Elegantemente trajeado a la última moda, con zapatos de marca bien lustrados y por supuesto bien perfumado. Sale a disfrutar la noche con tragos, baile y tambor.
Todas las personas que lo ven, cordialmente lo saludan y comentan que feliz
es Miguelito, ese si vive la vida sin preocupaciones.
Pero no es así, lleva consigo el dolor y la tristeza que su gran amor se fue, lo dejó.
Un día, sin motivo aparente recogió sus cosas y se marchó, y el quedó sumido en la más honda melancolía.
Pero no estaba dispuesto a demostrar que sufría su abandono.
Entonces decidío que no se iba a derrumbar. Nadie sabrá que sufre por una ingrata, y aunque por dentro estaba totalmente destruido, por fuera reflejaría alegría, felicidad, y mientras pudiera, viviría solo para los tragos, el tabaco, el guaguanco. O sea, nada más que
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