Lo encontré en la cama con mi mejor amiga. ¡Con aquella que creía que sería mi compañera de secretos por siempre!
Maldito Alberto.
-Yo no me quedaré a ver esto -le dije y entonces él trató de detenerme.
Vaya tontería.
Forcejeamos, nos empujamos y yo cometí la peor equivocación de toda mi vida: "Lo maté".
Y aunque fue sin querer, mi abogado me dijo que estaría tras las rejas en tanto durara la investigación.
-Ay, Alberto. Alberto. ¿Por qué te moriste tan rápido? ¿No pudiste esperar a casarnos?
Yo era -y soy- una oportunista.
Te enamoré por tu dinero. Casarme contigo sin importar qué, estaba en mis planes. Tú me amabas y yo amaba tu dinero. ¡Todo estaba listo y perfecto!
Pero, pero... ¡¿qué fallo?!
Mi novia -aquella que presenté como mi mejor amiga- es la respuesta.
Ella se enamoró de ti.
Y me traicionó.
Tú me amabas. Yo lo sabía. Como todo un idiota, me amabas más que cualquier cosa y por ello habías rechazado las insinuaciones de mi novia muchas veces. ¡Me habías preferido encima de tus padres y de tus amigos! ¡Me tratabas como una reina! ¡¿Pero, qué pasó?!
Pasó Alicia.
Esa maldita -de, ahora, mi ex novia- tenía una hambre excesiva por ser amada y...
–Pobre de Alberto. Pobre. Pobre Alberto.
Alicia te tendió una trampa.
Te engañó, tal vez.
Te drogó, quizá.
Y...
...No sé si debería sentirme culpable o no.
¡De cualquier forma, ya todo pasó!
Yo seguiré con mi vida.
Buscaré al siguiente Alberto y... nada.
Seguiré viviendo.
‐Ay, Alberto, si nos vemos en una próxima vida... aléjate de los cuchillos. No los sostengas y no me amaneces. Yo no soy mujer de nadie. Y odio a los locos obsesivos. Yo no te iba a dejar. Estúpido. Debiste ser más calmado.
...