Tenía 16, él quizá unos 19 o 20... Era el novio de la hermana de una compañera de la secundaria... (Si, ya sé, ya los compliqué, pero sigan leyendo, pronto van a comprender. Aquí les dejo un guiño de ojo, jajaja)
Lo había visto en casa de mi compañera varias veces cuando nos juntábamos a estudiar.
Resulta que desde hace unos meses viajaba todos los días hábiles con él, en el colectivo. Yo iba al colegio, él a trabajar. Nos saludábamos cuando nos cruzábamos en el tansporte, pero no más que eso, finalmente éramos solo conocidos. Durante algunos días no lo crucé, pero tampoco me detuve mucho en eso.
Lo cierto es que un día, mientras esperaba el maldito colectivo (que a esa hora venía lleno y no paraba), un ser completamente ajeno a quien les habla, se detiene frente a mí, a un costado de la parada de colectivos. Iba en moto, una muy bonita de esas estilo ninja. No sabía mucho de motos así que no miré tanto. Se detiene y dice:
—Hola linda, ¿te llevo? Vas a llegar tarde sino...— todo esto mientras subía el visor de su casco para que lo viera.
Hasta ese momento no le había prestado atención ya que no conozco a nadie que tenga moto. Entonces lo miré y supe quién era... sonreí sutilmente y le dije que me daba miedo, que prefería esperar el colectivo, que hoy entraba tarde. Simplemente había salido temprano para pasear por la plaza cercana al colegio y recostarme a leer bajo la copa de algún árbol...
—No tengas miedo, manejo muy bien y tendrías algo que contarle a tus amigas. Te dejo en la plaza —dijo mientras me guiñaba.
Con la inconciencia y la falta de criterio que me caracterizaba a los 16, me subí detrás de él. Tomó mis manos y las entrelazó a su cintura. Con sutileza tocó mis rodillas para pegarlas a sus caderas y dijo:
—No te sueltes y no despegues las rodillas de aquí, solo seguí el movimiento de mi cuerpo y lo vas a disfrutar —achinó sus ojos producto de una sonrisa que su casco no dejaba ver. Giró su torzo, colocó sus manos en el manillar, quitó el pie de apoyo y aceleró.
No les voy a mentir, al principio fue muy emocionante. El viento en la cara, lo ágil que era el viaje, hasta la velocidad me iba gustando. Pero, (siempre hay un 'pero' en éstas cuestiones, jeje) de repente comenzó a esquivar otros vehículos manteniendo muy poca distancia de ellos, también comenzó a inclinar más la moto hacia los lados logrando que mis rodillas casi rozaran el suelo con esas azañas.
Me pegué alto julepe, como pensé en aquel entonces, para no decir que prácticamente escupía en mis manos la víscera que habita mi pecho e hice un nudo en mi esfínter trasero, para no dejar su contenido en mi ropa. Pero aún así, no aflojé mi agarre ni moví un sólo milímetro de mi cuerpo. Cuando llegamos a la plaza, subió a un costado de la vereda, detuvo la marcha y me ayudó a bajar.
Bajo el también, puso el pie de apoyo pero se quedó recostado sobre la moto, como posando para la foto, una pierna extendida al suelo, la otra con la rodilla flexionada y haciendo pie en el protector del escape, se quitó el casco, lo dejó sobre el tanque, sacudió su cabello y suspiró.
Era un muchacho bonito, aunque no era el estilo que a mi me gustaba, podía apreciar su buen físico y su lindo y prolijo rostro. También era un poco más alto que yo, quizá unos quince centímetros. Olía a hierba Luisa, que tiene un dejo de menta y limón. Estaba abrigado con una chaqueta y algo mullido por debajo, hacia frío. Fue la primera vez que me pareció sexy ver a un chico llevar puesto un pullover de cuello alto. (Quería resaltar esto, jaja)
Jaló los puños de su abrigo de lana, y sujetó mi rostro con sus manos cubiertas. La punta de sus dedos estaban heladas, el resto de su mano cubierta era cálida, así que generó en mí una reacción bastante contradictoria. Primero me sobresalté y luego aflojé mi cuerpo como si lo desinflara. Para ser casi un desconocido estaba siendo muy cercano, pero como era joven y bastante ingenua, pasó todo esto en mí, como si tal cosa...
Cuando las pocas neuronas que tenía despiertas en ese momento se activaron y despertaron a sus amiguitas, éste muchacho ya estaba metiendo su lengua en mi boca, como si fuésemos viejos y queridos tortolitos, jajaja...
Y yo ahí, lo más campante, permitiendo que unos labios forasteros, dulces y sensuales se apoderaran de los míos, dando paso a una lengua sabia, traviesa y revoltosa, a que invitara a jugar a la mía, disfrutando de ese beso mañanero, del "...novio de la hermana de una compañera ..." (suspiro y niego con la cabeza en este mismo instante)
Una vez que se sacó las ganas de besarme larga y apasionadamente, (debo decir que lo hizo muy bien, pues lo disfruté mucho) como si fuera lo más normal del mundo dijo:
—¿Querés que pase a buscarte todas las mañanas? Podría ser nuestro secreto —reforzó eso último llevando su dedo índice verticalmente a sus labios, como en el emblema de silencio y sonriendo sutil inmediatamente.
La cara que puse debe haber sido un poema, muy sincera y explícita, toda una obra de arte... porque sin emitir sonido alguno, bajó su mano, se dió media vuelta, se colocó rápido el casco, dió arranque a su moto y se marchó de ahí, como si nunca nada hubiera sucedido.
Pensé en decirle a mi compañera, incluso a su hermana. Pero también pensé que la única que iba a quedar mal en todo ésto era yo. Así que opté por seguir con mi vida adolescente, como era antes de conocerlo. Dejé de ir a estudiar a la casa de mi compañera, ahora nos juntábamos en la plaza o en la biblioteca.
Pasaron unos meses y llegó a mí la noticia de la boda de aquél muchacho y su novia. Fue, se podría decir, gracioso enterarme de eso. Cuando mi compañera, llegó a nuestra última cita de estudio acompañada de su hermana, le saludé con una sonrisa y la felicité. No supe descifrar en ese momento su cara, pero decía de todo menos cosas bonitas, por lo que creo que sabía de aquel acontecimiento.
Sólo en ese momento mientras ella se alejaba sin dar respuesta a mi comentario, me puse a pensar; ¿habría muchas "Anas" besadas y vaya a saber que más por este chico, antes, durante y después de ese día? ¿cuánto duraría ese matrimonio lleno de secretos e infidelidades? ¿podría haber sido la protagonista de esa película? ¿qué clase de persona era? ¿debía catalogarme? En fin, unas cuántas preguntas más de esa índole me hice tratando de entender, pensando si alguna vez podría robarle un beso a alguien ya comprometido o que transite una relación.
Allí quedó todo.
Ahora, es sólo una anécdota de una chica que se cruzó con un chico, un beso robado, sabroso y sexy, muy bien recibido, acompañado y guardado en algún rincón de sus memorias, traído aquí para entretenerlos un poco, un 21 de junio, durante el solsticio de invierno...