Desearía que así me pasase.
Tener a alguien más a quién amar. Tener otra elección.
Quisiera que alguien gritara mi nombre a todo pulmón.
¿Por qué no tengo de donde elegir?
¡Estoy cansando!
Desearía no solo estar llorando frente al altar y al lado de un hombre que ni conozco. ¡Qué destino! ¡Qué relacion alfa-omega predestinada!
¡¿Por qué no tengo dónde aferrarme!
¡Quisiera tan solo correr de aquí y jamás ver atrás!
"¿Por qué seré tan cobarde?"
¿Acaso no entiendo que lloraré un sinfín de lágrimas cuando ese alfa (al cual llamaré: esposo, más tarse) me posea?
"¡Vamos! Despierta Lorenzo... ¡Despierta! ¡Tienes que correr!!!" pienso al escuchar el: Sí acepto de mi futuro marido. "¿Mamá?, ¿no puedo decir que no?", digo en tanto veo la amarga expresión de mi madre.
-Todo es por el bien de la familia, cásate y deja de joder -recuerdó las palabras de mi padre y una vez más, caigo.
Debo aceptar este puto matrimonio y dejar hacerme un hijo para que todos estén felices.
-¿Estás nervioso? -susurra mi futuro marido en mi oído y yo quiero empujarlo-. ¡Yo también! -sonríe cual príncipe encantado y yo... yo quedo como encantado.
¡Desearía no haberlo visto!
Me duele el corazón.
-No te preocupes, yo te cuidaré, solo confía en mi -dice y yo le creo.
¡Quisiera conservar mi razón!
No sé que pensar.
¿Por qué el destino es tan cruel?
¿Por qué empiezo a hacer mil poemas en mi cabeza con solo mirar sus ojos?
¡No quiero esto!
Pero:
-Sí, acepto -dice mi boca.
Mierda.
No sé.
Pero lo he empezado a amar.
Puto destino.
Esto lo lamentaré por siempre.