La lluvia, que hace unos minutos solo parecía querer refrescar suavemente la superficie de la tierra, se a convertido en un fuerte aguacero, debido a esto las personas corren despavoridos a resguardarse antes la fuerza con la que cae la lluvia. Sin embargo, ver todo el caos generado desde mi ventana solo me hace recordar esa mágica noche hace dos años.
Las gotas de lluvia caen empapándome pues olvidé mi paraguas en casa, nunca esperé que lloviera. Caminaba rápidamente esperando escapar, pero era imposible, temblaba de frío y la lluvia no parecía querer parar en mucho tiempo hasta que repentinamente dejaron de caer las gotas sobre mí. Alcé mi mirada y vi el rostro sonriente de un chico quien me cubría con su paraguas, después de unos segundos de mirarlo atónita él preguntó: “¿Tienes frío?” Quede desconcertada, era obvio que tenía frío, estaba empapada de pies a cabeza así que no puede evitar reír ante la tontedad de su pregunta y vi como en su rostro se formó una muy notoria expresión de vergüenza mientras decía “Lo siento”, tuve que detener mi risa para no avergonzar más a la persona que sin pedirle y sin saber de donde vino me prestó su ayuda.
Esté fue nuestro primer y último encuentro, su nombre era Luke. Aún así, lo recuerdo con mucha felicidad, su hermosa sonrisa era casi mágica, y con un toque de tristeza porque, aunque no fue un amor a primera vista, es un amor a el agradable y precioso recuerdo que dejó en mi vida, el cual hace que cada noche de lluvia pase por ese lugar esperando que un chico me pregunte tontamente “¿Tienes frío?” otra vez.
Dime ¿Volverás algún día a hacerlo? No lo sé, pero ya es hora de ir a ese lugar, espero que este día si pueda encontrarte, Luke, él chico de la hermosa sonrisa.