Anselmo era un chamaco muy malcriado a pesar de su edad. Cuando cumplió sus ocho años su madre Petrona no tuvo para pagarle la torta. Anselmo se enojó muchísimo con su madre.
- Eres una buena para nada, jamás has podido comprarme un pastel de cumpleaños, a todos mis amigos les hacen fiestas menos a mí. Dijo Anselmo enfadado, y se fue corriendo al Monte.
Su madre se entristeció en gran manera y salío a la calle, para pedir algunas monedas, y así poder comprarle una torta, Aunque no hubiese que comer, lo importante era la torta de cumpleaños. La señora Petrona llegaba de casa en casa.
- Buenas, tienen alguna moneda que me regalen por favor, es que no tengo para comprarle una torta de cumpleaños a mi hijito Anselmo. Decía.
En algunas casas le daban, en otras no. Las personas del pueblo decían.
- Pobre señora, aunque no tiene dinero para comprar comida, ella quiere ver a su hijo Féliz comprándole una torta.
Y así, la señora Petrona caminó todo el pueblo, volvió a su casa cerca de las tres de la tarde. Con lo que consiguió compró una pequeña torta pues no le alcanzó para más.
Su hijo Anselmo no había vuelto del monte. El chamaco tenía la costumbre de perderse en la montaña cuando ofendia a su madre, volvio cerca de las tres y media pm.
- Hijo mío mira aquí tienes tu torta. Está recién horneada.
- Yo no quiero esa torta, está muy pequeña, yo quiero una como la que le hicieron a Juanito, tenía tres pisos y tenía Muchas frutas. Dijo el chamaco; tomó la torta y la reventó contra la pared.
La madre al ver el desagrado que le había causado la torta a su hijo empezó a llorar.
- Pero mijo, solo me alcanzó para esa tortita, deberías aprender a valorar lo que hago por tí. Tu padre murió y me dejó solita, no tengo todo ese dinero para darte lo que quieres.
La señora quebrada en llanto, lloraba y lloraba sobre los trozos de la torta regados por el piso.
Anselmo de nuevo corrío a la montaña furioso, se detuvo en una enorme piedra que estaba en lo más profundo de la selva. Mientras estaba allí matando grillos, un cóndor bajo del cielo, le arrancó las viceras, con el corazón aún latiendo y se las tragó. Luego se llevó su cuerpo muy arriba, para dejarlo caer de nuevo justo en la piedra.
Pasaron cinco días, todo el pueblo se enteró de lo sucedido, por más que lo buscaron no hallaron su cuerpo. Petrona estaba inconsolable porque, aún necio como era su hijo ella lo quería por encima de todas las cosas.
Solo los buitres y cuervos que volaban por encima de aquella enorme piedra donde estaban los retos de Anselmo, ya descompuestos. Le indicaron a las personas su ubicación.
Unos leñadores que pasaban por allí, hallaron los retos del muchacho sobre la piedra, al lado unas letras escritas con sangre, que rezaban:
"Anda y valora a tu madre"
Fin.
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