Buenos días preciosa ¿Cómo amaneciste? —pregunta con su voz ronca mañanera
—Muy bien ¿y tú?
—Amanecí excelente, pero podría ser mejor —me lanza una indirecta que entiendo perfectamente, pero me hago la desentendida
—Dime ¿Qué hay que hacer para que mejore?
—Tu nada. yo me encargo de hacer todo —subraya sellando sus labios contra los míos en un beso apasionado cargado de deseo.
Mi cuerpo automáticamente reacciona antes sus ardientes caricias. desatando ese cumulo de sensaciones que únicamente he sentido con él, el corazón me comienza a palpitar aceleradamente con cada sensación que nubla mi mente y me siento tan embriagada de deseo en sus brazos, que solo quiero que me absorba por completo.