal presentimiento.
Él pudo haberlo detenido. Él pudo haber evitado todo esto. Él pudo haber evitado todo este sufrimiento.
Pero no lo hizo.
Y aunque todos le repitan una y otra vez que él no tuvo nada que ver, él siente que sí.
Flashback
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Una pareja de esposos se encontraban en la cama refugiándose del frío clima en los brazos ajenos.
—Me vas a hacer tanta falta mi amor —murmuró el pelinegro mientras besaba la cabeza encima de él—. Es solo una semana y la sentiré como un siglo.
—No quiero que viajes mañana —dijo esta vez un rubiecito.
Y es que desde muy temprano desde que se levantó sabiendo que al día siguiente su amado saldría de viaje, una angustia se apoderó de su pecho.
—Ya hablamos de esto, amor. —Besó sus labios castamente—. Debo ir a Francia y firmar este contrato.
—Pero es que tengo un mal presentimiento. —Hizo un pequeño puchero.
—Solo será un par de días, Sebas. —Besó sus mejillas—. Luego regreso para ser el primero en desearte una Feliz Navidad.
—¿Lo prometes? —preguntó tiernamente.
Lucas no pudiendo resistirse ante lo lindo que puede ser su esposo, así se abalanzó a él dejándolo debajo de su cuerpo para llenarle el rostro de besos.
—Claro mi amor. —Besó sus labios—. Estaré acá para que pasemos tu fecha favorita como lo hemos hecho desde que estamos justos.
Y con esta promesa, se fundieron ambos en un beso, como si este fuese un oasis que calmase su sed.
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Hoy cuando se despertó sintió más frío de lo común. Se levantó, puso a hacer un poco de café para tomar y cuando ya estuvo listo se hizo a un lado de la ventana para correr un poco su cortina y ver hacia afuera, pudiendo presenciar como caía la primera nevada sobre New York, faltando exactamente una semana para navidad.
Con un suspiro pudo apreciar como pequeños puntos fríos se encargaban de pintar de blanco todo a su alrededor. Y sin más como la lluvia de nieve que caía, fue empapada su mente nuevamente con viejas memorias.
Flashback
***
Lucas y Sebastian eran de Busan pero ahora la familia del rubio había decidido pasar la navidad con una tía que tenía el último mencionado. Pues este no queriéndose separar para esta fecha del que en ese entonces era su novio, lo invitó a venir con él. El pelinegro no vio mejor oportunidad que esta para hacer algo que tenía en mente desde hace semanas, así que sin más aceptó, pues ¿qué mejor fecha que la favorita del chico que amaba?
—Lucas, siento que me voy a caer —dijo preocupado, pues estaba siendo arrastrado con los ojos vendados desde que salieron de casa de sus tíos.
—Yo nunca te dejaría caer. —Rio—. ¿No confías en mí?
—Ciegamente. —Rieron ahora ambos por su chiste recién elaborado.
Una vez ya llegando a su destino, el pelinegro observo la bonita noche que había, miró su celular para ver el pronóstico, para luego tomar un par de respiraciones y, ahora si quitarle la venda de los ojos a su novio.
—Ya, puedes abrirlos.
—Wow, esto es bellísimo, amor —dijo asombrado el rubio mirando como todo era hermosamente iluminado por luces—. ¿Pero en donde estamos? —Se volteo a su novio.
—En el puente Winlight, uno de los lugares más hermosos de la ciudad, con una vista maravillosa.
—De eso me puedo dar cuenta. —Sonrió en grande—. Gracias amor, me encanta.
—Eso no es todo.
—¿Ah, no? —preguntó intrigado.
—No. —Se acercó para arreglarle un poco el gorro que traía.
—¿Qué más falta, entonces?
—Según el pronóstico, dentro de unos minutos caerá la primera nevada.
El rubio sonrió en grande al recordar algo que le había dicho un amigo.
—Dicen que las parejas que son bañadas juntas en ella, estarán destinadas a estar siempre unidas —comentó.
—Exactamente. Y cuando eso suceda quiero hacerte una propuesta.
El rubiecito decidió esperar pacientemente mientras recibía mismos de su novio y disfrutaban de la vista que tenían, pues sabía de antemano que era inútil insistir.
Luego de unos cuantos minutos pudieron sentir como pequeños copos fríos caían sobre ellos, porque ambos estaban siendo bañados por primera nevada. Entonces cuando le iba a preguntar a su pareja por la pregunta que le haría, pudo ver como este se separaba del abrazo que le daba para arrodillarse ante él con una pequeña cajita roja que contenía un hermoso anillo.
Él no pudiendo creer lo que sus ojos veían, cubrió su boca con ambas manos enguantadas.
—Te he amado durante estos tres años que hemos sido pareja, y te amaré siempre. Por lo que ahora aquí arrodillado ante ti, te pido que te cases conmigo.
Sebastián no pudiendo pronunciar palabra, se lanzo a él diciéndole por medio de un beso que aceptaba esposarse a su lado.
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Sentía las ganas inmensas de gritar de dolor, pero por su boca no salió ni una sola palabra, y no queriendo ver más el frío clima que tal parece que había también congelado ya hace bastante tiempo todo su sentir, decidió cerrar la cortina e ir a la cama siendo seguido por Winter.
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Se encontraba arrodillado a un lado de su cama escuchando como su celular no ha parado de sonar desde el día de ayer, lo toma no con el fin de contestar sino con el ver la hora, ya que por tanto tiempo estar metido en sus pensamientos había perdido la noción de este. Se da cuenta que faltaba menos de diez minutos para que diera la media noche y fuese la tan esperada Navidad de muchos.
Escucha el timbre de su casa como suena; y aunque se había dicho que no le abriría a nadie, involuntariamente sus pies se mueven camino a la puerta. Antes de llegar puede ver su reflejo en un espejo, notando que llevaba la misma pijama de anteayer y poco importandole el como se encuentra, sin mas mueve la perilla para ver quien osaba ir a su morada esta noche.
Siente como sus piernas tiemblan y como su garganta ha quedado seca, pues tal parece que hubiese visto un fantasma y no quien a martillado sin pudor su mente.
—Seb... —Le escucha decir, y aunque le ha oído el apodo muy claramente, siente que quien está frente a él es solo producto de su imaginación para darle un poco de consuelo a su destrozado corazón.
—N-no puede ser... —logra pronunciar en un hilo de voz.
Se escucha de la radio —gracias a sus vecinos que han subido el volumen en sus casas al tope—, el conteo regresivo para que diese la media noche.
—Si pude ser. —Lo ve dar un paso hacia delante—. Feliz Navidad, mi amor —le oye decir al tiempo que se escucha la felicidad en las casas ajenas y los fuegos artificiales a sus espaldas.
Y como si fuese algo instantáneo con su regreso, y estando ya en sus brazos, siente que ha vuelto a vivir, pues en un dos por tres, mil emociones y sentimientos llegan a él haciéndolo derramar todas las lágrimas que pensó que se habían agotado.
Fin. 🌟
( ♡ )
el puente 'Winlight', es un puente que existe en mi universo, ¿ok? (*/_＼)
