Cuando era niña mi madre era mi heroínas.
Todo lo sabía y todo lo hacía bien.
Pensaba seré como ella cuando cresca.
El tiempo pasa una crece, las arrugas van llegando y con eso la adolescencia.
Donde ya mi madre exagera todo, porque todo tiene que ser a su manera. Ya pasamos a cuestionar todo lo que dice.
Pero la vida sigue y de a poco pasa factura, ya está agotada y esas arrugas van aumentando. Pero sus consejos y amor siempre presentes.
La vida siempre avanza nunca retrocede y llega el momento que esa niña, la adolescente, se transforma en madre.
Es donde se da cuenta que su madre, la heroína y la exagerada siempre han hecho lo mejor para sacarnos adelante.
Es cuando pensamos en el pasado en esas noches en vela que paso por mi cuando me enfermaba.
Esas sonrisa cálida cuando veía que todo estaba bien, sus charlas y sus palabras de aliento.
Cuando vemos hacia adelante y la vemos con sus arrugas y su cansancio, también tristeza.
Es cuando realmente vemos que nuestra madre nos amo, nos ama y siempre está a nuestro lado.
Llega el momento, nuestro turno de cuidarla, de pasar noches en vela porque está enferma.
Llego el momento de ser quien demos esas palabras de aliento y ser la exagerada.
Ahora es cuando realmente vemos que nuestras madres son humanas que como pudieron nos educaron y ayudaron a crecer con cada caricia, con cada palabra. Un beso o un abrazo, ella siempre está con nosotros.
Nuestras madre siempre serán las heroínas, la exagerada pero la amo con todo mi ser. Por que nunca nos abandono y siempre estuvo buenas o malas ella firme a nuestro lado.