Una escuela, dos grupos que la controlan, dos familias y dos corazones que se aman con intensidad en secreto.
Los Allende y los Pinochet, separados por las fracturas de la historia y las diferencias de pensamiento, pero compartiendo él mismo lugar en él financiamiento de la prestigiosa escuela secundaria "O'Higgins Academy".
Dos hijos, enfrentados por las enemistades de su linaje: Julieta Pinochet y Romeo Allende. Ambos líderes de sus grupos de estudiantes, pelean en la directiva del centro de alumnos y alumnas, tienen lugares reservados en la cafetería; nadie que pertenezca al clan osa sentarse en la mesa de los Pinochet ni usar los camerinos que pertenecen a los Allende.
Romeo hace dos años que ama en secreto a Julieta, en una de las tantas peleas que sostienen en los recreos, se detuvo a observarla y admirar él liderazgo ella tiene en su grupo; quedó prendado de su valentía para responder a los intentos de acoso de los otros chicos. Cuando quiso frenar sus pensamientos, ya era demasiado tarde, Julieta era la dueña de su ser; la chica que era hija de sus enemigos era la persona que amaba, a quien soñaba besar con pasión y acariciarle ese cabello rubio platino . Julieta, por otro lado, hace una año puso su atención en Romeo, no olvida la vez que fuera de la escuela cuando esperaba a su chófer, un chico de su mismo clan quiso violentarla como venganza por no aceptar ser su novia y, sorpresa, él enemigo Allende la defendió y la acompañó hasta vinieron por ella. Pudo notar que detrás del chico prepotente y burlesco, había una alma noble y justa; lo corroboraba cuando lo observaba ayudar a los compañeros de la clase, separaba las peleas sin motivo y como ponía en su lugar a quienes abusaban de los chicos o chicas más débiles. Ese chico con un apellido hostil era él amor de su vida, a quien buscaba con la mirada apenas llegaba a la escuela y por quien deseaba ser besada al menos una vez, tal como sucedía en sus sueños.
Se acercaba él 14 de febrero. Él profesor de literatura encargó una tarea muy particular al tercero de secundaria, él grupo divido entre los Pinochet y los Allende: cada estudiante escribiría una carta anónima en la que expresaran sus más íntimos secretos, luego un compañero o compañera al azar la leería y manifestaría en una palabra o frase su apreciación, para en secreto devolverla a su remitente.
Como él grupo tenía la misma cantidad de mujeres y hombres, todos recibirían una misiva.
La actividad se realizó en silencio y en estricta concentración. Él profesor retiró los sobres y procedió a repartirlas de manera aleatoria.
Julieta que se sentaba en él segundo puesto de la tercera fila del salón, recibió su carta y empezó a leer:
"Tengo grabado la suavidad de tu piel en mis manos, ¿quién soy yo para ser digno de tocar tus sagradas manos? ¿puede alguien acaso defenderse de tu belleza y quedarse prendado de tu hermosa cabellera? Tu fuerza y aliento son él motivo por él que mi sangre arde dentro de mí, tus ojos son él impulso para que mi corazón lata y tu boca es la que sueño arrebatar con mis labios todas las noches.
¿Podré algún día acercarme a ti, declarar mi amor olvidándome de quién soy y de donde pertenezco? Me haces acordar a esa amante que esperaba en su balcón, la llegada de su amado; como si ella hubiera dejado en ti... un legado amor...
Tu más devoto amante
Romeo"
¿Por acaso él irritable y arrogante Romeo Allende había escrito esa palabras apasionadas para ella?
En la tercera fila, en él último puesto del salón, Romeo tomó la carta que se le dejó sobre mesa:
"Nunca antes mi corazón había visto tanta nobleza en un alma, hasta que mi corazón se encontró de frente contigo ¿realmente perteneces a este mundo mortal? O ¿eres ser celeste que fue enviado para mí? No sabes como ansío que un día tus ojos miren los míos, escuchar a tus labios pronunciar mi nombre y tus brazos estrechen con fuerza mi cuerpo.
Ruego que se nos permita unir nuestros destinos, vivir nuestro amor sagrado, si aceptas este enamorado corazón sin identidad como tuyo.
La historia de la pasión de antaño en la bella Verona, atravesó las edades y su depositó en nosotros un legado de amor.
Tuya hoy y para siempre.
Julieta"
¿Es acaso él amor oculto o él día de San Valentin que hace que las palabras se unan y los sentires se conecten?
Lo único que sabían estos dos amantes imposibles del siglo XXI, era que los devenires del destino y los ciclos de la historia habían unido sus corazones en un amor, que estaba atravesando los resentimientos del ayer y abriendo puentes puentes entre las fracturas que él odio había creado.
Julieta es para Romeo, como Romeo es para Julieta. Tal como la clásica obra que la historia repetía casi 500 años después.
La jornada de clases acabó, todos los estudiantes volvieron a sus casas, a excepción de dos de ellos.
Julieta estaba oculta en la oficina de dirección escolar de la familia Pinochet, sujetando la carta en él bolsillo de la chaqueta de su uniforme. Mientras que, Romeo estaba sólo en la sala de administración de la familia Allende, con la misiva envuelta en su mano.
La escuela estaba vacía, ambos salieron de su escondite, ignorando la cercanía del otro en él mismo. Iban caminando por él pasillo de los salones de clases, cuando sus ojos se encontraron frente a frente, solos y a sólo unos metros de distancia.
Julieta, palideció pero alzó su mirada con la altivez que la caracterizaba y se dispuso a devolver la carta a dueño. En cambio, Romeo esperó en su lugar, aguardando lo que ella iba hacer, hasta que la vio acercarse, detenerse con una anormal inquietud y estirar su mano con papel muy doblado.
-Creo que este documento debe volver a manos de quien lo firma, ese eres tú Romeo Allende...
-A mí también esta misiva me está quemando la mano. Tomala, es tuya Julieta Pinochet.
Romeo, por primera vez tenía esos ojos verdes tan cerca, que sus intentos por contenerse se desvanecieron. Lanzó un grito desesperado y con brusquedad sujetó la mano de ella.
-Julieta, sí es tal como dije en la carta, tú eres mi legado de amor, maldita sea. Esas palabras, cada una, están dirigidas a ti.
Ella pudo notar como él temblaba, se atrevió levantar los ojos y pudo apreciar como los ojos marrones su amado la miraban fijamente a los suyos. Ahí pudo comprender cuánto amor había en él corazón de Romeo.
- Yo sólo quería escuchar de tus labios mi nombre, sin mi apellido y que un día pudieras verme a los ojos. Soy tuya para siempre y tú eres mi legado de amor.
-¿Podrás amarme, olvidándote de quién soy y a donde pertenezco?
-¿Podrás, tú, aceptar mi corazón sin identidad y mi sagrado amor?
La respuesta fue un fuerte abrazo, que los hizo sentir que se pertenecían él uno al otro. La boca de Romeo por fin encontró los labios de Julieta y los arrebató con pasión desenfrenada.
Ese beso, que se trasformó en besos arrebatadores, despertaron sus más íntimos deseos reprimidos. En él salón, que era su Verona y donde narraron sus sentimientos en un papel, dieron rienda suelta a la pasión y el hambre por sentir él contacto de sus pieles.
Antes que sus cuerpos, sin las ropas que estorbaban, se volvieran uno. Se susurraron.
-Te amo mi Julieta
- Yo también te amo Romeo mío