Yo soy común. No tengo una buena cara, ni dinero, ni mucho menos una inteligencia admirable. Soy una más del montón. Nada de mí, es atrayente. Y nada de mí, resalta...
-Estás loca -oí con un tono despectivo de una de mis mejores amigas.
Pues, poco a poco mi luz se apagaba.
-Hablar contigo es muy difícil, siempre estás cambiando de humor. ¡Y ya me estoy cansando!
No.
–Vete a revisar la cabeza, porque esos Dolores de cabeza no son migraña, son locura.
¿Me dolía intensamente la cabeza, tanto que sentía que podía morir? ¡Sí! Siempre era así. Pero era por mi migraña. ¿Hacía drama cada vez que me dolía la cabeza? ¡Sí! Pero eso era porque no me gustaba el dolor.
¿Quizá tenía algún tipo de tumor en el cerebro?
¿Tal vez, por eso me dolía tanto y hacia tantos escándalos?
–No, señorita. Todo está bien contigo. Tienes una salud envidiable.
"¿Envidiable?", ya estaba harta de esa palabra.
¡Yo no tenía nada que envidiar!
Siempre sentía que un mar de aguas pesadas me atrapaba. ¡Tenía un miedo atroz sin saber el porqué! ¡Me dolía la cabeza! ¡Sentía que iba a morir!
–Son ataques de pánico.
"¿Ataques de que...?", pregunté dentro de mis pensamientos mientras sonreía de forma radiante .
Como última medida, había ido por fin a un psicólogo.
-No te estás volviendo loca -agregó y yo... no se por qué, me sentí tan agradecida.
Las respuestas que se enredaban en mí cabeza se despejaban. Mis Dolores de cabezas y dramas disminuían.
Que lindo es mi psiquiatra.
¡Qué mala suerte que este casado!
-¿Eso que importa? -dijo la voz de mi cabeza y otra vez empezó a dolerme la cabeza-. Podemos despejarlo.
No.
-¿A qué le temes? Ya eliminamos antes. No te hará daño volverlo a hacer. Dale
No. No. No.
-Si no quieres, cierra los ojos y déjamelo a mí.
¡NO! ¡NO! ¡NO!
-Todo saldrá bien -dijo como último y luego yo cerré los ojos.
Para que luego todos mis dolores me controlaran
...